A una semana de que concluya el proceso electoral, en el que seis estados de la república renovarán su Poder Ejecutivo, la efervescencia electoral toma su curso natural y los dimes y diretes son pan de cada día, con acusaciones entre sí para intentar modificar la aceptación que uno u otro candidato ha generado entre el electorado; sin embargo, en seis días más el destino de cada entidad donde se realiza este ejercicio democrático estará echado.
Este miércoles se habrán de realizar los cierres de campaña en las seis entidades federativas y, a partir de este jueves, los partidos y sus candidatos no podrán realizar actos que promuevan su imagen o la de sus institutos políticos.
Todos se deberán concentrar en sus estructuras electorales, que en muchos de los casos no lograron completar el total requerido de Representantes Generales y Representantes de Casilla para vigilar el adecuado desarrollo del proceso y cuidar los intereses de cada fuerza política, la llamada defensa del voto.
De acuerdo con las tendencias difundidas en las últimas semanas y con diversos análisis político-electorales, los resultados parece se darán a favor de la izquierda mexicana a través de la alianza conformada por el Partido del Trabajo (PT), el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y Morena; por lo que se perfilan para ellos los triunfos en Durango, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas.
En esta última entidad hay que recordar que existe, en muchas ocasiones, imprecisión en las tendencias, ya que la delincuencia organizada en esa entidad ha logrado penetrar y tener influencia en los procesos de esta naturaleza. De acuerdo con las tendencias, Tamaulipas será una victoria más para el bloque de izquierda, si es que no se genera una operación ilegal por parte de grupos delictivos. Es el estado en donde los focos rojos se encienden y en donde los cuerpos de seguridad, tanto locales como nacionales, deben poner especial atención.
Aguascalientes, todo parece indicar, lo habrá de conservar Acción Nacional, con su candidata María Teresa Jiménez, aunque no así el actual gobernador Martín Orozco Sandoval, con quien mantuvo una distancia durante todo el proceso, y con quien, previo al inicio del proceso electoral, se registró una notoria ruptura.
En Quintana Roo, aunque no existe una alianza formal, está claro que no obstante la aparente división de las fuerzas políticas que ahí convergen, todo se alineó para favorecer la propuesta del partido Morena.
Para el Partido Acción Nacional perder tres de cuatro entidades, sin duda, es una derrota altísima para su dirigencia nacional; pero para el Partido Revolucionario Institucional (PRI), la derrota se acrecienta de forma significativa, no solo por perder Oaxaca e Hidalgo, este último considerado uno de sus cada vez menos bastiones políticos; para el PRI es mucho más contundente la derrota, ya que abre la puerta para que en el 2023 Coahuila y el Estado de México se encuentren en condiciones para que sus gobiernos pasen a manos del bloque de izquierda.
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