Dicen los que saben, no sin una buena dosis de romanticismo, que Wikileaks cambió la manera de hacer periodismo. Cuando el dictador Ben Ali de Túnez tuvo que huir de su país en 2011 por causa de la rebelión que estalló un año antes, muchos señalaron que la filtración de ciertos cables, que se divulgaron en principio en la famosa página del también famoso(hoy un poco más) Julian Assange, fueron el detonante para la victoria en la revolución de aquel país; dicha información era básicamente un comentario de la embajada estadounidense en Túnez que decía algo que no era precisamente un secreto: que el dictador y su familia obtenían a capricho bienes y servicios por montos descomunales. Ese cometario hecho por diplomáticos de alto nivel fue el pequeño empujón que llevó a todo un movimiento en aquella región y que culminó con revoluciones en al menos cinco países del norte de África, lo que después se llegaría a conocer como la Primavera Árabe. Wikileaks ha divulgado desde entonces bagatelas y chismes entre diplomáticos hasta encubrimientos importantes como la muerte de periodistas en manos de militares estadounidenses.
La bandera no oficial de Wikileaks es que toda información que involucra a las instituciones y que afecta a los intereses ciudadanos debe ser pública, el Estado no tiene derecho a reservar información a la sociedad. El cuarto poder tenía pues un apéndice que escapaba a intereses y censura autoimpuesta por los medios o las instituciones. No parecía una idea nueva, siempre han existido medios de difusión alternativos que buscan ser un equilibrio a aquellos más alineados; lo novedoso era la manera de distribuir dicha información. Al final los grandes diarios del mundo abrevaban de Wikileaks sus notas de primera plana.
Probada la fórmula, desde el 2015 funciona en nuestro país Mexicoleaks, por iniciativa de Free Press Unlimited y con la colaboración de diversos medios nacionales. Esta operaría, al menos en el discurso, en el mismo tenor que la plataforma de Assange, haciendo pública información confidencial, de interés público, que ponga en evidencia casos de corrupción y violación de derechos humanos. Si bien lo que haría equivalente a Mexicoleaks con Wikileaks sería la posibilidad de exponer información desde “adentro” de las instituciones, de momento la plataforma es más convencional e invita a los ciudadanos a hacer denuncias anónimas, por lo que su máximo atractivo está algo lejos del de la plataforma que la inspiró. Mexicoleaks turnará las denuncias a periodistas de ciertos medios para que la investiguen y, si estos consideran pertinente, se publique en el portal mexicoleaks.mx
Muchos ven en este sistema, que busca en las grietas de las instituciones la información que sea detonante de grandes cambios, como algo más bien radical, en los límites de lo legal e incluso peligroso para la seguridad nacional. Sin embargo, las necesidades de los tiempos que corren parecen requerir de este tipo de contrapesos, no importa cuándo lea esto.