Fue otro fin de semana de horror. Durante cuatro días consecutivos aparecieron en Zacatecas cuerpos desmembrados y metidos en bolsas. La sicosis que todo esto ha levantado fue tal, que la noche del domingo las calles de la capital del estado lucían absolutamente desiertas.
Viernes 13 de mayo: aparecen los dos primeros cadáveres descuartizados en la calle Cerro de la Araña, del fraccionamiento Colinas del Padre. A lo largo del día van a aparecer en Zacatecas seis víctimas más.
Ese mismo viernes, las autoridades localizan, en El Pardillo II, en Fresnillo, los cuerpos desmembrados, y metidos en cuatro costales, de dos jóvenes que días antes habían sido reportados como desaparecidos.
Sábado 14 de mayo: en la mañana, vecinos reportan el hallazgo de una bolsa sospechosa en la calle Sierra de Mazamitla, en la segunda sección de Colinas del Padres. Contiene un torso envuelto en una cobija.
Esa tarde, en Guadalupe, se registra un enfrentamiento armado entre grupos criminales.
Un hombre aparece balaceado en Fresnillo.
Domingo 15 de mayo: en la cuarta sección de Colinas del Padre aparecen dos cuerpos más. Uno se halla sumergido en un ojo de agua (fue descubierto por vecinos que habían salido a correr) y otro más, envuelto en cobijas, es hallado en la calle Cumbres… dentro del mismo fraccionamiento.
¿A qué se deben las ejecuciones en ese conjunto habitacional? ¿Qué fue lo que sucedió? Nadie lo sabe, porque hasta el momento no hay detenidos.
Lo que sí supo buena parte de Zacatecas es que la noche de ese domingo, en plena capital, y señaladamente en la colonia Alma Obrera, se registraron tiroteos y persecuciones entre integrantes de organizaciones criminales que se disputan el estado: el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel del Pacífico –que actúa en alianza con el grupo delictivo conocido como Los Cabrera.
Lunes 16: En la calle conocida como “de la fayuca”, en la colonia Díaz Ordaz, son localizadas bolsas de plástico y hieleras desechables. Las hieleras contienen dos cabezas y un mensaje: “Zacatecas tiene un solo dueño prepárense (sic) que el terror está por comenzar”. Firma el Cártel Jalisco Nueva Generación.
En las bolsas se encuentran los cuerpos cercenados de un hombre y una mujer.
Un segundo mensaje, escrito también sobre un trozo de cartón, amenaza a huachicoleros, “soplones” y policías estatales.
Dos cadáveres más aparecen el mismo día en dos distintos puntos de la carretera federal 23. Una mujer maniatada, probablemente menor de edad, y un hombre cubierto con una cobija.
La organización Causa en Común ha documentado que entre enero y abril de 2022 ocurrieron en Zacatecas 14 masacres. En ese lapso se registraron 121 homicidios. 15 policías y funcionarios fueron asesinados. 14 mujeres perdieron la vida en actos de crueldad extrema.
Entre septiembre y mayo 36 policías fueron asesinados. El estado es el más peligroso para ellos. La tasa de homicidios entre guardianes del orden es de 4.47 por cada 100 mil habitantes: la tasa nacional es de 0.6 por cada 100 mil.
El personal de la Sedena se encuentra también bajo fuego: entre enero y abril tres militares aparecieron colgados en puentes vehiculares, dos fueron asesinados y envueltos en cobijas y otros dos fueron balaceados mientras compraban teléfonos en un negocio.
Hace apenas unos días, sicarios al servicio de Gerardo González Ramírez, alias El Gera, El Güero o El Apá, jefe de plaza del Cártel Jalisco en Nochistlán, Apulco y Jalpa, se enfrentaron a tiros con elementos de la Guardia Nacional.
Videos diversos muestran a los convoyes de El Gera, formados por “monstruos” y vehículos blindados, atravesando brechas y destruyendo cámaras de vigilancia.
Desde la llegada de David Monreal al gobierno del estado las masacres han crecido 57.1%. Un estudio del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal dado a conocer en marzo pasado ubicó a Zacatecas entre las ciudades mexicanas más violentas y una de las peligrosas del mundo, con 107.47 homicidios por cada 100 mil habitantes.
En su primera conferencia como secretario de Seguridad Pública estatal, el general retirado Adolfo Marín mandó decir a los zacatecanos, sin embargo, que no deben preocuparse. No porque él vaya a resolver la crisis de violencia, sino porque los asesinatos –y los asesinados–, según dijo, “son de otros lados”.
Negar, culpar a otros y cerrar los ojos. El estilo 4T frente a la violencia que devora México.