Recientemente en éste mismo diario se publicó la noticia de que 56 camiones con mercancías se roban diariamente en México, eso nos remite a muchas décadas anteriores cuando ya existía toda una maquinaria dedicada a vender lo que se extraía de esos hurtos.

Bastaba que un tráiler se estacionara para que estos traficantes se abastecieran de mercancía barata y fomentaran el mercado negro. Nada más había que aguzar bien el oído y prestar atención a cualquier fulano que cada dos pasos volteara hacia atrás para comprobar que no lo venían siguiendo. Acto seguido, avanzar hacia él y hacerse el disimulado, como quien pasea chiflando por el parque. Si el instinto no fallaba, al cruzar a unos centímetros del susodicho éste diría discretamente: "Mercancía de salida jovenazo, aproveche", y acto seguido nos mostraría una canasta o una petaca con una dotación de triques de ocasión.

Hasta lo inimaginable podían ofrecer estos vendedores, llamados por algunos cronistas los "peones de la venta hormiga", apodo que no significaba otra cosa que comerciantes de mercancía extraída de los camiones y bodegas que surtían a las grandes tiendas.

Desde cepillos para los zapatos, juegos de peines, juguetes, perfumería, relojes o adornos de porcelana, hasta lencería, calcetines, frascos de café o cigarrillos, sin faltar algunos eléctricos no muy pesados y de fácil transportación.

En lugares como la Lagunilla, Tepito y algunas noches en calles oscuras y cercanas a la terminal de Mercaderes, los "peones hormiga" eran partícipes de la larga cadena del mercado negro. Lo que normalmente se compraba por diez pesos en los negocios, ellos lo "movían" hasta en menos de una cuarta parte de su valor. Para conseguir su mercancía, tan sólo hacía falta seguir la misma técnica que los chamacos cuando rompían la piñata. En cuanto alguno de los soplones del barrio daba aviso de que un "camioncito" se había estacionado "a la vuelta", estos fulanos debían abalanzarse como un escuincle por los tejocotes y agarrar lo más que pudieran.

Antes de que los sistemas de venta de fayuca alcanzaran, gracias a las feroces mafias, la sofisticación de hoy en día, en el pasado, el reparto de las ganancias era absolutamente piramidal, es decir el mafioso mayor repartía la mercancía, los peones la movían entre los parroquianos, si era posible en unas cuantas horas y le regresaban las ganancias esperando su comisión de acuerdo al volumen.

Precisamente por esta rapidez que requería el mercado, los vendedores de chueco daban siempre la impresión de que el chamuco les venía pisando los talones, aunque para los expertos en esos temas del bajo mundo, el tal chamuco sí era real y estaba representado por los gendarmes, quienes, entre más generosa la mordida, más miopes se volvían, sin faltar los competidores de otras bandas enemigas que los extorsionaban por invadir su territorio.

Obviamente, como estos fulanos vivían de la comisión, cada moneda que repartían les era cobrada a la hora de las cuentas, por eso no perdían el tiempo insistiendo con los clientes y rápidamente ofrecían, descartaban y volvían a ofrecer.

Ándele joven, reloj despertador americano, a tres pesos la pieza, dos por cinco.

¿Segurolas tan baratos?

No me entretenga ¡saque la morralla o abur! que me pueden cachar.

A veces eran tales las ofertas que, en una sola parada, los hormigas se acababan la mercancía y se ganaban el respeto del gremio de rateros. Desde utensilios para el calzado a centavo la pieza, hasta una docena de lápices por el mismo precio que uno en la papelería, todo se esfumaba igual que la decencia en una beata borracha.

Ya ni se diga de la época decembrina cuando las ofertas llovían y muchos regalaban a sus parientes regalos chuecos. Hoy todavía son comunes las ofertas en estas fechas, sobre todo en el Metro, ultimo nicho de supervivencia para los "hormigas" al estilo de antaño. No obstante, ahora la mercancía se reduce a las malas imitaciones y a las chácharas patito fabricadas en China... cómprelas y regáleselas el próximo 24 a sus enemigos. Nada como unas tijeras que se desarman, una práctica agenda con letras ilegibles o un juego de limas con polvo de vidrio molido ¡para esos juanetes duros de pelar!

Twitter: @homerobazan40

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