Por fin el día de ayer concluyó la mayor parte del proceso electoral de la elección más grande de la historia de México. El próximo miércoles se dará el cómputo final y estaremos atentos a la gran cantidad de impugnaciones que, seguramente, se habrán promovido durante la jornada electoral.
Hace mucho se vaticinó la judicialización del proceso electoral y hemos observado que, efectivamente, eso fue una constante durante todo el proceso; la entrega de despensas, de recurso en efectivo o dádivas de cualquier índole fue la constante de la jornada electoral del día de ayer.
Y aunque la civilidad es característica, en mayor volumen, del pueblo de México, esta no forma parte de la conducta de los candidatos de las diferentes fuerzas políticas que convergen en nuestro país, ni de sus equipos, en ellos difícilmente la civilidad o la ética electoral se imponen. Muy por el contrario, las pasiones se desbordan y la confrontación física o verbal fue lo que rigió en territorio durante la jornada electoral.
Hoy, el desprestigio, las calumnias, las falsas noticias, el desgaste social y el hartazgo por el tono y el nivel de las campañas electorales son el sabor que queda entre los votantes.
A todo esto, se suma la nueva modalidad que como consecuencia de la pandemia se aplica en el proceso electoral; por fortuna, la pandemia no fue suficiente para detener la fiesta democrática que debe vivir nuestra patria.
Dura labor tendrán los órganos responsables tanto de la implementación y conducción de la elección, como los órganos jurisdiccionales que seguro estarán atiborrados de trabajo para atender el cúmulo de procesos resultado de esta jornada.
Ojalá y estos órganos no se presten, como evidentemente ya se ha acreditado, a hacer cochupos y a proteger los intereses de grupos o actores políticos.
Hoy, no solo queda la mancha en aquellos que participaron en el proceso electoral, como consecuencia de los dimes y diretes, falsos o no, que permanecen en la memoria, aunque sea corta, del colectivo electoral.
En los funcionarios que sirven en las diferentes áreas que integran al INE, así como en los magistrados de las diversas salas en las que se judicializan y judicializarán diversos procesos, por lo menos, la sombra de la duda y sospecha se impone sobre ellos, ya veremos de qué están hechos, ya veremos si responden única y exclusivamente a aquellos que les hicieron ser lo que son, ya veremos si cubren las facturas por las posiciones que les fueron obsequiadas, ya veremos si en algunos de ellos imperan la razón, la legalidad y el servicio a México.
La jornada electoral se desarrolló de forma normal, de acuerdo con las circunstancias; a la conclusión de esta columna, en San Luis Potosí, el triunfo de Ricardo El Pollo Gallardo es prácticamente irreversible, de acuerdo con la encuesta de salida de Rodrigo Galván de las Heras.
Zacatecas es otro de los estados en donde la tendencia favoreció de forma significativa al candidato de Morena, David Monreal.
Esos dos estados representan a la alianza que a futuro puede ser la fórmula para vivir los procesos electorales por venir. El triunfo de la alianza en San Luis Potosí hubiese sido mucho más contundente si hubiera llevado el acompañamiento del partido guinda.