Célebre por la opacidad con la que ha manejado su gobierno, acusado de saquear fondos públicos mediante el desvío y la triangulación de recursos, lo que llevó a pasar once meses en la cárcel; habituado a reservar información hasta los años posteriores al final de su administración, el gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo Carmona, del Partido Verde Ecologista, volvió a meterse de lleno en el ojo del huracán.
La Auditoría Superior de la Federación, ASF, le ha detectado irregularidades por más de 22 mil millones de pesos en el manejo de la Cuenta Pública 2022.
Sobre esta cantidad, recibida por concepto de Participaciones Federales, no existe evidencia “del registro contable y presupuestal de las erogaciones financiadas con los recursos recibidos”.
De acuerdo con la Cédula de Resultados enviada en julio pasado por los auditores Ignacio Merino y Diana Edith Cervantes Reyes, “se desconoce el destino del gasto por 22, 148, 251, 096.00 pesos (…) en incumplimiento de los artículos 42 y 79 fracciones I y III de la Ley General de Contabilidad Gubernamental y 29 y 29ª del Código Fiscal de la Federación”.
Según la Orden de Auditoría AEGF/4553/2023, no se pudo determinar el importe destinado a “Servicios Personales”, “Materiales y Suministros”, “Servicios Generales”, “Transferencias, Asignaciones, Subsidios y Otras Ayudas”, así como “Bienes Muebles, Inmuebles e Intangibles”.
No se determinó tampoco el importe destinado a “Obra Pública”, así como a “Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios”.
De acuerdo con la Cédula no existe información sobre recursos ministrados por concepto del Fondo General de Participaciones, el Fondo de Fomento Municipal y el Fondo de Fiscalización y Recaudación, entre otros.
Apenas en agosto de 2020, el entonces titular la UIF, Santiago Nieto Castillo, presentó una denuncia ante la FGR por medio de la cual acusó al gobernador Gallardo Carmona, así como a su padre, Ricardo Gallardo Juárez, de llevar a cabo un “elaborado esquema” mediante el cual se desviaron más de 700 millones de recursos públicos, durante los años en que gobernaron Soledad de Graciano Sánchez y San Luis Potosí (2009 a 2015), cantidad que, según el expediente, fue enviada a diversas empresas propiedad de la familia.
Gallardo Carmona, conocido como El Pollo, ya había sido presentado ante la Seido en enero de 2015 bajo cargos de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita. En esa ocasión las autoridades aseguraron que había desviado más de 200 millones de pesos de las cuentas del Ayuntamiento, que fueron a parar a tres empresas en las que era accionista mayoritario.
Nunca fue declarado inocente. Pero a través de una argucia legal –un magistrado consideró que el dinero hallado en sus empresas no era ilícito, pues provenía del Ayuntamiento– un tribunal colegiado le entregó una sentencia de amparo. Quedó en libertad luego de pasar casi un año en los penales de Hermosillo y Ocampo.
De cara a las elecciones de 2021, y convertido en aliado del presidente López Obrador, se colocó a la cabeza de las preferencias en la contienda por la gubernatura. Ese mismo año un informe del Centro Nacional de Inteligencia lo incluyó en una lista de gobernadores –al lado de Rubén Mocha Moya, de Sinaloa– que mantenían vínculos con el crimen organizado. Gallardo fue relacionado con el Cártel del Noreste.
Gallardo Carmona declaró que nunca estuvo asociado al crimen organizado: “Los delitos por los que estuve procesado fueron por delincuencia organizada, que no es lo mismo”, dijo.
Hace un año un documento de la XII Zona Militar, hackeado a la Sedena, lo relacionó con el Cártel Jalisco Nueva Generación, con el que habría hecho un pacto para apaciguar la violencia entre los grupos criminales que asolaban la entidad: entre ellos, el Cártel del Golfo y Los Alemanes.
El pacto se rompió por el asesinato de cuatro integrantes del Cártel del Golfo y finalmente Los Alemanes lograron imponerse como organización hegemónica.
La carpeta abierta por la FGR fue congelada. Se dice que porque en los años iniciales de su gobierno, no le convenía al presidente que los trapos sucios de su aliado político se ventilaran.
Tres años más tarde, sin embargo, a Gallardo vuelven a fallarle las cuentas. Nada nuevo. La costumbre lleva ya tres lustros.