Hacia la 1:40 de la madrugada, el exgobernador de Jalisco, Jorge Aristóteles Sandoval Díaz, abandonó la mesa en la que se había reunido con tres personas (dos hombres y una mujer) y caminó hacia el baño del restaurante-bar Distrito 5, ubicado en el boulevard principal de Puerto Vallarta.
Ahí sufrió una agresión directa por la espalda. Las autoridades creen que al menos dos personas lo siguieron hasta el sanitario, y que muy probablemente una de estas era mujer.
El exgobernador contaba, por ley, con una escolta compuesta por 15 personas. Sin embargo, no traía a todos los elementos consigo: en realidad, estos se hallaban repartidos entre los miembros de su familia. Aquella noche, Sandoval solo iba acompañado de su chofer, quien andaba siempre desarmado, y por uno de sus escoltas.
Al momento del atentado, solo un guardaespaldas se hallaba cerca de él. El escolta fue detrás de Sandoval hasta el sanitario, y al ocurrir la agresión, abrió fuego. En el intercambio de tiros resultó herido. A pesar de todo, intentó sacar al exgobernador del lugar.
Fuera de la plaza en la que se halla el Distrito 5 se había desplegado un grupo de alrededor de diez sicarios, dotados con armas largas, cuya misión era rematar a Sandoval en caso de que sobreviviera al ataque dentro del restaurante.
Cuando el guardaespaldas lo sacaba en andas, apoyado por el chofer —quien había entrado al escuchar los disparos—, los sicarios que aguardaban frente a la plaza hicieron fuego. Los escoltas de una de las personas que acompañaba al exgobernador, presuntamente un empresario, respondieron la agresión: sobrevino la balacera que fue grabada por varias personas a través de teléfonos celulares.
Las autoridades dieron horas después una conferencia con el primer reporte de los hechos. Informaron que Sandoval se había tomado unos días de descanso en Puerto Vallarta a partir del 5 de diciembre; que el 11 hizo un viaje rápido a Guadalajara, y que un día antes del ataque había regresado al puerto, donde se instaló “en algunas habitaciones privadas”, hizo actividades recreativas y empresariales, y se reunió con amigos y familiares.
Mientras la conferencia se llevaba a cabo, llegaron informes de que el personal del restaurante “había levantado todos los indicios del interior, había limpiado prácticamente la escena del crimen”.
“El personal del restaurante se deshizo de todos los indicios que estaban en el interior”, indicó el fiscal general del estado, Gerardo Solís. Luego se sabría que se habían retirado “diversos registros audiovisuales” y que incluso “el DVR central de la plaza también se lo llevaron”.
La forma en que se realizó la ejecución, con el nivel de riesgo que implicó para los autores materiales: llevar a cabo el atentado en un lugar cerrado, en una de las avenidas más transitadas, con más turistas y mayor número de cámaras de vigilancia; el hecho de desaparecer los registros visuales, incluso el central de la plaza, indica el grado de control que el grupo que asesinó a Sandoval posee en el municipio en donde, entre otras cosas, hace unos años fueron secuestrados los hijos del Chapo y en el que en noviembre de 2020 fue secuestrado y asesinado el poderoso empresario inmobiliario Felipe Tomé Velázquez.
Gobernador entre 2013 y 2018, el priista Aristóteles Sandoval había recibido una primera comunicación del Cártel Jalisco Nueva Generación apenas tomó posesión del cargo. El grupo criminal dejó una carta en el fraccionamiento donde vivía el entonces fiscal Luis Carlos Nájera. En esa carta se le pedía nombrar un conducto mediante el cual ponerse de acuerdo “para trabajar” y se le ofrecía disminuir la delincuencia común en el estado.
El propio Sandoval relató que no dio respuesta alguna a la comunicación. El CJNG había crecido explosivamente durante el último tramo de la gestión del panista Emilio González Márquez. A la llegada de Sandoval Díaz al gobierno de Jalisco, se había convertido en el grupo criminal dominante en el estado. A solo una semana de la toma de posesión de Sandoval, gatilleros de Nemesio Oseguera, El Mencho, asesinaron al recién nombrado secretario de Turismo, José de Jesús Gallegos. Según uno de los sicarios que participó en el homicidio, El Mencho creía que el funcionario lavaba dinero para otro grupo criminal. “Si lo dejamos… van a entrar a trabajar en nuestra casa como si nada”, dijo.
Las tensiones entre el nuevo gobierno y el CJNG no hicieron sino crecer. Durante los meses siguientes, la gente del Mencho asesinó a casi un centenar de servidores públicos en diversos municipios jaliscienses. En marzo de 2015, el cártel emboscó a elementos de la Gendarmería y el resultado fue once muertos. Al mes siguiente emboscaron a agentes de la Fuerza Única Regional: 15 elementos perdieron la vida, algunos de ellos calcinados.
En esos días, un sujeto apodado El Rayo recibió la orden de emboscar al comisionado de Seguridad Pública de Jalisco, Alejandro Solorio. Le atravesaron un tráiler y dos camionetas. Hubo un minuto de tiros y granadazos, pero Solorio logró salir del cerco.
Dos meses más tarde fue derribado durante el Operativo Jalisco un helicóptero de la Fuerza Aérea, con saldo de nueve efectivos muertos. Ese día se realizaron narcobloqueos en 25 municipios y la entidad entró en “código rojo”.
Hubo una segunda amenaza contra el entonces gobernador Sandoval, enviada desde un teléfono comprado en un Oxxo. La amenaza iba dirigida a él y a los miembros de su familia. En su primer círculo, dicen que Sandoval la desdeñó.
Tres años más tarde, cuando el exfiscal Nájera llevaba más de dos años fuera del cargo (le habían ofrecido la Secretaría del Trabajo de Jalisco), sicarios del CJNG lo cazaron a las puertas de un restaurante en la avenida Chapultepec y dispararon en su contra más de cien tiros de AR-15: el exfiscal logró salir con vida. Quedó claro, sin embargo, que los jefes del cártel esperaron el tiempo necesario para acercarse a él.
Hoy están imputadas por encubrimiento dos mujeres que la noche del asesinato de Sandoval realizaron diversas acciones para alterar la escena, se logró aprehender a un hombre que presuntamente estuvo involucrado en los hechos, se obtuvieron algunas imágenes de la noche en que ocurrió el ataque, y se ubicaron algunos vehículos que tomaron parte en el mismo. Se cateó, también, un departamento ubicado en la misma torre en donde el exgobernador se alojaba, y desde el que posiblemente se le vigiló.
Pero el mensaje es brutal para todo funcionario de Jalisco. Hay un grupo criminal que no se ha detenido ante nada y no se detendrá. Por eso, castigar el asesinato de Aristóteles Sandoval debe ser una prioridad para las autoridades de todos los niveles de gobierno.
Twitter: @hdemauleon