A lo largo de su convulsionada historia, Ucrania ha sido víctima de los embates de Rusia contra su independencia e identidad nacional. La guerra de Putin contra esa gran nación eslava, constituye otro capítulo de la política expansionista rusa, que se propone restablecer su hegemonía en el todo el espacio eslavo. Ucrania, la nación más populosa de la URSS después de Rusia, fue el blanco principal del odio de Stalin pues todo parece indicar que su rencor derivaba de que Ucrania haya tenido un gobierno relativamente independiente por escasos tres años y algunos enclaves de oposición guerrillera.

El historiador inglés Robert Conquest, en su obra Harvest of Sorrow, relata la tragedia provocada por Stalin al inicio de la década de los treinta, durante el proceso de “colectivización”, conocido como el “terror rural”. que cobró millones de vidas. Para Stalin, la cuestión campesina era la base del problema ucraniano, pues consideraba que el campesinado constituía el ejército principal del movimiento nacionalista. Entre los campesinos, los kulaks eran vistos como el peor enemigo del nuevo orden y por esa razón, los amos del Kremlin decidieron la liquidación total de este importante sector de la vida económica del país, constituido por granjeros ricos, industriosos, fuertes e inteligentes.

La “colectivización” en Ucrania fue dirigida y ejecutada por emisarios del Kremlin, cuya gran mayoría desconocía totalmente los problemas agrarios del país. La primera etapa consistió en la deportación y, en ocasiones, el asesinato de los kulaks, a partir de 1930. La desaparición de doscientas mil de las más industriosas y eficientes familias de granjeros, aparte de sus trágicas dimensiones en el aspecto social, significó el golpe de muerte a la agricultura del país, del que jamás se repondría. Los pequeños granjeros fueron igualmente desposeídos e integrados a las ineficientes granjas colectivas.

El número de "desposeídos", deportados y asesinados durante la feroz campaña estaliniana contra el campesinado de todo el país, pero especialmente de Ucrania, es muy superior al de todas las víctimas de la barbarie hitleriana. Roy Medvedev calcula que no menos de diez millones de personas fueron desposeídas y exiliadas y que, de éstas, unos dos o tres millones murieron en el proceso de deportación y en el exilio. Otro historiador, el soviético V. Tíjonov, calcula que en el curso de la "colectivización", no menos de tres millones de hogares, con más de quince millones de individuos, fueron liquidados, así como los pequeños granjeros que fueron igualmente desposeídos e integrados a las ineficientes granjas colectivas.

La violencia de los bolcheviques recibió como respuesta violencia y rebelión por parte del campesinado, con lo que surgieron en todas partes focos de resistencia contra el brutal asalto estalinista, sobre todo en Ucrania y el Cáucaso. Los cosacos del Don y de Kubán resistieron ferozmente al Ejército Rojo, que llegó a lanzar ofensivas con tanques de guerra, artillería pesada y aviación contra la indefensa población rural. Muchos de los soldados, hijos de campesinos, abandonaban las filas para incorporarse a la resistencia, hasta que llegó el momento en que

Stalin hizo una tregua que le permitiría atacar, al poco tiempo, con una nueva arma: el hambre.

Stalin se había propuesto eliminar a los campesinos libres, que constituían la única fuerza económicamente independiente del país y, supuestamente, el principal ejército del movimiento nacionalista ucranio. Persuadido de que el campesinado obstruía su camino al poder absoluto y ante la inconveniencia de volver a sumir al país en la guerra civil, Stalin ideó un método muy simple para destruirlo: ordenaba entregas de granos en cantidades que excedían la producción de las cosechas, provocando así la hambruna hasta lograr la total sumisión de los campesinos. Para fines del verano de 1933 habían muerto de hambre cerca de seis millones de personas, como consecuencia de la hambruna provocada deliberadamente por Stalin.

Durante muchos años el régimen soviético trató de ocultar las dimensiones de esta tragedia, mediante la negación de los hechos y la desinformación. Sin embargo, los sufrimientos de toda una generación de ciudadanos víctimas del terror estaliniano, han salido a la luz ante la nueva agresión rusa a la Ucrania independiente y soberana.

*Embajador retirado. Este artículo fue publicado en Este País el 19 de marzo

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.
Google News

TEMAS RELACIONADOS