Apenas el pasado mes de junio concluyó el proceso que culminó con la elección de 15 gobernadores de igual número de estados de la república mexicana, quienes están a punto de rendir protesta como mandatarios constitucionales, lo cual ocurrirá de acuerdo con los tiempos que estipula su propia constitución estatal.
Pues bien, en los próximos meses de septiembre y octubre arrancarán los procesos electorales que culminarán el domingo 5 de junio de 2022 con la definición de los nuevos gobiernos de Tamaulipas y Aguascalientes.
Hace un año, en fecha similar, arrancó el pasado proceso electoral que dio como resultado a los nuevos gobiernos que hoy conocemos.
Tamaulipas vivirá una efervescencia electoral inédita, no sólo por la condición política que se vive en esa entidad, sino por los conflictos de carácter legal que enfrenta el actual gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, los cuales se sumarán a la determinación de Acción Nacional para conservar ese estado de la república; dos son los motivos fundamentales: evitar la revisión de cuentas del actual gobernador por parte de una nueva fuerza política en la entidad, y lo que implica ese estado del norte, en la elección del 2024.
Si ya existe la presunción y toda una investigación en torno a la aparente salida de recursos de ese gobierno para financiar la campaña del panista potosino Octavio Pedroza, no resulta difícil imaginar lo que podrá ocurrir en esa entidad, a la hora del venidero proceso electoral; para el Partido Acción Nacional es vital conservar ese espacio político.
Seguro observaremos diversas alianzas de partidos que se coaligan con un fin electoral; veremos si el PRI y el PRD, aliados ya consolidados de los blanquiazules, se suman a la elección de los tamaulipecos.
Aguascalientes no es la excepción, también la lucha será cruenta y no menor; la razón es que ese estado, al igual que Guanajuato y Querétaro, es considerado la cuna del conservadurismo y para el PAN es prioridad mantener sus bastiones intactos.
San Luis Potosí también estaba considerado como parte de la cuna del conservadurismo y durante décadas se impuso el PAN como fuerza principal y casi hegemónica; sin embargo, la exitosa alianza de los partidos del Trabajo y Verde Ecologista, abanderada por Ricardo Gallardo Cardona, demostró que en cualquier elección nada está escrito y cualquier cosa puede suceder.
Hoy, San Luis Potosí pasará de ser un estado gobernado por conservadores, a una entidad gobernada por un liberal que simpatiza con la Cuarta Transformación, como el propio gobernador electo lo ha manifestado.
En Aguascalientes y Tamaulipas innegablemente se vivirán escenas y escenarios donde la confrontación estará al máximo, y la derecha pretenderá, a toda costa, conservar para sí esos estados donde históricamente ha gobernado.
Otra vez los ciudadanos empezarán a ver bombardeos mediáticos, descalificaciones, campañas negras, guerra sucia, y todo aquello que lastime lo más posible a los adversarios políticos. La ruta será la elemental, la que se utiliza ante el temor de la renovación y del cambio de un gobierno.
Aunque es denostable e incorrecto, y muchas veces injusto, se tratará de utilizar como instrumentos políticos instituciones como la procuración de justicia y las que imparten la misma. Y es que la política mexicana ya alcanzó niveles inusitados no solo de violencia física, también la violencia verbal y la falta de civilidad hoy son la constante que los ciudadanos observan en cada proceso electoral que se vive.
Está claro que todo apunta a un año vertiginoso y confrontativo en el 2022.