“Por fa, repórtame como desaparecido, me tienen levantado. Auxilio […] Nos van a matar”.
Fue el último mensaje que el chef Christian Leif envió a sus familiares el 1 de mayo pasado, antes de morir asesinado en Mazamitla, Jalisco.
Leif se había hospedado en una cabaña a las afueras de ese concurrido pueblo mágico. Salió a comprar un helado. En una brecha, un grupo del c rimen organizado lo privó de la libertad.
“Casi llegando a las letras [que anuncian la entrada a Mazamitla] me levantaron –escribió–. Van tres trocas que me cambian”.
Esa tarde el Cártel Jalisco Nueva Generación y sus antiguos aliados, los Pájaros de la Sierra, se enfrentaron a tiros a las afueras de un bar. El intercambio de disparos dejó en el suelo alrededor de mil casquillos.
Cundió el terror entre los turistas que aquel fin de semana habían asistido al centro turístico. El presidente municipal Jorge Magaña solicitó a la gente que se resguardara:
“Hago un atento llamado a la ciudadanía a permanecer en sus hogares y no exponerse en lugares públicos. Le pedimos a la población en estos momentos difíciles mantener la calma”.
Luego del tiroteo los cadáveres de tres hombres, con aros aprehensores en las muñecas, aparecieron en una glorieta, con impactos en el cráneo.
El cuerpo del chef Leif fue hallado al día siguiente en una vivienda de la zona de La Estacada.
No tardaron en aparecer narcomantas del crimen organizado en las que el Cártel Jalisco anunciaba que había llegado a Mazamitla con el fin de localizar a Ernesto Mascorro, alias El Chaparro, y eliminar a todos “los que se hacen llamar Pájaros de la Sierra”.
“Irán cayendo”, se leía. Y se lanzaba esta advertencia: “autoridades que apoyen a estas lacras, mejor háganse a un lado…”.
Los Pájaros de la Sierra son el mismo grupo que en febrero pasado causó la matanza de San José de Gracia, Michoacán , en la que entre 11 y 17 personas fueron fusiladas contra una pared y cuyos cuerpos a la fecha no han sido encontrados.
Según la Secretaría de Seguridad federal, miembros de esta organización se movieron a otros municipios: algunos de sus miembros fueron detenidos precisamente en Mazamitla, así como en Santa María del Oro y Manzanilla de la Paz.
Los Pájaros de la Sierra sostuvieron enfrentamientos con la Sedena el 18, el 19 y el 20 de abril pasados. Los militares fueron emboscados en Santa María del Oro: nueve sicarios escaparon y solo dos fueron aprehendidos.
Se les emboscó también en Mazamitla, en donde otros nueve agresores lograron huir.
Ayer circuló un video grabado por el Cártel Jalisco a unos kilómetros de Mazamitla –presuntamente en Tizapán el Alto–. Alrededor de 20 sicarios con armas de alto poder y chalecos tácticos que ostentaban la leyenda “ CJNG ” descendieron de un grupo de camionetas en una calle principal, mientras se escuchaba de música de fondo un corrido.
Mientras los parroquianos de una tienda cercana los miraban impávidos, uno de los sicarios lanzó el grito: “¡Ya llegamos y no nos vamos!”.
Hace exactamente un mes, un grupo de hombres de las Fuerzas Especiales del Mencho –el líder del CJNG– había anunciado su arribo a Mazamitla a través de un video en el que se señalaba: “Nuestra guerra es contigo Chaparro corriente y traicionero por los hechos ocurridos el 27 de febrero de 2022 en San José de Gracia, porque eso que hiciste no tiene perdón”.
Ernesto Mascorro forma parte del grupo de Abel Alcántar Vallejo, alias El Toro o Sierra 8, quien aquel día dio la orden de eliminar a sicarios del propio Cártel Jalisco que habían llegado a San José para acudir a un velorio. Él mismo ejecutó de un disparo en la cabeza a Alejandro García, El Pelón, líder del CJNG en la región de Zapopan, Jalisco, cuya madre estaba siendo velada aquel día.
A tres meses del fusilamiento que conmocionó al país, el propio Cártel Jalisco se encarga de informar quiénes son y en dónde se hallan los autores de la masacre de San José de Gracia.
No solo eso: anuncia a plena luz del día su llegada a Tizapán el Alto y Mazamitla, mientras la Fiscalía General de la República brilla por su ausencia, la Guardia Nacional es como un adorno y la Sedena es agredida y emboscada, prácticamente sin consecuencias, por los grupos criminales.
Desde febrero pasado, la zona es un horno en ebullición. Mazamitla es un pueblo con miedo, mientras el cártel más violento de México anuncia: “¡Ya llegamos y no nos vamos!”.