Cara le costará a la Feria del Libro de Guadalajara (FIL) su edición 34 a llevarse a cabo este año; eso explicaría por qué la reticencia, hace unos meses, de seguir el rumbo de otras grandes ferias literarias alrededor del mundo de pasar a la modalidad en línea. El déficit que ronda los 27 millones de pesos es razón poderosa para que sus organizadores anunciaran que la FIL iba casi como de costumbre, con ciertas medidas sanitarias para generar confianza en los fieles visitantes y, por supuesto, de editores nacionales e internacionales que tienen en la FIL el escaparate ideal no sólo para nuestro país, sino para el mundo literario en lengua castellana.

La FIL se convirtió, por las circunstancias, en una trampa mortal no sólo para los potenciales compradores de libros, en temas de riesgo sanitario, era una clara trampa para editoriales y todo el que iba a hacer un negocio ahí; la FIL dio facilidades a éstos últimos, sí, facilidades que en la balanza habrían beneficiado nada más a los organizadores. Las condiciones sanitarias, pero sobre todo la ausencia de los grandes editores (sobre todo esto último, no nos engañemos) es lo que llevó a tomar la decisión obvia que anunció Raúl Padilla, presidente de la Feria, junto con el rector de la Universidad de Guadalajara, la directora de la Feria y otros organizadores y representantes del país invitado, en una conferencia de prensa a distancia.

Queda claro que no es una decisión improvisada, lo dijo Marisol Shulz en esa conferencia, y vemos que se estiró la liga hasta que se rompió para sacar el plan B. No perder la inversión y generar ingresos era la urgencia principal, entendible, por supuesto. Este año veremos una FIL que invierte para no perder prestigio y con la promesa de que el invitado especial, el emirato de Sharjah, vendrá con todo para el 2022, de manera presencial si no nos pega otra crisis.

Al día de escribir esta colaboración, la información en la página oficial relativa a las actividades sigue siendo material de 2019 y no queda del todo claro en qué van a consistir las actividades virtuales; es cierto que falta un mes, pero uno esperaría que inmediatamente después de la conferencia pudiéramos tener la información pública. De lo poco que se sabe para este año es que habrá talleres infantiles en los que, previo registro, se enviarán materiales a domicilio, poco más. Las fechas no cambian: del 28 de noviembre al 6 de diciembre.

La FIL ya nos ha sorprendido, en temas de tecnología, con algunos interesantes experimentos en ediciones pasadas relacionados con realidad virtual, una mejor interacción con las aplicaciones y algún evento a distancia. La verdad es que las expectativas son altas, es la feria del libro, en español, más importante del mundo. Los medios y la tecnología están ahí y los organizadores han prometido no defraudar con el programa. No queda más que esperar y ver si las actividades cumplen.

herles@escueladeescritoresdemexico.com

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