No es tan inusual que un general en retiro haga declaraciones en contra del gobierno mexicano, como ocurrió recientemente con Carlos Gaytán Ochoa.
Los últimos dichos del general responden al descontento natural de una parte de la élite uniformada que, a decir de Eduardo Guerrero , se siente agraviada por el nombramiento de un secretario de la Defensa ajeno a la nomenklatura que ha encabezado la Sedena en las últimas décadas.
Esa élite resiente también la creación de la Guardia Nacional como un sustituto a las labores anticrimen que tradicionalmente ha desempeñado el Ejército y está molesta por la reciente exhibición de los militares como culpables del fracaso en Culiacán (sin que los civiles reconozcan su responsabilidad).
Aunque debiera ser el secretario de la Defensa quien lidie con las expresiones de descontento, el presidente decidió darle revuelo al asunto personalmente. ¿Por qué le dio tanta relevancia a esos dichos, so pena de engrandecer a una figura pequeña? Hay cinco hipótesis, no mutuamente excluyentes:
1. Porque al presidente le preocupa que los militares empiecen a opinar sobre política y quiso ponerles un alto. No hay que olvidar, sin embargo, que él mismo es responsable de haberlos empoderado al involucrarlos en actividades que van incluso más allá del combate a la criminalidad , y que él mismo promueve y celebra que hoy vivamos en una sociedad más politizada, donde todos opinemos de todo (lo que incluye a los militares).
2. Porque detrás del general Gaytán pudiera estar Felipe Calderón , en cuyo gobierno fungió como subsecretario… o porque el propio presidente quiera explotar políticamente ese nexo.
3. Porque su secretario de Seguridad, Alfonso Durazo , pudo haberle calentado la cabeza haciéndolo sobrerreaccionar. No es la primera ni será la última ocasión en que algún general en retiro hace una declaración de este tipo. Ocurrió, por ejemplo, con Roberto Badillo en 2010, cuando criticó la estrategia de combate al narcotráfico de Calderón, o en 2014, cuando Luis Garfias reclamó a los senadores permitir que los militares que participaron en la guerra sucia de los años setenta puedan ser juzgados por tribunales civiles.
4. Para desplazar la conversación pública hacia otros temas en un momento de fuerte presión mediática por los acontecimientos de Culiacán. Los tuits del presidente, en efecto, lo han hecho. Hoy estamos discutiendo relaciones cívico-militares, reflexionando sobre la historia de México, pensando si acaso podría haber un golpe de Estado... Pero, seamos sinceros, ¿estaríamos hablando de esto si no hubiera ocurrido lo de Culiacán o si la economía estuviera creciendo al 4%?
5. Porque a López Obrador le gusta el conflicto y la provocación y cree —a mi juicio con razón— que se trata de formas útiles y necesarias cuando se trata de hacer una política transformadora. En el momento más crítico por el que hasta ahora ha atravesado su administración, la declaración de Gaytán le ofrece una oportunidad para dibujar con mayor precisión la línea de la disputa política : a favor de la transformación o del lado de la reacción. Le sirve también para cohesionar a sus seguidores, reafirmar su apoyo y generar un sentimiento de unidad dentro de las filas de la 4T.
De esos tres tuits que envió el presidente el fin de semana —sus tres dardos envenenados—, lo más potente es cuando señala que estará dispuesto a apoyarse de una base social que lo proteja y lo respalde, lo que no está de más recordar cuando gobierna una opción que se identifica con la izquierda.
Lo que nos está diciendo es que la sociedad juega un papel importante en su estrategia para asegurar la gobernabilidad. Que gracias a esa estrategia podrá mantenerse fuerte y resistir a cualquier intento de las élites económicas o grupos de interés, ya no de intentar un golpe de Estado —que se antoja muy improbable— sino de ensayar posibles acciones desestabilizadoras.
@HernanGomezB