El pasado 3 de diciembre, un convoy de agentes ministeriales y personal de la Sedena se dirigieron a un domicilio de la colonia Norte, en Puente de Ixtla, Morelos. Trabajos de inteligencia habían revelado que una banda de secuestradores del Estado de México trasladaba a sus víctimas a una casa de seguridad ubicada en aquel municipio.

Cuando el convoy se aproximó, varios hombres armados salieron huyendo a bordo de dos automóviles Jetta. La persecución y el intercambio de disparos se extendieron a otras colonias. Una mujer que intentaba resguardarse en la plaza principal resultó herida en un hombro. Esa noche los tiros se oyeron en Puente de Ixtla durante casi una hora.

Al día siguiente volvieron a registrarse detonaciones. Era la una de la tarde y dos grupos de sicarios, en motos y camionetas negras, se había encontrado en calles de la colonia Guadalupe Victoria. En una grabación obtenida por un vecino se escuchan el ruido de las ráfagas y los gritos desesperados de una mujer. Más tarde se hallaron 23 casquillos de 7.62.

Medios locales reportan que es el octavo tiroteo que se registra desde octubre. Las autoridades de la Mesa de Seguridad afirman que no hay evidencia de que todos esos tiroteos se hayan dado, y que al menos dos de ellos nunca ocurrieron: no había casquillos en el piso, ni vehículos ni fachadas perforadas por las balas en los sitios donde estos fueron reportados.

Sin embargo, sí hubo ejecuciones y balaceras a la luz del día: las escuelas pidieron permiso a las autoridades educativas para que los alumnos volvieran a tomar clases virtuales y dejaran de asistir a las aulas (uno de los tiroteos sucedió a las puertas de una primaria). Decenas de comercios cerraron sus puertas el 6 de diciembre, luego de que se reportaran tiros en el arco de bienvenida al municipio, y el alcalde Mario Ocampo decidió cancelar, para preservar la seguridad de los habitantes, la feria anual, que estaba a punto de llevarse a cabo.

También se canceló el torneo de futbol “Ciudades Hermanas”, que se iba a celebrar del 16 al 24 de diciembre: debido a la inseguridad, los equipos contendientes optaron por no inscribirse. Un vecino declaró a los medios que “del miedo, nos hemos tenido que resguardar hasta debajo de la cama”.

Incluso la vacunación contra el Covid para jóvenes de 15 a 17 años debió suspenderse durante algunos días, y cuando se reanudó fue en un hospital fuertemente custodiado por militares y no en la Plaza del Maestro, donde se había planeado originalmente.

En julio de 2021 el gobierno de Cuauhtémoc Blanco colocó en la vía pública una serie de espectaculares con el rostro de Francisco Javier Rodríguez Hernández, alias El XL o El Señorón. El grupo criminal de este individuo, según reportes de seguridad, abandonó la zona metropolitana de Cuernavaca y se movió hacia el sur del estado. Su llegada atizó el fuego en una región clave para el trasiego de drogas.

Puente de Ixtla colinda con los municipios guerrerenses de Taxco, Buenavista de Cuéllar y Huitzuco de los Figueroa. Hoy se registra una fuerte presencia de la Familia Michoacana, liderada por un jefe regional, Luis Gómez Gómez, alias El Kalimán.

La Familia disputa Puente de Ixtla con dos grupos: Los Rojos, cuyo líder en la zona ha sido identificado como Rubén Jiménez, alias La Rubia, y los Guerreros Unidos, a cuyo frente se encuentra Jesús Bertín Zúñiga Ocampo, conocido como El Pecas o Don Chucho.

Una tercera organización criminal, que firma sus narcomantas con las siglas CDN, es dirigida desde el penal de Atlacholoaya por Christian Cruz Almanza, apodado El Perro.

En las elecciones pasadas resultó electa como presidenta municipal de Puente de Ixtla la abanderada de Morena, Claudia Mazari Torres, prima del líder de Los Rojos, hoy en prisión, Santiago Mazari Miranda, El Carrete.

De acuerdo con autoridades estatales, la detención en noviembre pasado de Esther Yadira Huitrón Vázquez, alias La Jefa, –hermana de Claudia Huitrón, presidenta estatal del partido Redes Sociales Progresistas–, a quien el gobierno federal acusa de estar involucrada en las actividades de Guerreros Unidos, provocó en la entidad un reacomodo entre las organizaciones criminales, que comenzó a sentirse ya en los municipios del sur de Morelos.

Como en tantos otros lugares del país, ahí también el crimen organizado, en su relación con la narcopolítica, extiende la mano para adueñarse de regiones enteras.