“Yo me vine a los Estados Unidos durante la pandemia. Las cosas estaban muy difíciles en México. Acá la vida no es fácil. Se trabaja mucho, se vive mal, y no se respetan los derechos.” Martín, Estado de Oaxaca .

A inicios de 2021 Martín se unió a los miles de mexicanos que arriesgan su vida para cruzar la frontera norte cada día. Aunque es difícil estimar la magnitud del éxodo de mexicanos a los Estados Unidos, el número de detenciones — un número indirecto de migración — apunta a la alta. En 2020 se 297,711 mexicanos en la frontera norte y en 2022 el número de detenidos ascendió a 808,339 — un incremento del 271%. A pesar de sus grandes riquezas naturales México es el país que más expulsa mano de obra a otros países (solo después de La India y China). Y su celebrado bono demográfico, derivado del alto porcentaje de población en edad económica productiva, ha sido bien aprovechado principalmente por los Estados Unidos.

Martín arribó a Nashville porque el único conocido que tenía en los Estados Unidos era un primo dedicado a la construcción en Tennessee. Yo lo conocí a consecuencia de mi rol como voluntario con una organización que defiende los derechos laborales de trabajadores de bajos ingresos. Martín me contó que entre pago a coyotes, cárteles y demás, el viaje le costó en $10,000 dólares de los cuales $7,000 fueron prestados y con el 10% de intereses mensuales apenas terminó de pagar en mayo del año pasado. Desde que llegó se ha dedicado a la construcción. , 24% de los trabajadores en EUA que se dedican a la construcción son inmigrantes indocumentados. Este sector es uno de los que menos protecciones laborales tiene. Por ejemplo, algunos estudios apuntan que del 12-20% de los trabajadores de la construcción no tienen un contrato laboral, lo que los pone en desventaja a la hora de exigir sus derechos. Adicionalmente, para s, la compañías constructoras emplean a varios trabajadores como contratistas por proyecto y con esto se desentienden de regulaciones como el salario mínimo, prestaciones laborales, horarios de trabajo, servicios médicos, pagos por tiempo extra, seguro por discapacidad, pensión y el trabajador puede ser despedido en cualquier momento sin razón alguna.

Este atropello de derechos y precariedad laboral se mantiene gracias al estatus migratorio de los trabajadores, el desconocimiento de sus derechos laborales y la falta de instancias gubernamentales o civiles culturalmente apropiadas y accesibles para dar proveer orientación y representación legal o mediar en conflictos. Un ejemplo clásico es el robo de salarios que es bastante común en la comunidad inmigrante.

Encuestas señalan que 26% de los trabajadores de bajos ingresos refieren haber experimentado robo de salarios el último año. Lo que le sucedió a Martín cuando llegó a Tennessee es ilustrativo.

Inició trabajando con un contratista poniendo tejas. El acuerdo fue de pagarle 10 dólares la hora por 10 horas al día. Los pagos se hacían en efectivo al terminar la semana y nunca se habló de horas extras a pesar de que las jornadas laborales solían ser de 11-12 horas diarias. Las primeras dos semanas Martín recibió lo que le correspondía. La siguiente semana el contratista le dijo que no pagaría porque a él aún le debían el último trabajo, pero que se pondrían al corriente posteriormente. La siguiente semana le dio 50 dólares y le dijo que terminaran una casa más y le pagaba el resto. Y así el contratista fue hábilmente estirando la situación por dos meses más hasta que Martín lo encaró diciendo que si no le pagaba se iba a cambiar de trabajo. Fue entonces cuando el contratista lo amenazó con “echarle la migra” y Martín, sin saber a dónde recurrir, siguió trabajando otro mes hasta que huyó a otro trabajo. En total le robaron 5,000 dólares.

Pero el robo de salario y las largas jornadas laborales son solo dos de las muchas maneras en la que son explotados los migrantes. Martín me contó que en otra ocasión se resbaló con una teja que estaba mal puesta y se cayó del techo de una casa. A pesar del fuerte dolor e inhabilidad para mover el brazo el contratista lo envió a casa sin la menor atención. Por fortuna unos amigos fueron lo llevaron al doctor quien tras examinarlo le diagnosticó una fractura. Martín fue a hablar con el contratista y éste llanamente le dijo “pues mete un abogado Martín, alcabo que ni contrato tenemos y yo les diré que nunca trabajaste conmigo. Además recuerda que eres ilegal, y a ti te puede ir más mal por andar trabajando sin papeles.” Así el patrón se desentendió de la situación y Martín tuvo que gastar todos sus ahorros en cuidado médico y convalecencia hasta que su brazo estuvo mejor y pudo trabajar de nuevo.

Y así es la vida, de penuria en penuria, de atropello en atropello hasta que a un día, después de varios años de sacrificios y ya con un cuerpo roto, ahorran lo suficiente para construir la casa, iniciar el negocio, mandar a estudiar al hijo, o comprar la tierra que se habían propuesto y se regresan a México esperando librarse de extorsiones por bandas criminales que parecieran tener buen olfato para encontrarles.

Cuando el Presidente de México “tenemos un récord histórico de remesas (...) es como para decirles a los tecnócratas neoliberales, tengan para que aprendan” yo pregunto, ¿no son estas cifras de fracaso más que de éxito? Auto alabanzas de un país conformista cuya forma de ingreso son las remesas. De un país que se alegra y celebra cuando su población económicamente productiva se va a perseguir sus sueños en otra parte. De un país que bautiza como héroes a personas como Martín, quien dejó su familia, seres queridos y tierra que lo vio crecer, arriesgó su vida para cruzar, y es despojado de sus derechos humanos todos los días para poder ofrecer un mejor futuro a su familia.

El gobierno mexicano debe sentar las bases para crear condiciones de vida digna en México y así evitar que personas como Martín sean obligados a salir de su país para sobrevivir. Sé que sería ingenuo asumir que este tipo de cambios ocurren de la noche a la mañana pero sí podemos empezar a llamar las cosas por su nombre. En casos como Martín no estamos hablando de héroes estamos hablando de mártires que con muchos sacrificios aportan para mantener la economía mexicana a flote. Es una prioridad que el gobierno mexicano encuentre soluciones para proteger los derechos humanos de sus connacionales en el extranjero.

Héctor Carrasco Magallanes es Médico, maestro y doctor en Salud Pública y Director de Equidad en el Departamento de Salud del Estado de Tennessee. También es miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores.

Agradezco a mis colegas Víctor Flores y Cecilia Prado (Directora de Dignidad Obrera) por su valiosa retroalimentación en versiones previas de este manuscrito. Sin embargo, lo aquí expresado únicamente representa la opinión de un servidor.

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