La libertad de expresión en México, experimenta sus peores días. Como nunca ocurrió en nuestra historia contemporánea, hoy el titular del Poder Ejecutivo realiza descalificaciones cotidianas a periodistas y medios de comunicación, violentando el ejercicio de la libertad de expresión que está obligado a tutelar.
Hoy desde la Presidencia de la República se vulnera abiertamente, uno de los derechos democráticos por excelencia.
Resulta irresponsable vilipendiar desde el poder, el valor social del trabajo periodístico y vulnerar las leyes que garantizan su ejercicio.
El caso más reciente y emblemático es el del periodista Carlos Loret de Mola. Pero podríamos mencionar la virulencia reciente contra de medios de comunicación (El Universal, Reforma, El Financiero y Proceso), organizaciones de la sociedad civil (Mexicanos contra la corrupción y la impunidad o Artículo 19), respecto de periodistas y comunicadores (como Carmen Aristegui y Ciro Gómez Leyva), enfocada en académicos e investigadores (como Denise Dresser, María Amparo Casar y Sergio Aguayo), o de historiadores apartados de la narrativa histórica del régimen (como Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín).
¿Quién ha cambiado? ¿Los medios, periodistas, académicos e historiadores que ejercían ayer la crítica al poder y la siguen ejerciendo hoy, o el Presidente que hoy critica lo que aplaudía unos cuantos años atrás?
Dejémoslo claro: las descalificaciones desde el poder no son actos de libertad sino diatribas autoritarias. Desde lo alto del poder el Presidente insulta dando la pauta a las descalificaciones de los medios oficialistas e incluso insultos y amenazas desde los medios sub oficiales.
No es casual que México se haya convertido en uno de los países más peligrosos para practicar el periodismo. Y esa realidad se agrava ante la indolencia gubernamental para investigar y hacer justicia en los crímenes contra periodistas. La impunidad en si misma, es otro detonante de nuevos crímenes.
La actitud del Presidente López Obrador hacia la prensa disidente no puede llamarse sino autoritaria, ya que pone en práctica un continuo abuso de poder público en contra de que en el disenso, ejercen la libertad de expresión.
La comunicación circular que propuso al inicio de su mandato el Presidente de la República se ha convertido en un monólogo que exhibe un autoritarismo creciente. La apariencia y la prédica democrática no impiden ver el talante crecientemente despótico de este gobierno.
Ante la crispación que se provoca desde el poder presidencial, hay que recordar lo que escribió George Orwell: "La verdadera diferencia no está entre conservadores y revolucionarios, sino entre los partidarios de la autoridad y los partidarios de la libertad”.
Cofundador de UnidoSí por México.