La participación de las mujeres en el proceso electoral por venir, como nunca, ha despertado expectativa; si bien es cierto que la paridad está establecida por ley, hasta hoy, las mujeres han tomado la relevancia necesaria para generar igualdad en su participación político-electoral.
Sin embargo, aún sigue siendo común escuchar a dirigentes de algún partido político mencionar que uno u otro estado, uno u otro distrito o municipio se reserva para “pagar género”, es decir, utilizan la palabra “pagar” para manifestar que es una obligación, y no como debiera de ser, el justo reconocimiento a la participación política femenina.
De esta forma, los dirigentes minimizan y de manera directa denostan a las mujeres de su propio partido o a aquellas que, aun cobrando relevancia en la movilidad política, no reciben el justo reconocimiento.
Es innegable que en este proceso hay estados de la república en donde esto está sucediendo, algunos dirigentes o partidos se ven obligados a colocar el nombre de una mujer para cubrir el espacio que por ley les corresponde o para atender a la opinión pública, que, en muchos de los casos, genera una presión social ante la incansable lucha que las mujeres han sostenido en la búsqueda de la igualdad de sus derechos partidistas, políticos y electorales.
Esta práctica se habrá de suprimir en el momento en que a la mujer se le permita un mayor desenvolvimiento en la vida partidista; lo curioso, extraño e injusto es que la mujer tiene una mayor participación a la hora de hacer proselitismo, los cuadros con mayor reconocimiento y con militancia partidista son precisamente mujeres, quienes pie-tierra logran mayor contacto social en sus comunidades.
Más del 60 por ciento de quienes conforman los padrones de militantes de los partidos son mujeres, y es que estas siempre han acreditado mayor interés a la hora de buscar mejores alternativas de vida para sus familias y comunidades.
Las mujeres inspiran mayor confianza a la hora del contacto social, según lo revelan diversos estudios; entonces, ¿por qué no permitir una mayor participación de ellas en cargos de elección popular?, esto responde a que, en la mayoría de los casos, las cúpulas partidistas están ocupadas por hombres y no así por mujeres, con lo que se limita la intervención de estas en decisiones equilibradas. La restricción en la justa participación de la mujer en los procesos electorales se genera a través de los partidos políticos, no en la ley ni en el rechazo social.
La lucha feminista que durante décadas se ha manifestado en la historia de la humanidad y que ha promovido la igualdad entre la mujer y el hombre, ha quedado manchada de sangre, y las agresiones han sido perpetradas por el
hombre. El caso de las hermanas Mirabal quienes un 25 de noviembre de 1960 fueron brutalmente asesinadas por su lucha contra el régimen del dictador dominicano Leónidas Trujillo, es una clara muestra de la conducta machista y de lo difícil que resulta para las mujeres encontrar la comprensión y el justo reconocimiento por parte del hombre.
Solo basta recordar que las hermanas Mirabal, luchadoras sociales y defensoras de la democracia y la igualdad de género, fueron molidas a palos hasta causar su muerte. Estos feminicidios atroces que acreditan el odio de hombres hacia mujeres, jamás deben repetirse.