La tecnología ha traído consigo un fenómeno extraño que ya es objeto de estudio por parte de los especialistas, quienes en los años recientes han dado seguimiento a numerosos casos de personas que fingen hablar por su teléfono celular hasta 30 veces al día.

Factores como la timidez, el narcisismo, la inseguridad, además de otros tantos, como zafarse de una cita, ignorar sutilmente a un conocido en la calle, o como ya se hizo famoso entre los políticos, “aplicar la del celular” para evitar ser abordados por gente indeseable, han convertido a este aparato en la muletilla más usada de la urbe.

Dos estudios de especialistas mexicanos, calculan que por lo menos tres de cada cinco personas con un celular, han fingido, por lo menos una vez, una conversación inexistente para salir de algún apuro, lo cual, llevado a números, habla de 40 millones de usuarios mexicanos que han usado este extraño recurso histriónico.

No obstante, señalan los expertos, existen casos de mucha mayor gravedad que han requerido terapia por conjuntar aspectos de mitomanía grave, mezclada con delirios fantásticos y complejos de inferioridad.

Los siguientes son sólo algunos de los testimonios que los especialistas nos han hechos llegar y que han sido recabados durante sus terapias, obviamente los nombres han sido cambiados, pero se respetó la edad real de los sujetos del estudio.

“Fingir hablar por celular comenzó como un juego, lo hacía durante los descansos en la universidad porque no tenía muchos amigos, pero después se fue volviendo obsesivo, me inventé literalmente una vida inexistente que compartía en voz alta a todos los que me escuchaban en los salones o en la cafetería, una conocida se dio cuenta una vez y me marcó justo cuando fingía una conversación, me dijo: ya deja de hacerte el loco, me dieron ganas de llorar de vergüenza”. Toño, 20 años.

“Si un tipo me parecía aburrido, fingía que alguien me llamaba por celular por una emergencia y lo dejaba en el café, lo mismo si veía a alguien que me cayera gordo en la calle. En la oficina, si quería escaparme, fingía delante de mis compañeros una conversación con un cliente que me exigía presencia inmediata, al final del día me sorprendía que no tenía ni una llamada entrante real, todas habían sido fingidas”. Nancy, 31 años

“Si viajaba en el camión y veía a una chava guapa, sacaba el celular y fingía una llamada para presumir de cosas inexistentes para impresionarla, lo mismo en la oficina o en una cena donde hubiera mujeres guapas, hablaba fuerte, con toda la intención de ser escuchado y casi casi presumía lo padre que había estado el viaje a Cancún con mis cuates Diego Luna y Gael García, el celular se convirtió en mi herramienta para mis presunciones e inseguridades. Lo malo es que al final ni ligaba nada, las chavas me daban la vuelta y me sentía como un verdadero menso”. Octavio, 32 años.

“Yo sufría de un serio problema, un profundo sentimiento de enojo y agresividad, y el celular se convirtió en mi mejor aliado para sacar a mi monstruo, para provocar a terceros. Si cerca de mí había alguien que me cayera gordo, me fijaba en su aspecto físico, sacaba el celular y fingía una conversación en la que lo describía de pies a cabeza, igual cuando estaba cerca de policías, en la fila para hacer algún trámite, nadie se salvaba, era como un estado de locura en el que fingía hasta 20 o 30 conversaciones por día”. Ramón, 42 años.

“Fingía tanto hablar por celular, que la gente se sorprendía de la recepción casi sobrenatural que tenía mi aparato, pues yo seguía hablando en los ascensores, en el metro y en lugares donde nadie más recibía llamadas, un día me vi al espejo y me dio miedo, realmente esta es una nueva neurosis que pocos han tomado en cuenta, pero que afecta a miles, si no es que a millones de personas”.

“Lo más curioso es la paradoja, uno usa un medio de comunicación para no comunicarse con nadie, nuestra sociedad pareciera cada vez más disfuncional”. Beatriz 44 años.

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