La realidad que algunos pretendieron crear en torno a Ricardo Gallardo Cardona, respecto a sus supuestas conductas delictivas, sigue siendo la fallida estrategia de aquellos acostumbrados a frenar las aspiraciones de actores políticos utilizando como instrumento la procuración o administración de justicia.

Fue el destino, la buena fortuna o, mejor aún, la voluntad del pueblo potosino, pero hoy Ricardo Gallardo Cardona es Gobernador Constitucional de San Luis Potosí; esto lo decidió el pueblo, la mayoría que, lamentablemente en esta entidad, está conformada en gran medida por desposeídos.

A Ricardo Gallardo, el grupo que por más de 90 años gobernó esa entidad y que hoy se ve removido de ese poder gubernamental y económico no le perdona su origen, un origen que proviene de abajo, pero que logró, a través del esfuerzo, consolidarse como un importante empresario que, no obstante su éxito económico y empresarial, nunca generó en él la soberbia, ni abuso hacia los menos afortunados.

Su lenguaje y la costumbre del trabajo son muestra clara de que Ricardo Gallardo Cardona es un gobernador que emana del pueblo, y, sin duda e innegablemente, como en toda ideología de izquierda, las mayorías, las masas populares son su prioridad.

Se acabó el contubernio entre los ricos muy ricos y los gobiernos que solo buscaban favorecer a unos cuantos, eso es lo que no le perdonan a Ricardo Gallardo, eso es lo que provocó que con falsedades, calumnias y difamaciones fuera agredido durante todo el tiempo que manifestó su interés por gobernar el estado, porque en este país pareciera que solo se puede lograr el éxito económico por herencia o a través de actividades de carácter ilícito; cualquier mexicano de cualquier origen tiene el derecho a buscar el bienestar que se ajuste a la medida de sus necesidades personales.

A Ricardo Gallardo siguen pretendiendo involucrarlo con conductas delictivas, por fortuna esto ocurre cada vez menos, aunque el propio Gallardo se ha cansado de desmentir absurdas acusaciones vertidas sin evidencia, sin las mínimas pruebas, solo rumores creados con maldad para ser utilizados como instrumento político.

Ricardo Gallardo ha dicho de forma clara que nunca ha tenido vínculo alguno con el crimen y la delincuencia organizada, que no existe evidencia que lo vincule con organizaciones criminales como las dedicadas al narcotráfico. Ha dejado en claro que fue exonerado de falsas acusaciones que solo aletargaron lo que al final fue inevitable, que lograra gobernar el estado en que nació. Ha sido incansable en sus manifestaciones rechazando calumnias y difamaciones, la propia UIF, en su tiempo, entregó a Gallardo un documento que desmentía el rumor de que sus cuentas personales habían sido congeladas. Hoy, lo más fácil es presentar denuncias de carácter penal en contra de actores políticos o servidores públicos.

Lo que antes era inédito, hoy es lo común, y lo que mucho tiempo fue común, ahora es inédito.

Lo importante es entender que el reto para Gallardo no es del orden jurídico o legal. El reto de Ricardo Gallardo es lograr que su pueblo, el potosino, lo reconozca por su honorabilidad, rectitud y una palabra que prácticamente ha desaparecido de nuestro vocabulario: decencia.

A diario, Gallardo imprime esfuerzo en su actuar. Es acusado de populista por aquellos que lo tienen todo y reconocido en las calles por aquellos que tienen muy poco. Gallardo prefirió seguir perteneciendo a su pueblo que incorporarse a la seducción de la cúpula del poder económico y el poder político.

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