El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, GIEI , presentó un video tomado por un dron, que prueba que la mañana del 27 de octubre de 2014 personal de la Secretaría de Marina llegó al basurero de Cocula y permaneció en ese sitio alrededor de cinco horas.
Una vez en el vertedero, los marinos bajaron tres objetos de color blanco —según el GIEI se trataba de tres bultos— de una camioneta, encendieron una fogata en la parte superior del basurero y deambularon por la zona en donde luego se señaló que habían sido asesinados y calcinados 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa .
El video fue entregado al grupo de expertos por el secretario de Marina , José Rafael Ojeda Durán quien, curiosamente, era el comandante de la octava región naval en el estado de Guerrero, en los días en que se dio la desaparición de los estudiantes.
¿Entrega el secretario de hoy un video que, según el GIEI, prueba que los hombres que ayer se hallaban bajo su mando manipularon el escenario en el basurero? Esto no ha quedado claro.
En todo caso, la entrega de ese video ocho años después de la noche de Iguala, y a más de tres años del inicio de la actual administración, resulta un verdadero escándalo.
¿Por qué la Marina lo mantuvo en secreto y nunca fue entregado a ninguna de las instancias que a lo largo de ese tiempo han tomado parte en la investigación del caso (la PGR, la CNDH, la FGR , el propio GIEI?).
¿Por qué ocultarlo tantos años y por qué entregarlo precisamente ahora?
El ocultamiento, el retraso deliberado o el entorpecimiento de una investigación constituyen un delito. ¿Quién dio la orden de cometerlo?
El video secreto de la Marina es la gran novedad presentada por el GIEI. Si no el resto, mucho de lo que aparece en su informe ya había sido dicho, algunas veces, incluso, desmintiendo conclusiones previas del propio GIEI —que ahora el GIEI ha hecho suyas: en un principio negó, por poner un ejemplo, que un grupo de estudiantes hubiera sido llevado ante el juez de barandilla; ahora finalmente ha aceptado que los alumnos fueron ingresados al área de detención y más tarde entregados de manera ilegal al subdirector de la policía de Cocula .
A pesar del inmenso ruido que el video ha desatado, y de las altas sospechas que genera, de momento —y según la opinión de expertos consultados—, no alcanza para probar que la escena del basurero haya sido manipulada. ¿Qué eran los objetos que bajaron los marinos de aquella unidad? En medios han sido definidos como bolsas, bultos, e incluso costales. ¿Estaban ahí los 63 mil restos óseos que luego fueron hallados en el basurero y en diversos puntos del río San Juan?
Las imágenes no alcanzan a mostrarlo. La idea de la manipulación, en todo caso, tendrá que completarse con otros elementos de prueba.
Lo que el documento deja claro, sin lugar a dudas, es que el lugar de los hechos fue indebidamente preservado. Que hubo acciones y diligencias que no fueron documentadas, ni aparecen en ninguna carpeta, en ninguna constancia, en ningún acta circunstanciada.
Lo que las imágenes prueban de manera brutal es el ocultamiento de información. Un ocultamiento del que, para empezar, todos los que estuvieron aquel día en el vertedero tendrían que dar amplias explicaciones. En primer lugar, la Marina.
En segundo, el titular de la SEIDO, que iba al frente del ministerio público, y al que poco se ha mencionado, Rodrigo Archundia Barrientos.
En esa lista tendrían que estar Jesús Murillo Karam y Tomás Zerón.
La Marina ha dicho que el fuego que aquella mañana se encendió al inicio de la pendiente tenía como fin servir de referencia, en medio de la tupida vegetación, a algunos helicópteros.
En el fondo del basurero se localizaron, ese mismo día, los restos de un incendio que había abarcado 150 metros de diámetro: de acuerdo con peritajes en los que participaron investigadores de los institutos de Biología y Geología de la UNAM , en el lugar había rocas con huellas de impacto térmico, cambios de tonalidades en el suelo, causados “por combustión de combustibles con alta energía calórica” y, sobre la base del fuego, elementos de flora y fauna que tenían alrededor de 21 días de crecimiento.
Le pregunto al exprocurador de Guerrero Iñaky Blanco —cuya investigación inicial del caso se ha sostenido contra viento y marea a lo largo de siete años— hasta qué punto la aparición del video secreto de la Marina cambiará el relato de lo que sucedió aquella noche.
Responde que los alumnos sobrevivientes identificaron a los policías municipales como sus agresores, recuerda que ahí están las intervenciones de la DEA y del Ejército, los análisis de telefonía, y una serie de testimonios “limpios”, rendidos en presencia del propio GIEI (el de los hermanos Sotelo Salinas, entre otros), que marcan el basurero como una de las rutas de desaparición de los alumnos.
“A pesar del video —dice—, no puede asegurarse hoy por hoy que la escena haya sido manipulada. Aún hace falta indagar y probarlo”.