A fines de noviembre de 2021 fueron localizados, en un puente y algunos árboles de Fresnillo, Zacatecas, ocho cuerpos colgados. Se acababa de reportar, pocos días antes, el hallazgo de diez cadáveres más en el municipio de Cuauhtémoc. Los cuerpos estaban suspendidos del puente que atraviesa la carretera federal 45. Uno de ellos había caído dramáticamente sobre la cinta asfáltica. 

Dos semanas después fueron halladas a la espalda del Panteón de Santa Cruz cuatro bolsas con restos humanos despedazados. Cinco bolsas más fueron colocadas en una esquina del centro de Fresnillo. 

Tres meses después, el 5 de febrero pasado, en la calle principal del Pardillo III, en el mismo municipio, la gente despertó con un espectáculo macabro: diez cuerpos, envueltos en cobijas y bolsas de plástico negro aseguradas con cinta adhesiva, habían sido arrojados desde una camioneta en movimiento. Quedaron a cinco o diez metros uno del otro. 

“Los fueron acomodando”, dijo un testigo. 

En Jerez, Tepetongo, Monte Escobedo y Laguna Seca se habían repetido escenas de crueldad extrema. La célula criminal del Cártel Jalisco que actuaba en la zona estaba matando con saña. Al mismo tiempo se reportaron secuestros y extorsiones en agravio de comerciantes y ganaderos. 

Desde el gabinete de seguridad se tomó la decisión de aplacar Zacatecas costara lo que costara. Equipos tácticos de la Sedena y de la Comisión Nacional Antisecuestros no tardaron mucho en detectar a dos jefes regionales del Cártel Jalisco Nueva Generación

El primero de ellos, un expolicía apodado El Nueve, había sido enviado como jefe de plaza a la capital del estado. 

El segundo actuaba en los municipios donde los asesinatos con saña habían estallado. Su apodo: El Fantasma. Se trataba de un antiguo sicario de los Zetas, oriundo precisamente de Monte Escobedo, que actuó durante muchos años en los límites de Chihuahua, y que tras la extinción de su grupo original se afilió al Cártel Jalisco. 

De los Zetas había aprendido la saña. Se le conocía también como Don Rafa o Tío José. 

Los equipos tácticos detectaron que El Fantasma no estaba en Zacatecas. Ordenaba el horror a distancia, desde un fraccionamiento ubicado en la ciudad de Chihuahua. 

Un juez de control del Tribunal de Enjuiciamiento y Ejecución de Sanciones Penales del Distrito Judicial de Jerez aceptó todas las pruebas ofrecidas por las autoridades, y concedió una orden de cateo que debía ejecutarse en la calle 62 de la colonia Cerro Grande, de la capital de Chihuahua. 

Se acusó al Fantasma de secuestro agravado, debido al plagio de dos hermanos, cometido a finales del año pasado. 

El operativo se llevó a cabo el 11 de febrero, a las 4 de la mañana. El Fantasma no lo vio venir. En menos de 30 minutos lo estaban subiendo a un avión de la Fuerzas Armadas. 

Seis días más tarde, el mismo juez que había aceptado las pruebas ofrecidas decidió que esas pruebas no eran suficientes y lo dejó en libertad. Eso ocurrió en plena madrugada. 

El viernes pasado, desde una “mañanera” que se llevó a cabo en Ciudad Juárez, el presidente Andrés Manuel López Obrador dio a conocer la liberación del líder criminal: 

“Aquí en Chihuahua con la participación de la Fiscalía estatal se detuvo a una persona acusada de secuestro, presuntamente un delincuente peligroso, que actuaba en Zacatecas y se detiene en Chihuahua. Se lleva a Zacatecas y un juez lo deja en libertad, ayer, en la madrugada. Ya nada más si ve uno la hora, por qué no se esperaron a que fuese en la mañana, a mediodía”, se quejó el presidente, quien anunció, además, que su gobierno entablaría acciones legales en contra del juez. 

La caída del Fantasma fue festejada con júbilo en el gabinete de seguridad, y entre ganaderos y comerciantes de los municipios arriba señalados. Quienes iniciaron su persecución no tienen duda alguna de que este personaje ha ordenado asesinatos y torturas. Que opera el narcomenudeo a distancia. Que controla cárceles y dirige a sicarios que han convertido a Fresnillo en el municipio más violento y más peligroso de México. 

Fuentes militares dicen que el Cártel Jalisco ha invertido más en el poder judicial que en la compra de protección política. La escandalosa liberación del Fantasma parece probarlo. Es un triunfo de la impunidad y una mala noticia para quienes volverán a sentir su bota en el cuello. 

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