Durante los últimos dos años he liderado el programa más grande de prevención de sobredosis por drogas ilegales, como la heroína o las metanfetaminas, y de prescripción, como la oxicodona o la hidrocodona, en el estado de Tennessee. Lejos de las apariencias, los estadounidenses están pasando una crisis social sin precedentes. Las tres primeras en la población menor de 50 años son las sobredosis por drogas, los suicidios y las muertes relacionadas al alcohol. Los economistas y profesores de la universidad de Princeton, Angus Deaton (premio Nobel en 2015) y Anne Case, les llama a estas “las muertes de la desesperanza” y entre otros varios factores las relacionan a lo poco equitativa que es la economía de los Estados Unidos, el estancamiento de los salarios para las clases media y baja desde los 80´s y la decadencia de la participación física en entornos y actividades sociales. En este artículo describiré la evolución de la llamada crisis de opioides de Norteamérica y destacaré cinco acciones que México puede realizar para anticiparse a una previsible pero prevenible epidemia de adicciones y sobredosis.

“A mis 23 años, sentía que mi vida no tenía propósito. Cuando probé la heroína por primera vez, me sentí feliz, pleno. Al mismo tiempo, todo se empezó a salir de control, perdí a mi familia, mi trabajo, amigos y ahora vivo en la calle. A nadie le importo”.
Sr. Smith. Paciente del programa de adicción a opioides
.

Según de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) entre Octubre de 2020 y Octubre de 2021, 101,035 personas murieron por sobredosis, en su mayoría relacionadas a opioides, en USA. Pero no siempre fue así. La crisis de sobredosis por opioides ha crecido de manera acelerada en las últimas décadas. Estados Unidos ha navegado cuatro olas de incrementos en adicciones y sobredosis. La primera inicia en los 90 ́s cuando ejecutivos de la empresa farmacéutica Purdue Pharma, conociendo la naturaleza adictiva de los opioides (medicamentos para el dolor como la oxicodona o la hidrocodona), empiezan una campaña masiva de desinformación para incrementar las prescripciones de estos medicamentos. La campaña fue tan exitosa que en el 2012 se recetaron opioides como para ofrecer una dotación de pastillas por un mes a cada estadounidense. La segunda ola inicia en el 2010 cuando se empiezan a regular las prescripciones de opioides y las personas con adicción recurren a las drogas ilegales, como la heroína. Con un sistema policial orientado a la criminalización más que a la rehabilitación y que depende de cárceles con de lucro, aunado a un sistema de salud pública poco apto para responder a una crisis de esta magnitud, estas dos primeras olas resultaron en un de más de 10 veces (40,900 en 1980 a 430,926 en 2019) en el número de presos por cargos relacionados a posesión de sustancias ilegales. Las cárceles se convirtieron en almacenes de adictos. La tercera ola inicia en 2015 cuando laboratorios clandestinos, la gran mayoría localizados en México, aprenden a producir opioides sintéticos como el fentanilo. Este último es 50 veces más que la heroína, lo cual hace a sus usuarios muy propensos a sobredosis. De acuerdo a estimaciones de la DEA, un kilogramo puede costar aproximadamente 4,000 dólares y puede generar de 1.5 millones de dólares. Tiene también el desafortunado potencial de matar a medio millón de personas. Finalmente, la cuarta ola que inicia entre 2017 y 2019 se relaciona con estimulantes como las metanfetaminas, las cuales en su mayoría, de acuerdo a la DEA, se han empezado a producir en México con un método llamado P2P. Este método permite producir metanfetaminas de sustancias fáciles de adquirir como ácido sulfúrico, ácido hidroclorhídrico, mercurio o ciertos combustibles especializados. Al mismo tiempo, este método produce impurezas que hacen a las metanfetaminas altamente tóxicas para el cerebro. De acuerdo al escritor , en algunos pocos meses los usuarios suelen iniciar con paranoia, delirios, y agresión, lo cual ha abonado de sobremanera a los campos de vagabundos con enfermedades mentales en el oeste de los Estados Unidos.

La crisis de adicciones y sobredosis también ha alcanzado niveles sin precedentes en otros países como Canadá, Australia y Reino Unido. Y de acuerdo a la última de adicciones, en México ya se han empezado a ver incrementos sustanciales en el porcentaje de la población entre 12-65 años de edad que reportan haber usado drogas ilegales alguna vez en su vida (de 4.1% en 2002 a 9.9 % en 2016). ¿Qué acciones puede México emprender para anticiparse a una previsible pero prevenible crisis?

Acción 1.

Preservar las regulaciones actuales mientras se mejora el acceso a opioides en condiciones médicas legítimas y en poblaciones con rezago de atención en salud. Los opioides son medicamentos muy útiles, sobre todo en cuidados paliativos o en condiciones médicas donde el dolor es una limitante de vida. Por lo que es crucial utilizar los marcos regulatorios existentes para crear un balance que evite el abuso mientras se salvaguarda el acceso por indicaciones médicas. Algunas regulaciones han hecho los procesos para acceder a opioides demasiado complicados incluso en condiciones clínicas que lo ameritan. Igualmente, persecuciones judiciales a médicos como a la en Guerrero desincentivan el uso médico necesario. Esta en The Lancet publicada en 2018 profundiza más en estos temas. También se deben vigilar farmacéuticas como la cual tiene sedes en varios países de Latinoamérica entre ellos México. Esta farmacéutica tiene a los opioides al de su lista de productos y a la familia Sackler, también propietaria de Purdue Pharma.

Acción 2.

Implementar una estrategia nacional para monitorear, prevenir y tratar adicciones de una manera holística. Si bien el manejo psicológico y clínico es clave, esta estrategia no se puede limitar a los consultorios. Las adicciones se abordan tratando a los pacientes a lo largo del espectro de cuidado, es decir, con acciones preventivas, de diagnóstico temprano, inicio y seguimiento de tratamientos y protocolos de atención inmediata en casos de sobredosis.

Acción 3.

Regular la disponibilidad de sustancias adictivas, ilegales y altamente riesgosas como el fentanilo o las metanfetaminas. Aunque la demanda de sustancias potencialmente adictivas es necesaria, la crisis de sobredosis en Estados Unidos inició con un aumento en la oferta más que en demanda. Adicionalmente, la gran mayoría de las sobredosis son accidentales. En los Estados Unidos es común ver casos de sobredosis a causa de que la cocaína, mariguana, o heroína estaban contaminadas con fentanilo. Un amigo que labora en una coalición antidrogas suele decirme que “en un mercado inundado de fentanilo, los adictos de antaño no duran ni un par de meses”. Algo similar sucede con los cerebros de las personas que usan metanfetamina generada con el método P2P.

Acción 4. 

Utilizar el sistema legal para estimular que las personas con adicciones inicien tratamiento. Antes se pensaba que los adictos tenían que tocar el fondo para encontrar un propósito que les diera las fuerzas para rehabilitarse. Con estas nuevas sustancias en el mercado, a menudo tocar el fondo es la muerte o terminar con el cerebro frito, y en ambas, ya no hay vuelta atrás. El sistema legal, más que para castigar, puede ser utilizado para desincentivar el uso de drogas y fomentar la rehabilitación. Los Tribunales de Drogas han sido muy exitosos en los Estados Unidos pero, entre otras cosas, se requiere de acceso universal a tratamientos efectivos, un sistema legal funcional y acompañamiento a largo plazo.

Acción 5.

Promover entornos sociales saludables y permisos de maternidad/paternidad. Nuevas investigaciones destacan que una de las mejores formas de prevención de las adicciones es un buen vínculo entre padres e hijos durante los primeros años de vida. Eso ayuda a que las vías de recompensa en el cerebro sean más resistentes a las conductas y sustancias adictivas. Largas jornadas de trabajo, marginación, y falta de permisos de maternidad/paternidad resultan perjudiciales para la salud mental de las nuevas generaciones. También es crucial crear entornos seguros e interesantes que favorezcan la interacción social física. A largo plazo, la prevención de las adicciones es un sentido fuerte de comunidad, empatía, y bienestar social.

La crisis de adicciones y sobredosis ha alcanzado niveles sin precedentes en los Estados Unidos. La combinación de fallas en la regulación del mercado, persecución rapaz de ganancias por parte de las compañías farmacéuticas, sistemas sanitarios y legales poco aptos para lidiar con crisis de esta magnitud y nuevas sustancias en el mercado, en un contexto de profunda inequidad y polarización social, ha puesto en marcha el motor de la decadencia social de los Estados Unidos de América. Aquí propuse cinco acciones que México puede empezar a implementar para anticiparse a prevenir la quinta ola de adicciones y sobredosis, que previsiblemente afectará también a los países en desarrollo en el resto del continente americano.

Héctor Carrasco Magallanes es Médico, maestro y doctor en Salud Pública y Director del Programa de Prevención de Adicciones y Sobredosis en el Departamento de Salud del Estado de Tennessee. También es miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores.
Sígueme en Twitter @HectorCarrasc03
Agradezco a los colegas médicos Andrea Reyes, Víctor Flores y Mercedes Aguerreberre por su valiosa retroalimentación en versiones previas de este manuscrito. Sin embargo, lo aquí expresado únicamente representa la opinión de un servidor.

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