Hace nueve años, Federico Gertz Manero, hermano del actual fiscal general de la república, “comenzó a presentar conductas inexplicables”.

Esto se lee en una denuncia de hechos que fue presentada el lunes pasado ante la FGR por parte de Alejandra Cuevas Morán. Cuevas Morán es hija de quien fuera pareja de Federico Gertz Manero durante medio siglo, la señora Laura Morán Servín, actualmente de 93 años.

En la denuncia de hechos se relata que el deterioro físico y mental de Federico Gertz se había acelerado con el tiempo. “Veía cosas inexistentes… decía que había ángeles y diablos en el piso… además de ver personas que no estaban”.

Gertz tenía además un padecimiento cardiaco y una grave afección en los ojos que le impedía realizar las más básicas actividades.

En abril de 2015, después de un accidente en el que ambos cayeron por unas escaleras, la señora Laura (entonces de 88 años) le llamó a su cuñado, Alejandro Gertz, y le explicó la necesidad de contratar a una persona que le ayudara con el cuidado de su hermano.

Gertz envió a un auxiliar que duró solo cuatro días porque, se lee en la denuncia, su hermano Federico “no quería un cuidador”.

Su mujer, de cualquier modo, contrató a una persona en una agencia “de cuidadores y enfermeros”.

El 4 de agosto de 2015 el enfermo se cayó de la cama y se golpeó la cabeza. Lo levantaron una empleada doméstica y un chofer. “Posteriormente llegó el cuidador y lo ayudaron a bajar las escaleras de la casa”.

Ese día el hoy fiscal pasó por su hermano “a ver a unas gentes que ya tenían citadas”. Le informaron de la caída y le mostraron “una herida con sangrado en la cabeza”. Aun así se fueron a la cita.

Al volver, Federico Gertz dijo “que estaba raptado y necesitaba dinero para los raptores”.

En los días siguientes la señora Laura lo llevó con tres médicos: Erick Soberanes Gutiérrez, Eduardo Perusquía y Sergio Cortés Ocampo. Retiró el servicio de cuidadores y contrató a dos enfermeros: Fernando Puga y Carlos Pérez García.

A Federico Gertz “lo llevó Laura a que se le practicaran todos los estudios y exámenes de laboratorio que ordenaron los médicos… compró los medicamentos que le recetaron, rentó tanques de oxígeno y una cama hospitalaria”.

El 18 de agosto le informaron a Alejandro Gertz Manero el estado de su hermano. Esa tarde llamó una hija del hoy fiscal, casada con un médico residente en Suiza. Se enteró del tratamiento, consultó con su esposo “y le manifestó que estaba perfectamente bien tratado”.

Después de varias llamadas, se lee en la relación, la hija de Gertz Manero visitó a su tío, lo encontró muy mal y se comunicó con su esposo. “Él les dijo que estaba en el fin, que lo que había que hacer era quitarle el suero y que le mojara la boca, y las encías, para que tuviera la sensación de estar hidratado y que dejara que la naturaleza tomara su curso”.

Alejandro Gertz fue informado de la situación: “Se puso furioso, diciendo que su hermano no se iba a morir y que él iba a hacer todo por salvarlo”. El 25 de agosto llevó al jefe de servicios médicos de la Universidad de las Américas (de la que era socio y rector), y más tarde a otro médico que calificó como “el mejor geriatra de México”. Ambos ajustaron el tratamiento. Al paciente se le siguió atendiendo y monitoreando, según “una bitácora que lo atestigua”.

Cuatro días más tarde Gertz Manero y su abogado, Juan Ramos, así como “personal del ministerio público”, se presentaron en la casa sin orden judicial alguna. La mujer fue interrogada, se le pidieron recetas y bitácoras. Gertz le señaló que la había denunciado “por intento de homicidio” y se llevó a su hermano al hospital ABC, en donde falleció un mes más tarde.

La acusación fue por “homicidio doloso de concubino”. Se señaló como probables responsables a la señora Laura y a sus dos hijas: Laura y Alejandra Cuevas Morán (quienes no vivían con la pareja: Alejandra, por ejemplo, solo iba cada martes a preguntar por la salud de Federico).

Esta denuncia no procedió en dos ocasiones. El magistrado Horacio Hernández Orozco señaló que la señora Laura había hecho lo que se le tenía que exigir, y que si en todo caso hubo una mala praxis de los médicos, “habría una noción ajena a la acusada”.

Cuando Gertz Manero fue designado fiscal general, la demanda se reactivó. Según la familia de la señora Laura, han sucedido desde entonces una larga serie de cosas extrañas. Gertz Manero exigió que la señora Laura Morán renunciara a la pensión de 80 mil pesos que le había dejado su hermano Federico. Exigió también 3.5 millones de pesos que había en una cuenta mancomunada, así como la devolución de varias obras de arte.

Luego, se excluyó a una de las hijas de la señora Morán: Laura Cuevas Morán, cuyo yerno es por cierto el actual gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo.

En octubre de 2020 la otra hija de la señora Laura, Alejandra Cuevas Morán, fue detenida por policías de investigación. Aunque, según la familia, las exigencias de Gertz Manero se cumplieron a cabalidad, ella ha cumplido ya un año en Santa Martha Acatitla.

El lunes pasado probó en su denuncia que los agentes del ministerio público encargados de su caso habían incurrido en falsedades al rendir sus informes justificados.

Así, la maquinaria al servicio del fiscal tritura a una mujer de 93 años, la señora Laura, y tiene en la cárcel a otra de 68: su hija Alejandra.

¿Hasta cuándo?

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