Si hablamos de arte, en todas sus formas, el consenso general es afirmar que si alguna función tiene es la de mostrarnos la situación de las comunidades en las que éste se desarrolla; es un termómetro que mide los temperamentos sociales, lo que amamos y odiamos, e incluso, como dice Argüelles en su antología general de la poesía mexicana, también nos puede mostrar la indiferencia de una generación ante su mundo. El problema es que siempre estamos demasiado cerca en el tiempo, cerca de los acontecimientos, y demasiado lejos entre comunidades y culturas, como para percibir de manera clara qué es lo que el conglomerado creativo nos quiere mostrar; ha sido muy difícil crear, en apenas unas horas y a pesar de la globalización, una “narrativa” de lo que somos a nivel macro, como humanidad.
Y es que no podemos confundir el tema de moda del día, o del año, que inspira a los artistas a crear obra, a quedarnos anclados en una noticia, por más llamativa que esta sea, porque estas se acaban diluyendo en el tiempo y lo que realmente importa se va acomodando en un puzzle intangible, aquello con lo que se nos reconocerá, como generación, en el futuro. Definimos, a través del arte y de otras manifestaciones culturales, a otras generaciones en otros siglos. Por supuesto, el arte y la cultura que están sucediendo son solo parte de un complejo sistema de reflejos sociales.
Hoy, la tecnología quiere darnos atajos para hacernos más conscientes del espíritu que corre, en tiempo real. La Universidad de California ha desarrollado una herramienta llamada MoNA (siglas para Moral Narrative Analyzer); con base en los cada vez más famosos y complejos algoritmos, esta herramienta es capaz de medir y evaluar, a gran escala, cuál es nuestra situación moral como humanidad, basados en contenidos de consumo tomados de fuentes tan diversas como el cine o los noticiarios. Esta herramienta es capaz de procesar alrededor de 30 mil medios cada 30 minutos con apoyo del proyecto de recolección de bases de datos GDELT, auspiciado por Google (búsquelo en Internet, le resultará muy interesante todo lo que la plataforma sabe de las sociedades), y por la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos (la NSF), fundada en la década de los 50 y que tiene la capacidad de almacenar una cantidad inimaginable de noticias y eventos mundiales que se actualiza cada 15 minutos.
MoNA utiliza sus complejos algoritmos no sólo para filtrar, sino para medir con precisión la ética y el marco moral mundial, regional, institucional e incluso personal en momentos muy específicos. La herramienta clasifica la información en cinco apartados con base en fundamentos morales de la psicología social: justicia, lealtad, autoridad, integridad y protección a los demás. MoNA no realiza sus estadísticas sólo a través de sus algoritmos, cuando hay alguna duda respecto de la fiabilidad de un resultado, hay un equipo enorme de personas capaces de procesar los contenidos más complicados. El objetivo de todo este trabajo es comprender cómo actuamos con base en los mensajes (culturales, políticos, sociales, informativos…) que recibimos todos los días, y cómo éstos nos motivan a actuar; MoNA mide entonces el “sentimiento social”, ese que, de alguna u otra manera, mide también el arte que, sin duda, tendrá también la capacidad de plasmar con estas herramientas, de maneras más específicas, su momento.
@Lacevos