Enfrentamiento a tiros, ayer, a las puertas de la Ciudad de México: elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana se enfrascan en un tiroteo con un grupo delincuencial, en el kilómetro 28.5 de la carretera federal México-Cuernavaca, a la altura de Topilejo, en la alcaldía de Tlalpan.
Hay 14 detenidos y un arsenal asegurado compuesto por 10 armas largas, incluida una Barret calibre 50. En una conferencia de prensa ofrecida horas después, el secretario Omar García Harfuch revela que algunos de los detenidos son oriundos de Sinaloa: “Todo indica hasta el momento que son un grupo que proviene de Sinaloa […] Esta célula, al parecer, lleva más de dos meses en la zona”, apunta el secretario.
Los detenidos se hallaban en poder de cuatro personas privadas de la libertad. García Harfuch aclaró, sin embargo, que el grupo llegado de Sinaloa no estaba dedicado al secuestro. En realidad, la célula sinaloense que protagonizó la balacera de ayer, según información publicada por EL UNIVERSAL y confirmada por fuentes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, había sido enviada por los hijos de El Chapo Guzmán: el líder del grupo portaba una placa que lo acreditaba como comandante del Cártel de Sinaloa y en cuyo centro aparecía grabado el rostro de Joaquín Guzmán Loera.
Según reportó el periodista Antonio Nieto, el grupo se dedicaba a hacer una “limpia” entre narcomenudistas en esa zona de Tlalpan.
Topilejo es un lugar inhóspito y boscoso, controlado desde hace años por grupos criminales dedicados al secuestro, la extorsión y el narcomenudeo. Los habitantes son víctimas, al mismo tiempo, de asaltos en la calle, de robo a negocios, y también a casas habitación. El robo de autopartes encuentra en ese sitio una incidencia altísima.
Topilejo es el lugar en donde los feminicidas van a arrojar cadáveres de mujeres. El lugar en donde mujeres que buscan trabajo, o salen de la escuela, no vuelven a ser vistas jamás.
En 2013 se desarticuló una banda de secuestradores formada por seis adultos y una adolescente, estudiante de la escuela Otilio Montaño. La adolescente proporcionaba información sobre sus compañeros: sus cómplices los ubicaban y los secuestraban. La policía detectó tres casas de seguridad empleadas por la banda. Al año siguiente, dos de los secuestradores fueron condenados a 95 años.
Topilejo es también el lugar de las narcofosas de El Ponchis, el niño sicario del entonces llamado Cártel del Pacífico Sur, que en 2010 horrorizó a la nación con el relato de sus crímenes.
Es el lugar en cuyos bosques aparecen ejecutados, embolsados, encobijados y calcinados.
Hace apenas unos meses en uno de sus parajes aparecieron los cuerpos de tres jóvenes de Hutizilac que, según sus familiares, fueron sacados de sus domicilios por elementos de la Guardia Nacional. Los guardias se los entregaron a comuneros, que los acusaban de talamontes, según el relato del único sobreviviente, y en su ejecución tomaron parte policías de la ciudad.
Todo esto provocó, según se recordará, el bloqueo durante ocho horas de la autopista México-Cuernavaca.
A mediados de 2019, tras la detención del líder de Los Rojos, Santiago Mazari Miranda, alias El Carrete, las autoridades capitalinas tuvieron conocimiento de que una escisión de ese grupo había llegado a Topilejo bajo las órdenes de un sujeto apodado El Camarón.
Ese año, en el que en la Ciudad de México uno de cada dos asesinatos fue consecuencia de un ataque directo, Topilejo formó parte de las diez colonias con mayor número de ejecuciones.
Y sin embargo, según lo probó la balacera de ayer, Topilejo solo es parte de un problema mayor: el comienzo de una cadena que corre a la orilla de la carretera México-Acapulco y se extiende a lo largo de Hutzilac, Tepoztlán, Cuernavaca, Temixco, Xochitepec, Puente de Ixtla, Jojutla, Taxco, Iguala, Chilpancingo…
Una franja marcada por la violencia criminal, que alguna vez formó parte del imperio delictivo de Arturo Beltrán Leyva y que, tras el abatimiento de este en 2009, estalló en mil pedazos dando origen al surgimiento de una constelación de sangrientos grupos locales: Los Rojos, Guerreros Unidos, el Comando Tlahuica, los Tequileros, el Cártel de la Sierra, el Cártel Independiente de Acapulco…
En la última década, a lo largo de ese corredor, el país ha atestiguado una lucha por el control del narcotráfico y otras actividades criminales que, a través de esas mafias locales, ha enfrentado en realidad a los grandes cárteles.
En todo ese tiempo, lo que ocurre en un eslabón ha sacudido a la cadena entera.
La historia se irá aclarando. Pero lo ocurrido ayer en Topilejo es más que una balacera con narcotraficantes a las puertas de la ciudad. Es una prueba de la expansión de los Chapos, en el sexenio mismo del “Culiacanazo”.