Si dos individuos desempeñan el mismo trabajo, el salario que deben percibir ambas personas debe ser lógicamente el mismo. Por ejemplo, las diferencias étnicas, nacionales, políticas o de género no deben ser factores que lleven a diferenciar el sueldo que perciben los trabajadores. Sin embargo, la Organización Internacional del Trabajo ha encontrado que, en el mundo, las mujeres tienen salarios 20% menores que los hombres y que, en México, la brecha salarial es de 15.6%.
México es actualmente uno de los países con mayor diferencia de sueldos hombres y las mujeres. La organización Acción Ciudadana Frente a la Pobreza ha encontrado que las mujeres jóvenes (menores de 30 años) son uno de los grupos más vulnerables de la población productiva ––enfrentan mayor desempleo que el resto de la población, perciben salarios notoriamente menores y deben hacer frente a responsabilidades adicionales, como el cuidado de hijos y las labores domésticas. Según datos de la misma organización, mientras los hombres reciben salarios por jornadas completas de 5,825 pesos, las mujeres tienen ingresos de 5,029 pesos ––es decir, 16% menores.
La Organización Internacional del Trabajo y ONU Mujeres encuentran distintos factores que contribuyen a mantener y aumentar la brecha salarial entre hombres y mujeres. Primero, los empleos en los que se ocupa la población femenina tienden a ser de tiempo parcial ––en cambio, las oportunidades de empleos de tiempo completo son mayores para los hombres, Segundo, las mujeres ocupan puestos laborales peor remunerados y, generalmente, en sectores productivos más precarios. Tercero, se ha relegado a las mujeres a desempeñar trabajos que las sociedades han valorado menos por consideraciones de discriminación de género, como los cuidados y las labores domésticas. Cuarto, por la presencia de estructuras sociales patriarcales, las mujeres están dispuestas a aceptar condiciones laborales y sueldos peores que los hombres. Quinto, la ignorancia sobre este tema, y sobre su importancia para la sociedad, ha llevado a gobiernos y empleadores a mantener estructuras laborales y salariales desiguales y discriminatorias.
Si pensamos en nuestro país, no podremos dudar que estas cinco condiciones de las que habla la ONU se cumplen cabalmente. Por las ocupaciones del hogar y las tradiciones sociales, muchas de las mujeres mexicanas que trabajan se ven obligadas a hacerlo sólo de forma parcial y los sectores que demandan trabajadores de medio tiempo son generalmente los que ofrecen condiciones laborales más precarias y salarios más reducidos. Trabajos demandantes en tiempo y esfuerzo, como el cuidado de los niños, la atención a las personas mayores y las labores de limpieza, se ven como ocupaciones poco valiosas y, por lo tanto, quienes las desempeñan están dispuestas a percibir ingresos mínimos por su trabajo. Pero estas tareas son fundamentales para el funcionamiento de nuestra sociedad y deben pagarse como tal, de forma digna y adecuada. Debemos difundir esta información, hablar sobre este tema y contribuir desde nuestros trabajos, para acercarnos al fin de la brecha salarial y de la discriminación laboral.
La equidad de sueldos entre hombres y mujeres es un derecho reconocido en nuestro país. En marzo de este año, el Senado reformó la Ley Federal del Trabajo, la Ley General para la Igualdad de Género entre Hombres y Mujeres, y otras 11 leyes, con el objetivo de empujar a México hacia la igualdad salarial. Estas reformas obligan a los empleadores en los sectores público y privado a garantizar sueldos equitativos y las mismas oportunidades laborales a hombres y mujeres. Sin embargo, los cambios a las leyes no son suficientes. Los ciudadanos debemos demandar que se cumpla con las leyes que aprobaron nuestros representantes en el Congreso de la Unión y debemos vigilar constantemente que nuestra sociedad avance hacia la equidad laboral y salarial. La brecha de salarios entre hombres y mujeres en México ––de las mayores en el continente–– es un recordatorio vergonzoso del camino que nos falta por recorrer para garantizar la igualdad que reconocemos todas y todos en nuestra Constitución, el texto más importante de nuestra república.
Maestro en administración Publicas por la Universidad de Columbia Nueva York, USA