El sangriento ataque terrorista del ala radical de Hamas, al sur de Israel, que dejó mil 400 fallecidos y más de 240 rehenes, ha significado, como lo declaró el presidente estadounidense Joe Biden en su llamado a condenar dicha masacre, un parteaguas en la historia contemporánea de las relaciones internacionales. En efecto, aparte de la respuesta de Israel, en su defensa, se han suscitado reacciones a nivel regional y global sobre ambos acontecimientos. Esto ha dado lugar a una polarización de la opinión pública, reminiscente de otros episodios de los constantes enfrentamientos entre israelíes y palestinos. Cabe señalar que uno de los aspectos que propician las reacciones de apoyo a una u otra parte, podría atribuirse a la falta de información sobre la historia del conflicto israelí palestino, sobre todo en lo que concierne a las reivindicaciones del pueblo judío, y el desconocimiento de las mentalidades de esos pueblos.
Para entender los orígenes del conflicto árabe israelí, conviene recordar que el Estado de Israel identifica sus orígenes con la legendaria tierra de Israel, “Eretz Israel”, desde hace más de tres mil años. Las aspiraciones de la diáspora judía a regresar a su tierra después de dos mil años de exilio forzado, tras la Conquista de Jerusalén y la consecuente destrucción del Segundo Templo, en el año setenta de nuestra era, se consumaron con la creación de un hogar nacional para el pueblo judío, en mayo de 1948.
El pueblo judío ha sido víctima, por siglos, de innumerables vejaciones, discriminación y crímenes, por su supuesta culpabilidad en la muerte de Jesucristo. Las iglesias cristianas contribuyeron a la propagación de esta idea, pero no fueron la única institución culpable del abominable fenómeno del antisemitismo. Muchos países “civilizados” adoptaron la persecución de los judíos de manera sistemática, no solamente con la aplicación y promoción del antisemitismo expresado en la difusión de libelos apócrifos como “Los protocolos de los sabios de Sion”, expresión del antisemitismo ruso en la época zarista, sino con políticas gubernamentales que instituyeron los pogromos, antecedente histórico del genocidio nazi culpable del asesinato sistemático de seis millones de judíos en pleno siglo veinte. No obstante, al paso de los siglos, el pueblo judío ha logrado, de manera admirable, mantener su identidad, su fe y su resiliencia frente a la adversidad. La reafirmación de identidad religiosa y nacional de esa comunidad ha obrado como acicate en su búsqueda de la excelencia en todo lo que emprende, ya sea en la ciencia, la cultura, las artes, la economía, las finanzas y la política.
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Es interesante advertir que las relaciones entre judíos, cristianos y musulmanes no han sido siempre conflictivas. A pesar de los cambios políticos que se produjeron a partir de la división del imperio romano: el imperio bizantino; la conquista árabe; los califatos; las cruzadas; el dominio cristiano, que propició el asentamiento de colonos europeos, judíos, cristianos y musulmanes convivieron por siglos en Palestina. Sin embargo, no obstante la magnitud de la expulsión de los judíos, la región que hoy conocemos como Medio Oriente, sometida por el imperio otomano hasta su disolución en 1917 siempre mantuvo una exigua comunidad judía que fluctuó considerablemente a través de los siglos. Es así como, para 1881, vivían en la zona de 20 mil a 25 mil judíos que habitaban mayoritariamente en Jerusalén, hasta convertirse en mayoría absoluta de la población de la Ciudad Santa. Los cambios demográficos se produjeron en los albores del nacimiento del movimiento sionista que alentó la primera ola de inmigración judía a Palestina en 1886, como consecuencia de las persecuciones a las que eran sometidos los judíos en Europa y de las ideas de Moses Hess y del padre del Estado Judío Theodor Herzl. Cabe señalar que los primeros asentamientos agrícolas en Palestina, surgieron cuando los judíos compraban tierras a las autoridades otomanas y a los terratenientes árabes, lo que dio lugar a tensiones entre árabes y judíos.
El surgimiento del sionismo se registró entre 1904 y 1914 y favoreció a una segunda ola de inmigrantes judíos a Palestina -40 mil- y, en 1909, un grupo de judíos rusos llegaron después del fracaso de la revolución de 1905, fundando Degania, el primer kibutz.
Poco tiempo después, el Reino Unido, en voz de su ministro de Asuntos Exteriores, emitió la llamada declaración Balfour que contemplaba el establecimiento de una patria, en Palestina, para el pueblo judío. Por otra parte, al término de la Primera Guerra Mundial las inmigraciones judías se incrementaron despertando los primeros enfrentamientos entre palestinos y judíos, entre los que destacan los que ocurrieron en 1920 (la matanza de Hebrón) y los de 1929 en la ciudad de Safed. Estos conflictos, en su mayoría, fueron promovidos por un antisemita militante, Amin al-Husayni, quien durante décadas fue el principal líder palestino y principal aliado árabe del Tercer Reich.
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Los británicos, al estallar la Segunda Guerra Mundial, en 1939, abandonaron la idea de crear un Estado Judío y prohibieron la inmigración judía a Palestina. Peor aún, obligaban a regresar a Europa a aquellos que habían logrado emigrar a Tierra Santa. El Holocausto, y el apoyo de los líderes sionistas a los aliados, propiciaron, ya sin restricciones, la inmigración judía que elevó el número de refugiaddos en Palestina a 600,000.
En 1947, ante la imposibilidad de poner fin al conflicto entre musulmanes y judíos, el gobierno británico decidió retirarse de Palestina y puso en manos de la ONU la pacificación del territorio, dando así un paso para la creación del Estado de Israel con el apoyo de los Estados Unidos y la gran mayoría de los países. El 14 de mayo de 1948, antes de la salida de los británicos, se proclamó el Estado de Israel habiéndose adoptado en la ONU la iniciativa para la división de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe, propuesta que hasta la fecha no se ha cumplido.
A partir de la creación del Estado de Israel, israelíes y palestinos no han cesado de tener enfrentamientos armados que han culminado en cesiones y devoluciones territoriales, que han contado con el apoyo de los países árabes por una parte y de los Estados Unidos y Europa por la otra. Destacan entre estos la guerra de los Seis Días que tuvo lugar en el verano de 1967 en la que triunfó el ejército israelí contra las tropas egipcias, sirias y jordanas. Durante el conflicto Israel conquistó la península del Sinaí hasta el Canal de Suez y las alturas de Golán en Siria.
La guerra de Yom Kipur permitió a Egipto recuperar la península del Sinaí habiendo dado paso a los acuerdos de paz de Campo David, entre Egipto, Jordania e Israel. La iniciativa del presidente Anuar al Sadat despertó el rechazo de los países árabes y el líder egipcio pagó con su vida haber iniciado el primer acuerdo de paz entre israelíes y árabes.
La Franja de Gaza, un pequeño territorio frente a las costas del Mediterráneo fue ocupada durante un tiempo por Israel, para ser entregada a los palestinos años más tarde, quienes bajo el liderazgo de Hamas, partido radical, financiado y armado por Irán, han llevado a cabo numerosos ataques con cohetes contra Israel, provocando la muerte de 14 israelíes entre civiles y militares y más de 500 heridos. La respuesta de Israel fue contundente, con un bombardeo en el territorio palestino que provocó la muerte de más de mil 300 palestinos y 5000 heridos y la destrucción de numerosos edificios e infraestructura. Este episodio se suscitó a fines de 2008 y principios de 2009.
El ataque terrorista del 7 de octubre de este año ha sido el más cruento de la larga lista de provocaciones por parte de Hamas a Israel. Perdieron la vida más de mil 400 personas, la mayoría civiles y fueron secuestrados más de 240 civiles israelíes, mientras que la invasión a la franja de Gaza por el ejército israelí ha tenido repercusiones globales por los indiscriminados ataques a la población civil que han causado la muerte a más de 13 mil palestinos.
*Embajador en retiro
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