En julio de 2023 Toluca se cimbró con la aparición de restos desmembrados que colgaban de un puente peatonal, en pleno Paseo Tollocan, frente a la Facultad de Humanidades de Ciudad Universitaria.
Ese mismo día fueron hallados más restos humanos, algunos de estos calcinados, que habían sido arrojados en cinco puntos del Valle de Toluca y San Salvador Atenco.
Desde finales del mes anterior, un video grabado por integrantes de la Familia Michoacana anunciaba el inicio de una “limpia” entre vendedores de cristal. Al mismo tiempo, diversas narcomantas avisaban: “Entra la gente del Comandante Pecha”, y amenazaban a policías estatales presuntamente involucrados con grupos criminales rivales y al entonces director de la policía de Metepec, Fernando Flores.
El nombre del Comandante Pecha apareció varias veces, acompañando escenas de indecible horror. Se trataba de un jefe regional de La Familia Michoacana, Óscar “N”, que iba dejando su huella en mantas, cartulinas y arreglos florales regados en Toluca, Metepec, Calimaya, San Mateo Atenco, Mexicaltzingo y Chapultepec.
La posterior detención de un colaborador por parte de personal de la fiscalía mexiquense reveló que tras aquellos desmembramientos, realizados sin autorización de los jefes de La Familia Michoacana —Johnny y José Alfredo Hurtado Olascoaga, conocidos como El Pez y El Fresa—, el Comandante Pecha fue llamado a cuentas en el municipio de Cutzamala de Pinzón, en Guerrero: “Solo calentastes (sic) la plaza”, le dijeron.
Lo encadenaron durante varias horas a la batea de una camioneta, según la declaración de un testigo, y más tarde lo enviaron “a la guerra en Guerrero”, donde La Familia sostiene un crudo enfrentamiento con las organizaciones delictivas locales.
El Comandante Pecha pronto regresó, sin embargo, al Estado de México, donde se había iniciado en la vida criminal (es oriundo de Chimalhuacán, donde nació en 1986) y donde comenzó a operar al servicio de La Familia Michoacana hace por lo menos 15 años.
Josué Ramírez Carrera, El Tuerto, un cercano operador de los hermanos Hurtado Olascoaga, conocido también como El Colibrí, y por el que la fiscalía estatal ofrece una recompensa de 500 mil pesos, lo acercó a la cúpula del grupo criminal.
El Comandante Pecha apoyó su operación en Óscar Geovanni “N”, alias El Gordo Mata, a cuyo cargo quedaron los contactos con autoridades estatales y municipales, a fin de atemorizarlas o de corromperlas. Desde Metepec, El Gordo Mata transmitía a su grupo las órdenes dictadas por Pecha.
Había, al mismo tiempo, una célula de ejecución liderada por un cuñado de Pecha: El Comandante Santana. Esta célula se movía desde Nezahualcóyotl hacia el Valle Toluca y otros municipios dominados por el grupo, a fin de llevar a cabo sus encargos: asesinatos, secuestros, quema de negocios. Una vez concluidos regresaba a sus lugares de origen evadiendo cámaras de vigilancia y arcos carreteros.
Tras la captura en julio del año pasado del Comandante Santana y un grupo de colaboradores, esa célula operativa quedó en manos de Gilberto Rafael “N”, El Comandante Márquez, relaionado con ataques a negocios y domicilios en el Valle de Toluca, y aprehendidos en junio.
Tras la captura de su cuñado, agentes de la fiscalía estatal ubicaron domicilios del Comandante Pecha en el Fraccionamiento Los Héroes de Ixtapaluca.
Elementos de Seguridad Pública del Edomex lo ubicaron al fin, el pasado 29 de octubre, en una finca de Amanalco de Becerra: habían seguido a un motociclista que portaba un arma larga, de acuerdo con los reportes. El prófugo se refugió en la finca, sobrevino un tiroteo. El Comandante Pecha fue detenido cuando intentaba abordar una camioneta. Con él cayeron 10 de sus operadores.
El Colibrí y los hermanos Hurtado siguen libres. Pero una negra y violenta etapa criminal se ha cerrado por lo pronto para el Valle de Toluca. Ojalá.