Desde que a principios de esta década comenzó en Michoacán la guerra entre las autodefensas y Los Caballeros Templarios, el Cártel Jalisco Nueva Generación, liderado por Nemesio Oseguera, El Mencho, vio abrirse para su grupo una ventana de oportunidad que le iba a permitir tomar el control del estado.
El Cártel Jalisco comenzó a financiar con armas, dinero y vehículos a los grupos que combatían a Los Templarios. Al mismo tiempo, el líder de las autodefensas, José Manuel Mireles Valverde, actual subdelegado del ISSSTE en la entidad —llevado al cargo con la venia del presidente López Obrador—, abrió las puertas del movimiento armado a miembros del crimen organizado que fueron conocidos como “los perdonados”.
Las autodefensas se vieron infiltradas entonces por gente procedente del CJNG, y por prófugos de La Familia Michoacana, los Zetas y los propios Caballeros Templarios.
Desde aquellos años sonaba en voz baja el nombre de Miguel Ángel Gallegos Godoy, Migueladas, señalado como el hombre que estaba atrás de las autodefensas de La Huacana y Múgica. En la Tierra Caliente afirman que Gallegos andaba en relaciones sospechosas desde que Osiel Cárdenas Guillén envió a Los Zetas a coordinar los envíos de droga desde el puerto de Lázaro Cárdenas.
Fuentes del gobierno federal afirman que el ascenso de Gallegos en Michoacán se dio en dos vías. Como empresario melonero que financió campañas políticas de gobernadores, y luego impuso presidentes municipales, legisladores y funcionarios en las áreas de justicia y seguridad.
Al mismo tiempo, Gallegos entró en relaciones con los líderes de la Familia Michoacana: Servando Gómez, La Tuta; Nazario Moreno, El Chayo; Ignacio Andrade Rentería, El Cenizo, y Enrique Plancarte, alias El Kike Plancarte.
Los reportes disponibles indican que Migueladas se involucró en la producción de drogas sintéticas, fundamentalmente “crystal”, a través de su amistad con Plancarte. Cuando La Familia Michoacana se escindió, Gallegos se había convertido en un sólido líder regional. Un reporte del gobierno de Michoacán lo ubica en esos años como “el principal soporte financiero de Los Templarios y responsable de las relaciones políticas de la organización con diversos funcionarios de los tres órdenes de gobierno”.
De acuerdo con el documento, Gallegos tiene actualmente “el control de la venta y distribución de drogas hacia el extranjero, así como nexos con otros grupos delincuenciales que operan en el estado de Michoacán”.
Funcionarios que le siguieron los pasos en el sexenio anterior indican que el secreto de Migueladas es que nunca dio abiertamente la cara y siempre actuó a través de su operador principal, Ulises Sánchez Garibay, El Inge o El Ingeniero (detenido en agosto pasado), y del responsable de su brazo armado, un sujeto corpulento apodado El Rhino.
En mayo de 2014, sin embargo, el párroco de Apatzingán, Gregorio López, reveló en una entrevista que Migueladas “es el capo más protegido y custodiado por el gobierno del estado de Michoacán, porque financia campañas políticas”. Según el párroco, Gallegos mantenía un bajísimo perfil: “No aparece en los medios, solo en reuniones con las altas cúpulas… tiene mil trabajadores y genera empleos, por eso el gobierno lo protege”.
Un año más tarde, la entonces senadora María Luisa Calderón Hinojosa lo señaló como el verdadero jefe de los Templarios y “el sucesor de La Tuta”. Según el periodista José Reveles, Migueladas había aportado 17 millones de dólares a la campaña del gobernador Fausto Vallejo.
Cuando Los Templarios fueron aplastados, Gallegos se alió con Luis Antonio Torres, El Americano, y con narcos procedentes de diversos grupos en declive, para formar la organización conocida como La H3. El grupo duró poco, Migueladas se asoció entonces con los Viagras y, según el reporte citado líneas arriba, en 2017 pasó al Cártel Jalisco Nueva Generación. El documento lo señala como jefe de plaza en La Huacana, Churumuco, Gabriel Zamora, Huetamo, Ario de Rosales, Turicato y Múgica.
Los trabajos de inteligencia más recientes indican que a Migueladas le responden siete diputados locales, que tiene en la bolsa a los alcaldes de diversos municipios, y que hay gente suya tanto en la fiscalía general del estado como en la Secretaría de Seguridad Pública.
Migueladas, dicen los reportes, es “la nueva Tuta”: el nuevo rey de la droga en Michoacán. Controla los caminos de Tierra Caliente y las cuotas ilegales que los grupos criminales cobran a aguacateros, limoneros y productores de melón.
Hoy protagoniza una guerra con los Viagras que ha llenado de sangre Michoacán —y que, por mala fortuna y ausencia de estrategia, no tiene visos de terminar. Allá, todo está como al
principio.
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