En este espacio ya se ha dicho que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador es el primero reconocido con ideología de izquierda. Para muchos, tal vez no sea suficiente izquierda la que profesa, pero la realidad es que, durante 20 años, el actual mandatario se consolidó como el único referente vinculado a esta ideología y es de reconocer que no solo en México, también su nombre es representativo de toda Latinoamérica.

Por ello, es importante destacar que cuando se ostenta y enarbola algún tipo de ideología, esta debe imponerse como el más alto e inalterable principio; el interés personal o grupal siempre debe pasar a segundo término.

La ideología es la elección simple y llana de una forma o estilo de vida.

La izquierda mexicana siempre ha estado en contra de los abusos que, a lo largo de la historia de México, se han observado en gobiernos de partidos ideológicamente distintos al actual.

Desde el 2000, con el arranque del nuevo siglo, el gobierno mexicano vivió su primera transición democrática real y la derecha mexicana tuvo la oportunidad de gobernar y lo hizo durante 12 años, con un estilo conservador, apegado a sus principios ideológicos.

El resultado aún se sigue padeciendo por los mexicanos, el arraigo y la forma en que se enquistaron la inseguridad y la corrupción en México han sido la herencia más lamentable y de mayor impacto para la vida cotidiana de la sociedad mexicana.

Hoy, el presidente López Obrador sigue siendo enfático en destacar que estos son los mayores flagelos a combatir para desarraigar y desenquistar de nuestra forma de vida. Lo anterior, sin dejar de insistir sobre la reconciliación nacional, sobre su interés por armonizar la relación entre todos los sectores que convergen en nuestra vida diaria. Ha sido claro en destacar el perdón, que mueve como carta de buena voluntad la nueva relación entre sociedad y Estado, con mayor razón con la clase política.

Hoy para todos aquellos que profesamos amor por México, lo debemos acreditar de forma determinante, apostando al fortalecimiento de sus instituciones; la obligación es mayor cuando se enarbola y se asume una ideología de izquierda.

Es inconcebible que hoy el PRD se constituya como parte de un frente opositor a ultranza contra aquel que, durante 18 años, fue tratado como el más emblemático y reconocido dirigente de ese partido y, por supuesto, de la izquierda.

Las propuestas del presidente López Obrador, o cuando menos el 80 por ciento de estas, en el terreno legislativo y gubernamental están sostenidas en el ideario que el PRD enarboló, como plataforma de gobierno, en cuando menos tres procesos electorales; por ello resulta lamentable que, atendiendo intereses personales o grupales, la ideología quede a un lado y se ataque al primer presidente que de forma democrática consolida la izquierda mexicana como su representante a nivel mundial.

Ojalá y el esfuerzo que realiza López Obrador reditúe en el bienestar de los mexicanos. Ojalá y, por el bien de la izquierda, el gobierno se imponga como la más equilibrada y mejor estilo de vida, que consolide con mayor persistencia la igualdad en los derechos de sus ciudadanos.

No puede ser que hoy, el mayor festín y la mayor gloria del PRD sean llevar al presidente López Obrador al banquillo de los acusados ante la instancia electoral. Cuando éste ha incrementado, precisamente, el castigo a todos aquellos que, utilizando el poder gubernamental, direccionen un resultado electoral.

Ojalá que se imponga la razón y se empiece por reconocer la congruencia en el trabajo que realiza el Ejecutivo federal.

Diputado federal

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