De acuerdo con la mayoría de los científicos en el mundo, el calentamiento global y el cambio climático no sólo son una realidad, sino que son asuntos que se deben de atender de manera prioritaria, urgente e inmediata por la comunidad internacional para intentar justamente evitar y prevenir lo más que se pueda los efectos y las implicaciones de seguir emitiendo Gases Efecto Invernadero, las cuales quedan nuevamente evidenciadas por la brutal devastación que Otis ha dejado, lamentablemente, para la ciudad de Acapulco y otros municipios del Estado de Guerrero y sus pobladores.
De manera sorpresiva e inesperada, en sólo 12 horas, Otis pasó el martes 24 de octubre de ser una tormenta tropical a un huracán categoría 5, algo que —se predice— seguirá sucediendo en el futuro. Ante tal escenario, la población no tuvo el tiempo suficiente y necesario para prepararse y poder enfrentar adecuadamente la magnitud del fenómeno natural que estaba por tocar tierra. Esta tragedia nos recuerda nuevamente las implicaciones cada vez más intensas de los diversos impactos del cambio climático tanto para el medio ambiente, los ecosistemas, la flora y la fauna, la salud, y la vida de las personas.
De acuerdo con Rosario Romero, Investigadora del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, “es probable que el incremento de la temperatura de los océanos y la mayor capacidad de la atmósfera para contener la humedad podrían estar haciendo que los huracanes sean cada vez más intensos y pasen de menor a mayor categoría en poco tiempo”. Lo que estamos viendo a nivel global, es que fenómenos naturales como Otis siempre han existido, pero hoy se están dando con mayor fuerza, con mayor intensidad y frecuencia. Se estima que si las temperaturas del planeta siguen a la alza, los huracanes de categoría 4 y 5 también irán en aumento, esto de acuerdo con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA).
Patteri Taalas, Secretario General de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) estableció en septiembre del 2022 que “la ciencia del clima es cada vez más capaz de demostrar que muchos de los fenómenos meteorológicos extremos que estamos experimentando se han vuelto más probables e intensos debido al cambio climático inducido por el hombre”. Eso sucede básicamente por la quema de combustibles fósiles, entiéndase la quema de gas, petróleo y carbón, situación que lamentablemente no se ha podido revertir no obstante los diversos esfuerzos internacionales para poder ir transitando energéticamente hacia las energías renovables. Tales esfuerzos globales incluyen el Convenio Marco de la ONU sobre Cambio Climático (CMNUCC) de 1992 y el Acuerdo de París del año 2015.
En el caso particular de México, tanto la Ley de Cambio Climático como la Ley de Transición Energética contemplan llegar al 2024 con 35% de energías renovables/limpias. ¿Cómo lograrlo en un contexto donde hoy se promueve en el país el uso del petróleo, el carbón y el combustóleo? Además, el presupuesto público que tendría que estarse destinando a acciones de mitigación y adaptación al cambio climático se está utilizando, en la práctica, para proyectos que continúan acentuando nuestra dependencia de los combustibles fósiles, pues gran cantidad de dinero se orienta a la infraestructura para el mal llamado gas natural, que en realidad es un gas fósil.
En el contexto internacional (Acuerdo de París), México deberá de incrementar su ambición climática ya que, de acuerdo con el Climate Action Tracker, al día de hoy es “críticamente insuficiente”. ¿Habrá la voluntad política necesaria para ahora si entrarle prioritariamente al tema y contribuir a reducir la emisiones de gases de efecto invernadero y en consecuencia ayudar a la comunidad internacional a que la temperatura del planeta no siga aumentando? ¿O por el contrario, tendremos que seguir siendo testigos del inmenso impacto del cambio climático para entonces si implementar acciones al respecto?