Aunque algunos integrantes del gabinete están abocados a cumplir con sus tareas, otros actúan cada vez más en función de futuros cálculos políticos.

Entre estos últimos está Alicia Bárcena, una mujer inteligente y preparada –quizás de las más profesionales del gabinete–, pero cuya gestión en la Cancillería podría nublarse por su obsesión de quedarse a cualquier precio en la próxima administración.

En esa lógica, la secretaria se ha enfrentado a dos pesos pesados que parece ver como obstáculos en su camino: Juan Ramón de la Fuente y Marcelo Ebrard.

No bien llegó a su puesto, Bárcena frenó el nombramiento de Eduardo Jaramillo, muy cercano a De la Fuente, quien ya se perfilaba en el Senado para ocuparse de la subsecretaría de Asuntos Multilaterales. Con esto, quiso cerrarle la puerta al exembajador de Naciones Unidas, quien hoy se muestra con más posibilidades de llegar a la Cancillería. Según la versión que no dio la canciller, el funcionario tiene problemas de salud.

Con Ebrard y el equipo que dejó en SRE, las fricciones están a flor de piel. En días recientes, se publicó que el excanciller había recibido una condecoración del gobierno de Honduras, sin antes pedir permiso en Cancillería.

En artículos periodísticos se ha acusado a Marcelo de no haber solicitado en tiempo y forma el permiso para portar la condecoración, y no ha faltado quien asevere que por ello tendría que perder la nacionalidad mexicana. Consultada al respecto, la misma canciller reveló que “el proceso para solicitar una condecoración debe seguirse ex ante” y que el trámite llegó dos días después.

Aunque el área de protocolo de Cancillería respondió positivamente a la solicitud, lo que violaría sus propias reglas, existen versiones de que la propia Bárcena alimenta en los círculos del poder la narrativa de que Ebrard podría perder su nacionalidad por ese detalle.

En cuanto a la relación con el Presidente, la gestión de Bárcena ha tenido algunos tropiezos.

A la más reciente reunión del Foro Económico Mundial, en Davos, la secretaria pretendía llevar a siete funcionarios, más personal de la Embajada. Al parecer, el tema irritó a López Obrador, quien decidió bajar a Bárcena con todo su séquito, enviando solamente a un subsecretario. Alicia terminó yendo a Washington, aunque podría haber hecho los dos viajes.

Algunos de los colaboradores de la secretaria también han sido cuestionados internamente, como es el caso de Rodrigo Morales Castillo, hijo de Hellen Castillo, quien por años ha sido secretaria privada y socia de Julio Scherer Ibarra, figura que no terminó bien con el Presidente y tiene serios cuestionamientos de corrupción. Recientemente, la canciller se hizo acompañar por Morales a una gira por China –de la que poco se sabe– para comprar electrodomésticos para Acapulco.

Otro perfil que ha despertado dudas es el de Israel Soberanis, director de Finanzas. En agosto, un reportero recordó en la mañanera que se trata de un personaje cercano a figuras del más rancio priismo guerrerense, cosa que llevó al Presidente a decirse “sorprendido” por el nombramiento de su canciller.

Algo parece haber generado sospechas en la conducta de este funcionario, quien está dejando la SRE en condiciones poco claras, mientras desde Hacienda se le impuso a la secretaria un nuevo titular, en lo que pareciera un poco de desconfianza.

Pregunté a la secretaria las razones de esta salida: “Presentó su renuncia por razones de salud”, fue su lacónica respuesta.

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