El miedo y el caos regresaron a Nuevo Laredo . El 14 y el 15 de noviembre, sicarios de la llamada Tropa del Infierno , brazo armado del Cártel del Noreste , sostuvieron cruentos enfrentamientos con elementos del Ejército.
Mientras los tiroteos se desataban en distintos puntos de esa ciudad, los sicarios frenaron con estrellas de metal, de las llamadas “ponchallantas”, el avance de las unidades militares que los perseguían y bloquearon vialidades con tráileres y vehículos a los que les prendieron fuego.
Volvió la percepción de una ciudad en guerra, sumergida en el miedo.
Todo comenzó con la persecución de un vehículo sospechoso. El sonido de las metralletas se extendió a lo largo de tres colonias. Los enfrentamientos dejaron seis sicarios muertos. Uno de los militares perdió la vida y tres más resultaron heridos.
Los militares aseguraron una Barret y varios cartuchos. Pero no hubo detenidos. El 14 de noviembre, los enfrentamientos cesaron abruptamente, “al parecer por una orden dada a través de la red de halconeo”. La alarma se volvió a encender al día siguiente, cuando llegaron reportes de balaceras en las inmediaciones de un Wal Mart.
Cuando las autoridades arribaron al lugar no hallaron nada, pero en un video obtenido más tarde se observa cómo un grupo de hombres armados levantan a una persona que había caído al piso, y se la llevan.
En las horas que siguieron el terror llegó también a través del mundo digital: por medio de mensajes de WhatsApp , La Tropa del Infierno amenazó de muerte a ciudadanos que mencionaran los nombres de sus líderes y difundieran videos relacionados con hechos violentos.
“Si los vemos jugándole al reportero le partiremos su madre”, se lee en uno de los mensajes, “sobre aviso no hay engaño… al que se le vea jugándole al reportero le partiremos su madre y si les va bien los quemamos”.
El Cártel del Noreste, CDN, es una escisión de los Zetas (hoy llamados Zetas Vieja Escuela ). Se encuentra en pugna con estos, con células del Cártel del Golfo y con el grupo conocido como Los Metros, aliado al Cártel Jalisco Nueva Generación.
En agosto pasado, el brazo armado del CDN, La Tropa del Infierno, ocupó lugar estelar en la prensa: durante un enfrentamiento con policías de élite de la Secretaría de Seguridad Pública, perecieron siete de sus elementos (uno de ellos, decapitado por las ráfagas). Entre los muertos había un menor de solo 16 años. Lo conocían como “Juanito Pistolas”. Los medios lo llamaron “El niño sicario” . Desde los 13 años se enroló como sicario del Cártel del Noreste.
La Tropa del Infierno ha declarado una guerra a muerte en Tamaulipas desde que el 5 de septiembre pasado ocho de sus miembros fueron acribillados por elementos del Grupo de Operaciones Especiales . Según la versión oficial, los presuntos miembros de La Tropa del Infierno fueron sorprendidos durante un recorrido de vigilancia. Eran cinco hombres y tres mujeres, y todos vestían uniformes apócrifos de la Marina y el Ejército.
Las autoridades señalaron que los sospechosos se refugiaron en un domicilio y que ahí se desató un tiroteo. Cinco personas murieron en el interior de esa casa, tres más quedaron afuera.
Se determinó, sin embargo, que se había tratado de una ejecución extrajudicial, que las víctimas habían sido sacadas de un inmueble y llevadas a otro, en donde se “fabricó” el escenario del supuesto enfrentamiento.
Desde aquel episodio, la seguridad quedó en manos del Ejército . Los enfrentamientos con militares y agentes estatales han sido constantes desde entonces, no solo en Nuevo Laredo , sino también en los municipios de Mier y Miguel Alemán.
La Tropa del Infierno acosó a empresarios gasolineros hace unos meses para que dejaran de suministrar combustible a policías estatales y al Ejército. “¿Para qué le buscamos?”, decía un empresario en una conversación telefónica dada a conocer por Denise Maerker. Finalmente, una pipa custodiada por la Marina tuvo que trasladarse a Nuevo Laredo para surtir los vehículos oficiales.
El brazo armado del CDN tiene amplias regiones bajo su control. Como en los años del horror, sus hombres se exhiben en vehículos blindados y hacen circular videos escalofriantes de asesinatos y decapitaciones. “Esto me pasa por pendejo”, le hicieron decir a una de sus víctimas, “a ti también te van a detectar Mencho y van a ir por ti”.
Después de una década de terror sin cuento, ha regresado el viejo escenario: el de militares patrullando a toda hora las calles; el de los narcos, armados hasta los dientes, que se pasean en vehículos blindados; el de la gente sumergida en el pánico, y sin otro horizonte enfrente que el de la sangre: sin otra respuesta enfrente que la que traerá, inevitablemente, más sangre.
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