En junio de 2022 los medios difundieron la imagen de un mono araña, vestido como sicario, que había perdido la vida en un enfrentamiento entre agentes ministeriales y sicarios de la Familia Michoacana.

Durante un operativo destinado a la captura de objetivos prioritarios, según se informó entonces, elementos de la fiscalía del Estado de México fueron atacados por un comando. Se inició una persecución que terminó en un rancho del ejido Venta Morales. Durante el enfrentamiento, once sicarios fueron abatidos.

El mono araña, que portaba un chaleco táctico, fue colocado sobre el pecho de uno de los caídos.

El tres veces alcalde del municipio donde esto ocurrió, el perredista Javier Lujano Huerta, declaró que se trataba de un hecho aislado, dijo que no existían rastros de la presencia del crimen organizado en Texcaltitlán.

“No ha llegado denuncia alguna acerca de estos eventos… tenemos comunicación con los comisarios ejidales, con la ciudadanía en general… hemos visto tranquilidad. No nos han reportado algún evento”, aclaró.

En pocas palabras, Texcaltitlán vivía bien y de buenas.

Sin embargo, un comando había sacado de una telesecundaria a un profesor, para ejecutarlo horas más tarde.

Sin embargo, en 2018, otro comando se había llevado, de las puertas de su domicilio, al director de seguridad pública municipal Juan Hernández García, quien fue encontrado sin vida, maniatado y con el rostro cubierto con cinta adhesiva, en la carretera La Puerta-Sultepec.

Lujano Huerta ha sido alcalde de Texcaltitlán tres veces. Su hermano, Dante, ocupó la presidencia en una ocasión, y su prima Zoila lo hizo en otra.

La aparición de narcomantas y narcocartulinas ha sido frecuente.

Hace dos años, dos policías de investigación fueron asesinados en un tiroteo con sicarios de la Familia Michoacana.

En ese remanso de tranquilidad en el que el alcalde Lujano Huerta y su familia viven desde hace varios lustros, fue aprehendido en mayo del año pasado un jefe de plaza conocido como El Zopilote: líder criminal que orquestó la agresión contra el Centro de Justicia de la fiscalía del Edomex en el municipio de Sultepec: un ataque en el que participaron cerca de 20 camionetas, que duró cerca de 40 minutos, y en el que varios agentes resultaron lesionados.

Tras ese ataque, por cierto, en municipios dominados por La Familia Michoacana —Tejupilco, Ixtapan de la Sal, Temascaltepec, además de Sultepec—, aparecieron narcomantas que anunciaban una ofensiva del grupo criminal contra agentes de seguridad estatal.

Las firmaba, entre otros “comandantes” de la Familia Michoacana, Rigoberto de la Sancha Santillán, El Payaso, el jefe regional que el viernes pasado citó a agricultores de col, coliflor, chícharo, haba y cebolla en la cancha de futbol de Texcapilla (un poblado olvidado, de unos 1,200 habitantes), para anunciarles que, a pesar de las malas cosechas, habría un incremento en el “cobro de piso”: un peso por cada metro cuadrado de cultivos.

Mientras la gobernadora Delfina Gómez le daba la bienvenida, “muy emocionada”, “al mejor presidente de la historia de México”, en Texcaltitlán, municipio que con Tejupilco, Coatepec, Temascaltepec y Almoloya de Alquisiras forma en el Edomex uno de los grandes bastiones de la Familia Michoacana, el abandono, la ausencia de gobierno y el hartazgo llegaron a su límite.

Con machetes, hoces y viejas escopetas, un pueblo enfrentó a sus extorsionadores.

El pasado 31 de agosto, a través de un video, el grupo criminal conocido como Los Tlacos presumió el asesinato de Silverio Martínez Hernández, El Comandante Fierros, cuyo cuerpo fue arrastrado a lo largo de una brecha por una camioneta.

Con Gilberto Misael Ortiz, El Barbas, y Alberto Romero Pérez, La Macrina, el Comandante Fierros era uno de los responsables de la emboscada que en mayo de 2021 ocasionó la muerte de 13 policías estatales y ministeriales en Coatepec de Harinas.

El cuarto responsable de la emboscada en el poblado de Llano Grande, según reportes de inteligencia, era El Payaso (su pareja sentimental fue ejecutada en Puente de Ixtla en junio de este año, a resultas de un cobro de cuentas).

Videos que pasarán a la historia de este sexenio muestran la manera en la que El Payaso y sus hombres cosecharon la ira de un pueblo abandonado por el gobierno.

“Vamos bien y de buenas”, dijo el presidente en Tejupilco con una sonrisa, unas horas después de que Texcaltitlán se bañara de sangre, y de que las imágenes de los golpes, los tiros, los machetazos, los cuerpos y los vehículos calcinados, saturaran medios y redes.

11 delincuentes y tres pobladores muertos, entre ellos el delegado comunal, Noé Olivares. Noticias de que dos de los sicarios lesionados fueron rescatados de un hospital por un comando. Noticias de pobladores desaparecidos…

Una gobernadora emocionada que solo atina a llamar a la gente a unirse “por la paz”, un presidente municipal que después de gobernar una década no se enteró de la tragedia que vivía su pueblo, y el presidente de un país que, de gira en el municipio vecino, dedicó solo unos segundos a hablar de la tragedia e invitó a los mexicanos a combatir, “entre todos”, la extorsión.

En efecto, vamos bien y de buenas.

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