Con miras al proceso electoral que vivirá nuestro país el próximo 5 de junio del 2022, en el que habrán de renovarse las gubernaturas de Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas, llaman la atención las declaraciones que recientemente fueron vertidas por el dirigente de Acción Nacional, Marko Cortés. El presidente nacional blanquiazul refiere que buscarán alianza electoral en los estados de Tamaulipas, Durango e Hidalgo.
Esta simple señal es una muestra de debilidad y de la preocupación de este partido por tratar de mantener el poder gubernamental en los estados de Durango y Tamaulipas, entidades que actualmente gobierna.
En Hidalgo, está claro sería la contraprestación que otorgarían al Revolucionario Institucional; ya que ese estado de la república no ha vivido un cambio de gobierno que sea distinto al PRI. Habría que recordar que, hace 6 años, el PRI invirtió una gran cantidad de recursos para retener dicha gubernatura, ya que es el estado donde nació el ex secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, en aquel tiempo precandidato a la presidencia de la república por ese instituto político.
Estaría por verse si hoy el estado de Hidalgo se vuelve a colocar como prioridad para el tricolor. Lo que sí es un hecho es que el proceso electoral no será un día de campo para ese partido que durante décadas ha considerado a ese espacio de la república como su bastión.
Es de llamar la atención que, de los otros tres estados, que de igual forma vivirán el proceso electoral, aún no exista referencia alguna respecto a una posible alianza.
¿Acaso los panistas tienen la confianza y están seguros de que en Aguascalientes habrán de repetir el triunfo? Eso sería natural si tomamos en cuenta que partidos como Acción Nacional y Movimiento Ciudadano no suelen hacer alianzas donde la preferencia electoral los favorece por sí solos.
Aguascalientes es un estado donde el conservadurismo ha estado de manifiesto de forma recurrente, como hoy, se encuentra también en Guanajuato y Querétaro; San Luis Potosí dejó de serlo con la llegada de Ricardo Gallardo, quien ganó la contienda electoral, como abanderado del Partido del Trabajo y el Verde Ecologista.
Las izquierdas tendrían que ir estratégicamente unidas en los seis estados donde se vivirán procesos electorales; sin embargo, ya quedó clara la efectividad de la fórmula PT-PVEM. Esto obliga a un acuerdo equilibrado y justo entre Morena y esas dos fuerzas.
En Quintana Roo, Carlos Joaquín González obtuvo su triunfo por una alianza entre el Partido Acción Nacional y el PRD; es decir, es un estado en donde la posibilidad de repetir una alianza es factible, siempre y cuando la debilidad de los priistas esté visible, ya que precisamente la confrontación en el pasado proceso se dio entre los que hoy son nuevos compañeros en la ruta electoral.
Oaxaca parece ser un estado en donde el gobernador Alejandro Murat, priista de cepa, hoy voltea hacia la izquierda mexicana y parece que su simpatía se encuentra hacia la 4T, por lo que es factible que una alianza entre PRI, PAN, PRD no se dé en esa región, por ser innecesaria para el gobernador en turno.
Recientemente fue nombrado en la entidad tamaulipeca como flamante superdelegado de Programas Federales para el Desarrollo, Rodolfo González Valderrama, quien ha sido favorecido en algunas encuestas para encabezar el proyecto de izquierda en esa entidad, por lo que son muy altas las posibilidades de que enarbole la alianza “Juntos haremos historia” en aquella región, si el partido Morena lo incluye como posible candidato.
Sin embargo, el PT y el PVEM ven a Rodolfo González como una magnífica opción para encabezar la fórmula que, de igual forma, diera resultados en el vecino estado potosino. Es obvio observar el trabajo de González Valderrama, conocido por el Ejecutivo federal, quien salió de una dirección de la Secretaría de Gobernación para convertirse en el responsable de los programas federales en esa entidad.
González es conocido en su estado natal por tener las cualidades necesarias para abanderar el proyecto de las izquierdas y convertirse en gobernador.