Estados Unidos se empieza a eregir como el epicentro de una ola represiva de obras literarias. Informes recientes de PEN América revelan que, durante el 2023 y 2024, se prohibieron más de 4.000 títulos en bibliotecas públicas y escolares, una cifra histórica. Estados como Florida y Iowa lideran esta cruzada, apoyados por organizaciones civiles que promueven una visión conservadora extrema disfrazada de preocupación parental. Entre los libros vetados destacan “La casa de Bernarda Alba” de Federico García Lorca, “El cuento de la criada” de Margaret Atwood e “It” de Stephen King. Estas obras han sido eliminadas de bibliotecas bajo el pretexto de contener material inapropiado, demostrando cómo la censura literaria busca ejercer un control ideológico sobre las nuevas generaciones.
La escalada de censura no se detiene en la eliminación de libros. Datos recientes indican que 339 escritores permanecen encarcelados en todo el mundo, la cifra más alta en cinco años. Países como China, Irán, Arabia Saudí y Rusia encabezan esta lista, utilizando el encarcelamiento como una herramienta para sofocar la disidencia y la creatividad literaria. Casos como el del escritor francoargelino Boualem Sansal, detenido recientemente bajo cargos de terrorismo, ponen de manifiesto el costo humano de estas políticas represivas.
Sin embargo, en medio de este panorama sombrío, las nuevas tecnologías emergen como una herramienta clave para combatir la censura y preservar la libertad de expresión. Plataformas digitales, blockchain y la inteligencia artificial están desempeñando un rol crucial en garantizar el acceso a obras prohibidas y en crear espacios de resistencia frente a la opresión literaria.
Una de las iniciativas más prometedoras es el uso de la tecnología blockchain para almacenar y distribuir libros censurados. Al descentralizar el acceso, esta tecnología permite que obras prohibidas sean compartidas de manera segura y sin intermediarios, eludiendo así restricciones gubernamentales. Proyectos como IPFS (InterPlanetary File System) ya están siendo utilizados para preservar y distribuir textos prohibidos en regiones con altos niveles de censura. Plataformas como Wattpad o Scribd se han convertido en refugios para escritores que enfrentan restricciones en sus países de origen, proporcionando un espacio seguro para compartir sus historias.
Por otra parte, la inteligencia artificial está revolucionando la manera en que las obras censuradas son preservadas y traducidas. Herramientas como ChatGPT o DeepL han facilitado la creación de versiones alternativas de textos censurados, adaptándolos para sortear algoritmos de detección y promoviendo su circulación en entornos digitales restringidos. Además, proyectos de digitalización masiva como el Internet Archive están trabajando activamente para garantizar que los libros eliminados de las bibliotecas físicas permanezcan accesibles en línea.
La batalla contra la censura literaria no está perdida. La tecnología ofrece un rayo de esperanza en un momento de oscuridad creciente. Pero para que esta resistencia sea efectiva, es necesario un compromiso global: desde ciudadanos que defiendan el acceso a la literatura, hasta legisladores que protejan los derechos fundamentales. Como argumenta PEN América, “la libertad de expresión es un derecho humano inalienable que debe garantizarse en cualquier sociedad que se considere verdaderamente libre”.