Ante el casi nulo crecimiento económico, el Presidente indicó que el desarrollo y la distribución de la riqueza son más importantes que el crecimiento (23/8/19). Es difícil encontrar alguien que no piense que el desarrollo debe ser prioridad gubernamental, pero no deja de ser extraño que se desestime el crecimiento, cuando éste es esencial para el desarrollo.

El crecimiento económico eleva el ingreso de las familias e incrementa los recursos públicos disponibles para políticas e infraestructura que elevan el bienestar. Ciertamente, es posible que no todas las personas, regiones o sectores se beneficien por igual del crecimiento, lo que aumentará la desigualdad y dificultará acabar con la pobreza, y quizá sea esto a lo que se refiere el Presidente. Pero el desarrollo desigual o la mala distribución de la riqueza, no son resultados ineludibles del crecimiento. Lograr que el crecimiento económico se traduzca en desarrollo para todos, depende en gran medida del quehacer gubernamental y de las instituciones económicas y políticas que tengamos. Crecimiento y desarrollo no son antagónicos, más bien complementarios.

La medida de desarrollo más utilizada internacionalmente es el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que produce el PNUD de la ONU. Los países que ocupan los 10 primeros lugares en el IDH, no por casualidad tienen un ingreso per cápita entre los más altos del mundo: Noruega (81 mil 807), Suiza (82 mil 838), Australia (57 mil 305), Irlanda (77 mil 449), Alemania (48 mil 195), Islandia (73 mil 191), Hong Kong (48 mil 717) y Suecia (54 mil 112) (datos para 2018 en dólares, Banco Mundial). Estos países son ricos porque históricamente tuvieron alto crecimiento. Han alcanzado mayor desarrollo humano porque han sabido invertir esa riqueza en su población y en la igualdad de oportunidades, sin dejar de promover el crecimiento.

La comparación entre México y Corea del Sur también es ilustrativa. El ingreso per cápita en Corea en 1960 era de 158 dólares, muy inferior a los 345 dólares de México entonces. Gracias a su elevado crecimiento, el ingreso per cápita en Corea actualmente es de 31 mil dólares, más de tres veces mayor al de México (cercano a 10 mil dólares). En términos de desarrollo, Corea ocupa el lugar 22 mundial, mientras que México ocupa un lejano lugar 74. ¿Realmente no importa el crecimiento?

¿Qué hay de la distribución de la riqueza? Resulta que los países con mayor desarrollo humano e ingreso listados arriba ocupan muy buenos puestos en el ranking internacional de igualdad en la distribución del ingreso. Esto es natural, el IDH refleja las condiciones básicas para una vida digna: educación, salud e ingreso. Los países con IDH alto procuran bienestar para toda su población en éstas y otras dimensiones, lo que resulta en una baja desigualdad en el ingreso. Por otra parte, también es posible tener baja desigualdad cuando el ingreso es bajo para todos, lo cual tampoco es deseable. República Dominicana, por ejemplo, tiene un índice de desigualdad (Gini) prácticamente igual al de México, pero está en el lugar 102 del IDH, 28 lugares abajo que México, y tiene un ingreso per cápita que es sólo 75% del nuestro. Mozambique, en cambio, es menos desigual que México, pero ocupa un lamentable lugar 180 en el IDH mundial, 106 lugares atrás.

No veo ninguna gloria en ser menos desiguales si eso implica que seamos pobres por falta de crecimiento. Eso no es desarrollo. No se acaba con la pobreza sólo a base de programas públicos, se requiere crecimiento económico, y mucho. Por eso el gobierno debe preocuparse por el crecimiento y, simultáneamente, asegurar que se tengan políticas, programas e infraestructura que aseguren igualdad de oportunidades para que todos puedan cosechar los beneficios del crecimiento y se promueva el desarrollo.

Decano de la Escuela de Ciencias Sociales
y Gobierno para la Región Ciudad de México,
Tecnológico de Monterrey.
Twitter: @GustavoMerinoJ

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