A raíz del escándalo suscitado por las acusaciones de Sasha Sokol hacia el productor Luis de Llano, recordamos ésta columna publicada hace un año y donde ya algunos alzaban la voz para su cancelación:
Y de pronto, como si fuera una broma del destino, me vi inmerso hace unos días en una acalorada anécdota sobre la hoy tan mencionada cultura de la cancelación.
Ocurrió durante una cena entre amigos, dos de ellos entraron en una franca confrontación acerca de lo que uno de ellos llama “el nuevo macartismo del siglo XXI”, en donde las redes sociales actúan como abogado, fiscal, juez y verdugo, mientras las hordas de acusadores y espías están listas para linchar o scratchear a alguien que se salga de lo políticamente correcto.
A todo esto, agregaba Joaquín, uno de los invitados, le sigue el enterramiento y supuesto olvido de personajes, obras, libros, cuadros. El agruparse para señalar, atacar, para pedir la cabeza de alguien o la destrucción de algo. Millones de voces a través de Twitter, Facebook, Instagram unidas en esa vigilancia de lo políticamente correcto, algo que nos recuerda los más aterradores momentos de la revolución cultural en China, al ascenso del fascismo en Europa, a la red de perseguidores que colaboraban con los Stasi del Ministerio de Estado en Alemania, a los soplones del mencionado macartismo, al régimen del dictador Nicolae Ceausescu... sin embargo, todo ello edulcorado y llevado a una persecución digital lista las 24 horas del día para saltar a un nuevo ataque.
Cada semana, afirmó Joaquín en la cena, aparece una nueva lady o lord en las redes sociales, cuyo apellido portará el nombre de su transgresión. Cada semana un nuevo personaje público o no tan público es aventado a la hoguera del fuego digital para ver hasta donde se tuesta o se tatema.
La discusión en la cena se puso más acalorada porque Mario, su adversario de ideas, sacó su lista de lo que ya no se podía ver, ni leer, ni escuchar, incluso comer o beber, si no se quería ser un hipócrita dentro del mundo de lo políticamente correcto.
Medio en broma, medio en serio el susodicho nos leyó su cartilla en la que ya no era posible ver películas como Pulp Fiction o Kill Bill, producidas por Harvey Weinstein. A esas cintas añadió todas las de Roman Polansky, todas las de Woody Allen, todas las series y cintas donde apareciera Kevin Spacey e incluso todas las producciones de Tom Hanks, quien en ciertos círculos conspiranoicos ha sido acusado de pederasta y recientemente tuvo que desactivar los comentarios en su cuenta de Instagram por los insultos y ataques que recibió.
Tampoco, aseguró Mario, se puede ver en adelante la película Lo que el viento se llevó, a causa de su contenido considerado racista; no se debe escuchar ningún disco de Michael Jackson o Plácido Domingo, tampoco se deben tener réplicas de los cuadros de Picasso, cuyo comportamiento con las mujeres dejó mucho que desear, al igual que Rafael, otro conocido mujeriego.
Por igual, no se deben conducir autos Volkswagen por el escándalo de hace unos años en la falsificación del registro de emisiones de contaminantes, además de que el visto bueno del escarabajo lo dio en la primera mitad del siglo XX el mismísimo Hitler. Y ni que decir de consumir aguacates, hoy una de las principales fuentes de lavado de dinero para los cárteles del narcotráfico.
Ya con la mayoría haciendo gestos, porque la lectura de cartilla se estaba extendiendo demasiado, Mario dijo que, en el caso de México, se deben de cancelar los libros de Juan José Arreola, después de la acusación que lanzó contra él Elena Poniatowska. Por igual, continuó mientras daba un sorbo a su vino, es necesario vetar en adelante a Javier López Chabelo, tras la acusación de una conductora a la que presuntamente le pidió un “rapidín”. Y ya encarrerado el caballo, agregó Mario, se deben cancelar de la cultura todos los programas, grupos y discos que lanzara el productor Luis de Llano, incluyendo las canciones del grupo Timbiriche, a causa de la escandalosa relación que tuvo con Sasha Sokol, siendo él un hombre de más de 40 y ella con tan sólo 17 años.
¡Así es como debe ser, el mundo está cambiando! - exclamó Mario levantando las dos manos a ambos lados de su rostro.
Se hizo un silencio general, todos temían contradecirlo y ser etiquetados como defensores de algunos de estos personajes... o peor aún, de trivializar los muchos “porqués” por los cuales habían sido juzgados. En la era de la cancelación, un paso en falso puede convertirse en la ruina, uno puede ser etiquetado de cómplice como en el macartismo. Solo la música del estéreo se escuchaba en la estancia y todos miraban sus copas.
Pero de pronto, una canción surgió de las bocinas, la famosa Do you remember, de Phil Collins, músico recientemente señalado por aparecer en las listas de pasajeros del avión Lolita express, que llevó a celebridades como Mick Jagger, Stephen Hawking y Bill Clinton a la isla de Jeffrey Epstein.
Todos se miraron. Paty, la anfitriona de la cena, se apresuró a apagar el estéreo. Todo quedó en silencio.
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