Muchos de los aspirantes a los diferentes cargos de elección popular y específicamente en este proceso, aquellos que aspiran a gobernar sus respectivos estados, sufren las consecuencias de la guerra sucia, dimes y diretes, y verdades a medias que lastiman de forma significativa el prestigio público de muchos de ellos. Dicen que la reputación es como el confeti, una vez que se esparce, difícilmente se puede recoger por completo; a eso apuestan los adversarios de unos y otros.

El odio y el rencor se hacen presentes en estos procesos que debieran ser una fiesta democrática, donde la civilidad prevalezca por encima de la mezquindad; sin embargo, es una historia que se repite en cada elección, estamos acostumbrados a ello.

Está de más que los actores políticos desmientan o traten de aclarar las muchas notas periodísticas encauzadas a la descalificación y al desprestigio; entre más se posicione el virtual candidato, más se le presume, en muchos de los casos, como un delincuente.

Resulta hasta ingenuo pensar que la información que fluye en contra de algún personaje de la vida política se presente con objetividad. La sospecha de que artículos y notas no resulten con la veracidad y el rigor periodístico que toda información demanda siempre está latente; pero más lamentable resulta aún cuando aquel que la difunde muestra su verdadera intención, y esta queda descubierta cuando el actor político agredido desmiente una y otra vez la información errónea o dolosamente difundida.

Ricardo Gallardo Cardona, hoy Gobernador Constitucional del estado de San Luis Potosí, es alguien que vivió en carne propia el embate del poder político y económico de esta entidad. Del poder concentrado en las manos de poderosas familias que, durante más de 90 años, han amasado grandes fortunas a costa del erario y del sufrimiento de su pueblo.

Fue encarcelado de manera injusta, acusándosele de falsos crímenes; logró probar su inocencia y obtuvo su libertad, para luego lograr que la voluntad del pueblo potosino se consolidara y lo llevara a ocupar la posición política más relevante de su estado natal.

Gallardo Cardona, aunque parezca absurdo, sigue siendo víctima, aunque cada vez en menor escala, del embate mediático sostenido en verdades a medias, que, al final, se convierten en una gran mentira. Pareciera que es por demás aclarar y desmentir una y otra vez las falacias escritas en contra de su persona, por lo que, sin dejar de responder a ellas, ofrecer los resultados de su gestión se constituye en el mejor argumento para, con contundencia, confrontar a la infamia y a la calumnia.

Cada que Ricardo Gallardo es reconocido públicamente por su inobjetable crecimiento en el reconocimiento que hace la opinión pública a su gestión, el embate de sus adversarios se hace presente.

En recientes sondeos de casas encuestadoras de alto prestigio, Gallardo Cardona se posiciona cada vez más dentro de los mejores gobernantes en el ámbito nacional. No solo empresas como Mitofsky muestran su crecimiento y fortalecimiento a la hora de gobernar, recientemente México Elige lo colocó en el lugar 11, es decir a una posición del Top 10, y otras más como C&E Research le dan una calificación muy alta en temas centrales como el bienestar o la felicidad de los potosinos.

Los resultados alcanzados en el combate a la delincuencia muestran un gobierno decidido a combatir y destruir el flagelo de la inseguridad.

Ricardo Gallardo ha demostrado mayor empeño en combatir la desigualdad social y la delincuencia que sus antecesores y aquellos que lo descalifican.

Ricardo Gallardo fue exonerado por las autoridades competentes; a ver quién corre con la misma suerte entre aquellos que hace unos meses dejaron el poder.

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