Inédita fue la agresión que sufrió el Secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, quien vivió un lamentable y duro momento el viernes pasado, cuando sicarios pretendieron arrebatarle la vida, afortunadamente sin éxito. Menos fortuna tuvo Gabriela Gómez Cervantes, mujer trabajadora, madre de familia, que murió a manos de esos denostables sujetos, y dejaron en la orfandad a sus dos menores hijas.

Por twitter, el Secretario de Seguridad Ciudadana, informaba paso a paso lo que de forma subsecuente sucedía; incluyendo su salud que, por fortuna, hoy se reporta fuera de peligro. Aún en esta grave situación, el Secretario García Harfuch, se dio tiempo para agradecer las muestras de solidaridad que recibió ante el lamentable percance.

¡Eso debe quedar en la conciencia de la sociedad mexicana: la solidaridad!

Hoy, como nunca, el estado mexicano requiere de toda la solidaridad y acompañamiento de su sociedad, ya que la única forma de hacer frente al flagelo de la delincuencia es, cuando al unísono, pueblo y autoridades lo repudian, como repudiable es cualquier acto que atente contra la integridad de las personas y la paz pública. La agresión y el desafío mostrado por ese grupo delincuencial, no es a la persona que, circunstancial y transitoriamente, ocupa un cargo en la función pública. El desafío que se registró es al Estado mexicano, y la agresión directa al pueblo de México.

En las últimas horas, ha fluido información sobre la existencia de una lista de servidores públicos que podrían ser agredidos, como hoy lo fue el Secretario García Harfuch; él es solo una pieza del instrumento responsable de brindar seguridad y paz a la población mexicana. Imaginemos entonces el terrible peso que lleva sobre su espalda el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana Federal, Alfonso Durazo Montaño, quien es el pilar central de la estructura que busca proveernos de seguridad. Él es el hombre que encabeza la lucha contra este flagelo en el que se ha convertido el crimen organizado.

Sus detractores políticos podrán acusarlo con diversos calificativos, pero nunca podrán acusarlo de cobarde. El ataque y la capacidad destructiva observada en este tipo de delincuentes que, incluso, se atrevieron a hacerlo en el mismo corazón de la nación, nos obliga a reconocer a todos aquellos que ponen en riesgo su vida, por defender la nuestra. Nos provoca a ser reflexivos ante el papel que Durazo, y sus hombres, juegan al combatir día a día a todos aquellos malos mexicanos que decidieron dañar a su pueblo.

Alfonso Durazo Montaño es un ciudadano como cualquier otro, con una vida detrás y un futuro por venir, con familia, amigos, y todo aquello que puede dar plenitud a los seres humanos. El difícil papel que hoy juega, seguro es motivado por el deber que nace cuando se le tiene amor a México. Poner en riesgo su forma de vida, no es algo que cualquiera esté dispuesto a hacer, está claro que muchos de los que lo detractan hasta con histeria, difícilmente jugarían ese rol en la vida pública de México. Reza un conocido refrán: “Se ven de forma distinta los toros detrás de la barrera”.

Cómo negarle al Secretario Alfonso Durazo Montaño, que su motivación responde a un auténtico sentimiento por México, y no solo al deber que corresponde al momento y al lugar que le demanda la historia.

De refilón

Este martes en la Cámara de Diputados, se llevará a cabo una sesión extraordinaria dentro de la nueva normalidad. El fin de semana, diputados y personal de Cámara, que habremos de asistir a esa sesión, fuimos sometidos a las pruebas que descarten la presencia de Covid-19; estas, aunque molestas, no provocan ningún dolor ni malestar posterior, su aplicación demanda un mínimo de tiempo. Ojalá y un mayor número de mexicanos tuvieran acceso a las mismas.

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