La tarde del martes, unos 300 efectivos de la Sedena, así como personal de la Fiscalía de Morelos, localizaron varios aserraderos clandestinos en la zona de Huitzilac, en el estado de Morelos.

Hallaron, según el reporte, maquinaria, sierras, camiones cargados de maderas, así como varios vehículos reportados como robados.

En las últimas dos semanas, las autoridades han detectado al menos diez de estos sitios en la zona boscosa en que colindan la alcaldía de Tlalpan y Morelos.

Tras el hallazgo de los aserraderos clandestinos vino un enfrentamiento con grupos de talamontes que operan en la zona. Se denunció que varios trabajadores de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural habían sido retenidos y entonces se desató un bloqueo en la autopista México-Cuernavaca, a la altura de Tres Marías, cuyo fin era exigir la liberación de los trabajadores.

Humo, caos, llantas quemadas, vehículos incendiados.

En solo un año, en ese corredor boscoso las autoridades han sostenido más de 15 enfrentamientos con mafias de talamontes que han devastado, según un reporte, cerca de 13% de los bosques de la zona.

Los vecinos denuncian que la operación de estos grupos se lleva a cabo por las noches, con apoyo de policías estatales y municipales de Morelos que les sirven de escudo. Durante los largos meses de la pandemia, la tala clandestina se llevó a cabo incluso de día, a fin de aprovechar la ausencia de los vigilantes del bosque.

El propio fiscal de Morelos ha reconocido la existencia de carpetas de investigación en las que agentes municipales son relacionados con estos grupos.

El 30 de junio pasado fue aprehendido en calles de Tlalpan, Ernesto Ibarra Torres. Se le buscaba por el feminicidio de Melani Fernanda Trejo, ocurrido el 6 de agosto de 2022. Esa madrugada, Melani volvía de una fiesta en compañía de su amigo Cristofer.

Ibarra Torres los esperaba a las puertas de la casa de ella, en el poblado de Tres Marías, con una pistola y un bidón de gasolina. Melani recibió seis tiros; Cristofer, dos. El agresor huyó antes de poder prenderle fuego a su víctima.

El padre de la joven (Melani acababa de cumplir 27 años) informó a los agentes de la fiscalía de Morelos que Ibarra Torres encabezaba la banda de talamontes más violenta del corredor Topilejo-Huitzilac-Parres-Tres Marías-Zempoala: una organización criminal conocida como Los Netos, vinculada no solo a la tala clandestina, sino también al secuestro exprés, el robo de vehículos y el asalto en la autopista México-Cuernavaca, así como en la carretera federal (hay cientos de denuncias de asaltos cometidos en el tramo Huitzilac, Tres Marías, La Pera).

Este grupo está ligado al caso de tres jóvenes trabajadores del Instituto Nacional de Salud Pública que desaparecieron en la carretera federal y cuyos cuerpos fueron encontrados en la comunidad Fierro del Toro, en Huitzilac.

La fiscalía de Morelos señaló como responsable del triple asesinato a un miembro del grupo de Los Netos -primo hermano de Ernesto Ibarra Torres-: Luis Alberto Ibarra Ramírez, apodado El Diablo.

El Diablo había recibido un disparo de arma de fuego en Huitzilac, mientras conducía un vehículo con reporte de robo con violencia. Cuando era trasladado al Hospital General de Cuernavaca, la Agencia de Investigación Criminal recibió una denuncia anónima que lo vinculaba con el homicidio de los trabajadores de salud.

Un juez concedió una orden para catear el domicilio de El Diablo. En esa casa había dos tarjetas de crédito extendidas a nombre de las víctimas, así como una cadena de oro que había pertenecido a una de ellas.

La jueza Alejandra Trejo Reséndiz decretó, sin embargo, la no vinculación a proceso de Ibarra Ramírez. Cuando el caso llegó al Tribunal de Justicia de Morelos, un magistrado reveló que había recibido presiones del presidente del tribunal, Luis Jorge Gamboa, y del hermano del gobernador Cuauhtémoc Blanco, Ulises Bravo, para cambiar el sentido de su voto. Aunque se negó, El Diablo, finalmente, no fue vinculado a proceso.

El caso evidenció el esquema de protección desde el poder judicial de que goza el grupo criminal que algunos medios han bautizado como “el Cártel de los Talamontes”, y del que forman parte células criminales de Huitzilac conocidas como Los Chuchas, Los Vara Dávila y Los Panales.

La devastación no se detiene y un negocio millonario, que se dejó crecer, involucra directamente a estos grupos con diversas autoridades.

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