Hace una semana circuló una convocatoria para celebrar en calles de Culiacán, Sinaloa, el llamado “Ovidio Fest”.
Desde redes sociales se llamó a asistir en forma masiva a la misma zona en donde el 17 de octubre de 2019 fue aprehendido y liberado, en cuestión de horas, tras un enfrentamiento entre el Ejército y sicarios del Cártel de Sinaloa, Ovidio Guzmán López , uno de los hijos del Chapo.
La invitación en redes anunciaba que en el Desarrollo Urbano Tres Ríos habría música, comida, vino, cerveza, rifas, regalos sorpresa, concursos y hasta un desfile que iba a terminar frente al cuartel militar. El mensaje se hizo viral. En poco tiempo alcanzó miles de reproducciones.
El día fijado, para apaciguar los ánimos de quienes querían tomar parte en el extraño carnaval, fue necesario que las autoridades enviaran a patrullar por lo que el día de la detención de Ovidio se volvió un campo de batalla, a una batería de vehículos blindados y artillados.
En medio del jolgorio se recordó que a un año de que el gobierno mexicano fuera humillado por el Cártel de Sinaloa —que instaló barricadas y vehículos incendiados en 19 puntos de la ciudad y provocó la muerte de 9 personas— no existe orden de aprehensión en contra de Guzmán López: sencillamente, el gobierno mexicano no le ha presentado un solo cargo.
Culiacán se encuentra entre los diez municipios del país con mayor número de homicidios vinculados al crimen organizado y concentra 67% de los asesinatos ocurridos en el estado en 2020. En Culiacán tienen presencia los grupos criminales más importantes del estado: Los Chapitos (acaudillados por Iván y Archibaldo Guzmán Loera), Los Mayos (como llaman a la gente de Ismael El Mayo Zambada) y Los Guanos (dirigidos por un hermano del Chapo: Aureliano Guzmán Loera).
La relación entre Los Chapitos y El Mayo Zambada se rompió definitivamente porque este se negó a enviar gente de refuerzo para apoyar a Ovidio Guzmán durante el “Culiacanazo” de octubre de 2019: los Guzmán lo acusaron de “haberse replegado”.
En mayo de 2020, José Rodrigo Aréchiga, El Chino Ántrax , antiguo jefe de sicarios del Mayo Zambada, apareció con una herida de bala en la cabeza dentro de una camioneta abandonada en las cercanías de Culiacán: el asesinato fue atribuido a Los Chapitos, en venganza porque El Chino Ántrax había declarado contra su padre en un juicio que se le siguió en San Diego: El Chino acababa de obtener su libertad condicional, pero se les escapó a los estadounidenses y regresó a Culiacán, en donde a los pocos días fue cazado.
La guerra de baja intensidad que había comenzado tras el “Culiacanazo”, y que se expresaba en la quema de casas y autos, en “levantones” y enfrentamientos ocurridos en zonas rurales, arreció a partir de diciembre.
El hecho más significativo ocurrió apenas hace cuatro meses, en la sindicatura de Tepuche. Sicarios irrumpieron en el poblado el pasado 25 de junio. Agredieron una base de Operaciones Mixtas, tiraron contra varias casas, a unos kilómetros de ahí ejecutaron a siete personas que vestían equipos tácticos, y más adelante acribillaron a nueve hombres más (uno de los cuales portaba un AK 47).
El saldo fue de 16 muertos en poco más de una hora.
Medios locales atribuyeron el enfrentamiento a la pugna entre Los Rusos, adscritos al grupo del Mayo Zambada, y Los Ninis, célula compuesta por sicarios de los hermanos Guzmán.
Desde el 1º de diciembre de 2018 hasta finales de junio de 2020 habían ocurrido en Culiacán 820 homicidios. Hace unos días fue brutalmente asesinado el empresario Salim Acosta , a quien privaron de la libertad el jueves 22 y cuyo cuerpo fue encontrado al día siguiente con marcadas huellas de violencia.
Hoy, 75.4% de los habitantes afirma que la inseguridad y la delincuencia son los problemas más graves para los ciudadanos (otros votan por la corrupción).
Tras un año de impunidad, el “Culiacanazo” le enseñó a la gente que el crimen es quien manda en la ciudad.