Esta semana, organizaciones de la sociedad civil y personas agrupadas en la “Alianza México Sin Plástico” respaldaron la entrada en vigor de las modificaciones realizadas a la Ley de Residuos Sólidos de la Ciudad de México que prohibe la comercialización, distribución y entrega de bolsas de plástico al consumidor, en los puntos de venta de bienes o productos, excepto si son compostables. Adicionalmente, pidieron a la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, no ceder de manera alguna a intereses particulares y exigieron no dar ni un paso atrás en el derecho de las y los capitalinos a un medio ambiente sano.

Dicha medida no tiene la intención de afectar a quienes producen estos plásticos. Es más bien un paso positivo en favor de hacer valer nuestro derecho a vivir en un medio ambiente adecuado, a favor de nuestra salud, calidad de vida y la vida misma. Constituye un paso adelante para la construcción de una nueva cultura de producción y de consumo responsables y el cambio de hábitos hacia productos durables, reusables y reciclables. Para efectos de poder contar con esa cultura, es importante que el gobierno de la CDMX establezca campañas permanentes de concientización.

Vale la pena comentar que esta legislación favorece a la ciudadanía y al interés público, toda vez que está encaminada a reducir la contaminación que generan los plásticos de único uso innecesarios en la Ciudad de México, contribuyendo con ello a garantizar nuestro derecho a un medio ambiente sano, consagrado en el artículo 4o. Constitucional. Por ello, dichas organizaciones hicieron un exhorto al gobierno de la CDMX para que se aborde de forma adecuada la venta, distribución y uso de plásticos desechables en la Ciudad de México.

La salud de las y los mexicanos está en riesgo, debido a la presencia de microplásticos en los ecosistemas y en nuestros organismos. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Newcastle en Australia, los humanos estamos consumiendo el equivalente al tamaño de una tarjeta de crédito a la semana en microplásticos, a través del agua embotellada, mariscos, sal, cerveza, miel y azúcar. Asimismo, un estudio de Greenpeace demostró que 20% de una muestra de 755 peces tenían microplásticos en su estómago.

Los plásticos y el modelo de desechabilidad que se ha construido en torno a ellos también tiene impactos relevantes en el cambio climático. De acuerdo con el Centro para el Derecho Ambiental Internacional (CIEL), las emisiones actuales derivadas de la producción, fabricación, transporte, incineración y degradación del plástico equivalen a las emisiones anuales de Gases de Efecto Invernadero (GEI) de alrededor de 200 centrales eléctricas de carbón en un año.

El gran problema son los plásticos de único uso innecesarios. Es el sinsentido de consumir productos desechables con una vida útil promedio de 10 minutos, compuestos de un material prácticamente indestructible y cuyos residuos permanecen durante décadas o cientos de años. Se ha hablado de las pérdidas de empleos que genera esta medida, pero también debe considerarse el costo económico del impacto a la salud pública y de la pérdida de ecosistemas y sus servicios ambientales que la contaminación por plásticos está ocasionando.

El mundo está transitando hacia modelos económicos sustentables, ambientalmente eficientes, con productos durables, reusables y reciclables, en donde desde el diseño mismo del producto se evita la generación de residuos o desperdicios (economía circular). Todo cambio es una oportunidad de innovar. Hay grandes oportunidades de negocio, inversión, mercado, creación de empleos y desarrollo de nuevas industrias para la ciudad. La humanidad se enfrenta a una crisis ambiental nunca antes vista, donde la contaminación por plásticos de un solo uso innecesarios agrava las dos principales problemáticas que amenazan al medio ambiente: el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad.

Desde 2009 se discute la propuesta de eliminar el uso de plásticos de un solo uso en la Ciudad de México. La elaboración de planes de manejo para los residuos de bolsas fue una condición para evitar su cobro o prohibición. La industria debe asumir la responsabilidad de hacer frente a la contaminación por plásticos a través de un cambio en su modelo de negocio, innovando para ofrecer a sus consumidores alternativas que no sean dañinas con el medio ambiente. El gobierno debe de darles los incentivos fiscales oportunos y necesarios para que eso suceda y la sociedad debe de consumir responsablemente.

No existen culpables únicos. TODOS los actores involucrados somos parte de este problema, pero con posibilidades distintas para ser parte de la solución. Es momento de que todos los eslabones en la cadena de producción y consumo asumamos la responsabilidad que nos corresponde; debemos trabajar juntos para construir soluciones y hacer de este cambio una oportunidad de innovación para la Ciudad de México. Con altura de miras, hay que apostarle al diálogo, al acercamiento, a la cordura y a la sensatez y digamos no a la confrontación o a la descalificación que a últimos fechas se han generado alrededor de este tema.


*Director Ejecutivo del Centro Mexicano de Derecho Ambiental, A.C.
**Abogado Experto Senior del CEMDA.

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