Hace unos días la gobernadora de Quintana Roo, Mara Lezama, dijo que había una guerra sucia contra Cancún. Que los medios estaban generando noticias falsas para crear una inexistente sensación de inseguridad.
“Esa guerra —dijo— no afecta al gobierno. Afecta a los ciudadanos que vivimos (del turismo) de manera directa e indirectamente”.
El mes en el que la gobernadora morenista pronunciaba estas palabras, había cerrado con 37 homicidios en el municipio de Benito Juárez, que en estos días espera el arribo de más de un millón de turistas.
Eran más del doble de los asesinatos registrados en Tulum (16), el segundo municipio más violento en un estado que en los primeros dos meses de 2023 acumuló 250 homicidios.
Todavía estaban frescas las palabras de Lezama cuando la realidad las puso en evidencia: las atropelló con lujo de violencia.
A las diez de la mañana de ayer las autoridades localizaron los cuerpos de tres personas que habían sido ejecutadas frente al hotel Fiesta Americana, en plena zona hotelera.
Los cadáveres yacían tirados en la arena, en una playa exclusiva, ante la mirada azorada de decenas de turistas.
Las fotos publicadas reflejaban los hechos sin concesión alguna: frente al bellísimo mar de Cancún, entre toallas, bronceadores, sombrillas, lentes oscuros y trajes de baño, los turistas observaban el paso, con armas largas en las manos, de agentes estatales y guardias nacionales que llegaban a investigar los hechos.
El periódico El País apuntó, acertadamente, que el México real acababa de meterse por la puerta trasera en uno de los paraísos turísticos más importantes del mundo. Se desató una intensa búsqueda realizada con unidades aéreas, terrestres y cámaras del C5.
Según la fiscalía estatal, se había tratado de una disputa por el control de la venta de droga.
Poco después se alertó de detonaciones de arma de fuego ocurridas en la Supermanzana 75. Según los reportes, había ocurrido otro ataque armado. Esta vez, en contra de dos hombres. Uno estaba muerto cuando arribaron las autoridades. El otro fue trasladado al Hospital General:
Antes de las 2:30 de la tarde, en pleno inicio de la Semana Santa, había cuatro nuevos cadáveres en Cancún.
El día anterior —Domingo de Ramos— dos cuerpos más, con brutales signos de violencia, fueron hallados entre la maleza y los desechos de basura que sembraban un camino de terracería de la Supermanzana 243.
Hay un hilo inocultable de la violencia que azota la ciudad de Cancún. A fines de 2021 fue noticia mundial el ataque armado que 14 hombres perpetraron en contra de dos narcomenudistas en la playa de los exclusivos hoteles Azul Beach Resort y Hyatt Ziva Riviera. Los agresores fueron a cazar a una de sus víctimas al interior mismo de uno de los complejos hoteleros. El personal del hotel pidió a los huéspedes que se encerraran en sus habitaciones y guardaran silencio.
Un año más tarde se hizo viral un video de un minuto de duración que mostraba un caso de extorsión en el interior de una barbería de la región 92: “Quiubo, carnal, esta es la maña, al chile a lo que venimos, de entrada me vas a pagar 50 mil varos para hoy, semanales”, le decía al encargado uno de los extorsionadores. “Vamos a matar a la hermana del encargado… Ponte las pilas, no te vayas a chivear, carnal”, concluyó el delincuente antes de huir con sus cómplices en una moto.
Hace unas semanas un taxista fue asesinado frente a su familia a las puertas de una tienda de conveniencia. Le dieron 12 tiros. El taxista pertenecía al Frente Único de Trabajadores del Volante, algunos de cuyos integrantes han denunciado actos de extorsión por parte de integrantes del crimen organizado.
El 15 de febrero pasado otro video mostró la golpiza que narcomenudistas propinaron en la playa del hotel Crown Paradise a un vendedor ambulante que se negó a pagar “derecho de piso”. La golpiza ocurrió ante los ojos de turistas que, frente al bellísimo mar de Cancún, vieron aparecer el México real.
Entre el 17 y el 21 de febrero, ocurrieron hechos de sangre durante cuatro días consecutivos. Asesinatos a balazos desde motocicletas, hallazgo dentro de un cenote de un hombre ejecutado, aparición de un cuerpo sin vida con huellas de tortura, la cabeza encintada y envuelto en sábanas,
La “campaña negra” siguió en marzo con el hallazgo de restos humanos en la playa cercana al Hotel Hyatt Ziva y con el rosario de 35 ejecuciones que hicieron de Benito Juárez el municipio más violento del estado (ese mes, en comparación, se reportaron tres casos en Solidaridad).
El gobierno de Estados Unidos emitió hace unos días una alerta de viaje en la que Cancún ocupaba un lugar estelar. Frente al reguero de cadáveres la gobernadora Lezama optó por cerrar los ojos y hablar de campañas negras. Fiel a su estilo, el presidente López Obrador dijo en una de sus “mañaneras” que a pesar de la alerta emitida por el Departamento de Estado “está Cancún lleno de estadounidenses” que no hacen caso a su gobierno “porque la realidad es otra”.
Esa otra realidad de la que habla el presidente se volvió a encontrar con el México real, ayer, en una playa de Cancún.