Hace unas semanas mencionábamos por aquí algo acerca de un proyecto de Google que buscaba que un programa de computadora escribiera textos que podrían llegar a considerarse “poemas”. Quizá la aparente subjetividad del género hizo creer a los programadores que tendrían resultados favorables. Si bien hubo opiniones encontradas, en general los lectores percibieron algo artificial en los textos. El proyecto demostró que, aunque se puede engañar a algunos con frases elaboradas y versos cortos, la poesía y la sensibilidad humana no son tan fáciles de replicar con un puñado de algoritmos.

Pero ese intento de desarrollar un programa de inteligencia artificial que experimente con las artes no es el único, y hay otros más osados todavía. En internet se puede encontrar un cortometraje de nueve minutos titulado Sunspring, que está causando furor. Uno de los protagonistas es Thomas Middletich, reconocido actor de la serie “Silicon Valley”. El corto fue presentado en el concurso de ciencia ficción SciFi London. El guion fue elaborado por “Benjamín” un escritor virtual, al que alimentaron con una veintena de guiones de ciencia ficción para que fuera capaz de entender diálogos y estructuras, ¿el resultado? Un desastre.

El nivel de creatividad de Benjamín está más cerca de una tómbola que el de algo o alguien con un nivel básico de inteligencia: diálogos sin sentido, una trama inexistente, un ambiente confuso, cambios de escenario sin justificación… no hay dirección ni actuación que puedan salvar al libreto; el experimento es tan malo que el programa ni siquiera fue capaz de dar nombres a los personajes, dos de los tres protagonistas se llaman “H”. Los programadores propusieron a Benjamín que la acción se desarrollara en el futuro, en una sociedad que padece problemas graves de desempleo, y recomendaron que hubiera un elemento científico en la trama, nada de eso sucede. El corto son nueve minutos con personajes que se repiten una y otra vez “no entiendo lo que me quieres decir”, lo cual es lo más coherente, y la frase más repetida, en Sunspring. El que los desarrolladores, investigadores de la Universidad de Nueva York, llamen a Benjamín una “red neuronal” o “Inteligencia Artificial” pareciera ser parte del mismo absurdo guion. Aun así, hay publicaciones “serías”, que en un arrebato de esnobismo, afirman que dicho guion tiene “ritmo y una estructura superior al promedio humano” y que los obvios caprichos azarosos de un programa, que evidentemente no sabe lo que hace, son ingeniosas “vueltas de tuerca”. Busque el video y juzgue usted mismo.

Quizá si pudiéramos llegar descifrar los procesos que realiza el programa, quizá si alguien se toma la molestia de explicar a detalle por qué Benjamín eligió, palabra por palabra, los elementos en su obra, quizá eso le daría cierto valor técnico a este tipo de propuestas; de otra forma Benjamín o el poeta de Google terminan siendo un par de carísimas cajas de zapatos llenas de papelitos con frases escritas que alguien saca al azar. Lo único que queda claro, en el caso de Benjamín, es que los guionistas de cine alrededor del mundo pueden dormir tranquilos por muchos muchos años más.

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