Guillermo Sheridan

Un ejemplo para el CIDE (y otros)

21/12/2021 |02:10
Redacción El Universal
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El conflicto en el CIDE tiene su origen en que ese Centro Público de Investigación (CPI) se “derechizó” por el neoliberalismo y porque sus académicos son “conservadores y acomodaticios”, como concluyó, luego de exhaustivos análisis y pruebas de laboratorio, la Comisión Científica Dictaminadora Soberana que integra una sola persona: la del Supremo.

Coincide con el director impuesto al CIDE, José Romero Tellaeche, quien ordenó a sus investigadores que se aparten de “la ideología neoliberal” que no “atiende las necesidades sociales”. Y coincide con quien lo impuso, la directora de “El Conacyt de la 4T”, Elena Álvarez-Buylla, quien ya ha ordenado “deshacerse de los lastres dejados por el régimen neoliberal” (salvo el académico Gertz, que está exento).

Hace unos días, Álvarez-Buylla razonó científicamente en un diario combativo que “el credo neoliberal debilitó en México la resistencia social” y produjo una “política perversa de control social guiada por la religión del consumo y el lucro”. Es una política tan perversa que hasta los científicos son “víctimas de la degradación social, sufren incertidumbre económica y merma de recursos que incitaron al clasismo, al individualismo, a la competencia a ultranza y a la simulación”.

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De ese modo, los científicos quedaron divididos en dos grupos: los que son lastre perverso neoliberal con afán de lucro, y los que “buscan “el equilibrio entre su razón y sus sentimientos” sin otro ánimo que el de “resolver problemáticas nacionales”. Y como el CIDE se empeñó en el lucro tuvo que ser reencausado hacia el credo correcto. Así pues, el CIDE, y para el caso los demás CPIs del Conacyt, y aun las universidades derechizadas, buscan ansiosamente un modelo que les permita sobrevivir.

Y bueno, pues hay uno que es modélico: el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) que dirige John Ackerman en la UNAM, cuyo objetivo científico es substituir a “la democracia liberal” con “una cultura política libertaria y colectiva”. He ahí el pensamiento único al que debe servir la investigación científica en la 4T.

Es un proyecto de tal nobleza que Álvarez-Buylla lo declaró “Programa Nacional Estratégico” y le asignó 25 millones que sirven no para lujos, sino para salvar de la incertidumbre económica y del individualismo al pueblo de México (y a dos parientas de Irma Eréndira Sandoval, esposa de Ackerman, que ahí se defienden del lucro). Es un programa que equilibra la razón y los sentimientos con tal potencia que todos sus investigadores trabajan con “marcada perspectiva emancipadora”, todos son bolivarianos y todos veneran al Supremo.

Justo en los días en que el CIDE complota contra el pueblo, el PUEDJS anuncia haber terminado una gran “investigación-acción” sobre la CNTE que patrocinó el Conacyt para “reivindicar la incansable lucha de las y los maestros”. La conclusión científica y tecnológica de punta es muy epistémica: la CNTE es “un movimiento emblemático que ha sido clave en la democratización de nuestro país”. Punto.

He ahí el resultado de una investigación de frontera sobre un problema Nacional y Estratégico, realizado por académicos de tan alta libertad de investigación y tanta pluralidad académica que hasta hubo un intenso debate sobre si la CNTE era “emblemática” o nomás “ejemplar”.

Así pues, CPIs y universidades derechizadas: a imitar al PUEDJS. Sólo se requiere militar en MoReNa, venerar al Supremo, adular a Álvarez-Buylla y someterse con entusiasmo a la ciencia de Estado.