El 10 de agosto, a las 6:30 de la mañana, Milagros Monserrat Meza, una mujer que ese día cumplía 40 años, fue apuñalada en la calle Lago de Zumpango, en la ciudad de León, en Guanajuato.

Milagros murió desangrada frente a una cámara de seguridad donde quedó grabada la agresión. “¿Qué te doy? ¡No tengo nada, te lo juro que no tengo nada, te lo juro!”, se le oyó gritar.

Su atacante la apuñaló cinco veces en el pecho. Ella se abrazó, intentó caminar, quejándose, mientras borbotones de color rojo caían sobre el pavimento.

El asesino, vestido con una playera de color amarillo fluorescente, echó a correr. No le quitó nada. Debido a eso, la Secretaría de Seguridad descartó que los hechos hubieran sido provocados por un delito patrimonial. En un mensaje subido a redes sociales atribuyó, los hechos “a aparentes rencillas personales”.

Las autoridades, sin embargo, no han logrado establecer vínculo alguno entre Milagros Monserrat y su asesino, Miguel de Jesús Octavio. La familia de la víctima —ella vivía con su madre y con cuatro hermanos— no lo habían visto jamás. Tampoco los vecinos, quienes informaron que Milagros no tenía pareja en el momento de ser asesinada.

En el teléfono de ella no hay nada que la ligue con el hombre que la mató.

De acuerdo con fuentes cercanas a la investigación, Miguel de Jesús Octavio, de 29 años de edad, había pasado la noche en el auto hotel Luna Park, ubicado en Mar Rojo 102, y en realidad, a solo un minuto de la calle por la que Milagros se dirigía a su trabajo, en un Walmart del bulevar Insurgentes.

Miguel de Jesús permaneció alrededor de cinco horas en una habitación, consumiendo “cristal”, acompañado durante un tramo de la noche por una sexoservidora cuya identidad ya ha sido ubicada.

Al ingresar al motel, Miguel dejó ver por un instante, ante una cámara de seguridad, que ya portaba el cuchillo con el que perpetró la agresión.

Las redes sociales y los medios se volcaron en contra del asesino. El registro de su imagen en una segunda cámara permitió que agentes de la fiscalía lograran fijar su identidad. Había sido despedido de su empleo una semana antes (al parecer a consecuencia de un recorte), vivía en la colonia Moderna, cercana también al lugar de los hechos, en compañía de dos hermanos: uno mayor y otro menor. El día en que pasaron las cosas, probablemente como resultado de estas, uno de ellos “fue a dar las gracias a su trabajo” y desapareció.

Se sabe que la madre del agresor vive en la Ciudad de México. Se desconoce el paradero del padre. Lo cierto es que esa tarde-noche, Miguel “N” logró llegar a la ciudad de Guanajuato. No está claro a dónde fue, no se sabe aún qué hizo.

La fiscalía había cateado ya su casa en la colonia Moderna. Los agentes habían hallado la camiseta fluorescente y su calzado manchado de sangre. Habían averiguado que la madre del asesino era propietaria de una casa en la colonia Noria Alta, en Guanajuato. El 11 de agosto se dispusieron a catearla.

Llegó entonces una llamada al 911. Una versión propalada por el presidente municipal de Guanajuato dice que clientes y despachadores lo detectaron, con una mochila colgada en la espalda, en las cercanías de una gasolinera de Noria Alta. De acuerdo con las fuentes consultadas, Miguel “N” se había reunido en las inmediaciones de la casa de su madre —que está rentada— con alguien, un amigo o un familiar.

Poco después, y a consecuencia de la presión mediática, él mismo llamó al 911 para avisar que iba a entregarse. “Soy el que mató a la muchacha en León”, dijo.

Existen nuevamente dos versiones. La primera, que confesó a los municipales que lo detuvieron que no recordaba lo que había ocurrido. La segunda, que dijo que hablaría solo delante de un abogado.

Pero su abogado no le dejó hablar durante la audiencia de imputación. La información en manos de las autoridades no permite aún establecer un móvil. Se cree qué hay algo que el agresor no está contando. La familia de la víctima dice que antes de ejecutar el crimen el agresor recibió una llamada telefónica. Qué tal vez hay otro implicado en el asesinato. A pesar del video que se viralizó, las preguntas del día uno siguen vigentes. ¿Intento de robo? ¿“ataque directo”?, ¿feminicidio?

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