Ya se terminó el 2020 y en los mundillos del arte y la cultura quisiéramos pensar que con el cierre de este ciclo se acaban los problemas generados por la terrible pandemia provocada por el Covid-19 en el finado y fatídico 2020; un deseo que se extiende a todos los conflictos producto de este hecho; pero nada más alejado de la realidad. A fin de cuentas, está en nuestra naturaleza humana el programarnos para que cualquier tipo de inicio, tan subjetivo como la conclusión y reinicio de un ciclo solar, nos ofrezca esperanzas (muy posmodernas) de un futuro mejor. Esto no ha terminado, y el arte y la cultura, a todos los niveles, seguirá resintiendo los estragos de esta pandemia este año que comienza. Pero, como dejamos implícita en nuestra última columna, no podemos evitar desear que estos eventos catastróficos abran las puertas para nuevas posibilidades de darle la vuelta a las complicaciones implícitas y que resulte en soluciones positivas todo este jaleo.
Proponemos una especie de brevísima carta a los Reyes Magos, con copia a las autoridades responsables de las culturas locales y nacionales, enfocada a que, en nuestra visión de la situación, podemos encontrar canales de salida a los problemas generados, no por una intención consciente de derrumbar las estructuras y vida cultural y artística de este país.
El deseo de esta carta se instala como único y contundente: reactivar los sitios digitales en los que la cultura oficial se mueve; es vergonzoso el abandono en el han caído los canales institucionales culturales en México; información caduca de administraciones pasadas que denotan la falta de interés en estos rubros que consideramos vitales para el correcto funcionamiento de la sociedad; una posibilidad de gasto quizá visto desde las altas esferas burocráticas que no alcanzan a ver la magnitud de los beneficios a mediano y largo plazos. Son tiempos económicamente difíciles, sí, pero por otro lado fácilmente adaptables a los contextos, por lo menos en estos temas. No podemos darnos el lujo de despreciar la enorme riqueza artística y cultural de nuestro país, en cuanto a difusión, por la pereza de subir obra, proyectos e información a dichos canales; si la llamada “alta cultura” no resiste la embestida económica que supone esta terrible crisis (grandes inversiones orientadas a traer “lo mejor de lo mejor” del arte y la cultura internaciones), por qué no abrir espacios virtuales para lo que se sigue produciendo en este país, a fuerza del talento que no para a causa de las circunstancias. Los semáforos rojos cierran museos, bibliotecas y galerías, pero abren espacios a producciones que no requieren de los cuidados y atenciones intrínsecos a lo que solemos encontrar en estos espacios físicos.
Quisiéramos que el 2021 fuera el año en el que le damos la vuelta a las circunstancias y le damos al mismo tiempo un impulso a los canales digitales que mueven la obra más actual y real desde la particularísima visión de nuestros artistas que presencian estos hechos. Queremos-deseamos que el arte y la cultura en México no sólo no pierdan escaparates, sino que se democraticen (en la medida de las posibilidades inherentes) los espacios para una obra que ha sido condenada a las sombras, un salón de refusés que tiene, en estos días difíciles, su gran oportunidad en lo virtual.
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