La semana pasada, el Líder Máximo y Único realizó una inesperada cuanto emocionante visita a la sede de la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM) que, bajo el liderazgo vitalicio de su director, Roberto Cantoral Jr., y su presidente Armando Manzanero, administra los derechos de autor de 30 mil compositores patrios, traductores todos ellos de la muy particular emoción de ser mexicanos con tendencias amatorias que requieren música aledaña.
Es la primera vez que el Líder Máximo aceptó rozarse con una agrupación que se dedica al arte y la cultura. No es una elección fortuita: la música popular es la expresión artística más presente en la vida diaria de todo el compatriotaje. Los compositores aportan la materia prima que procesan los billones de bocinas que sacuden al Nacional Territorio: del mariachi tonante al trío cachondo, de la rondalla edulcorante a la cumbia que le pone pelvis al asalto en la pesera y de ahí a los narcocorridos propedéuticos de generaciones de sicarios: todo en México tiene música de fondo.
La aparición del Líder Máximo en el banquete de la SACM permitió la renovada exhibición de ese intenso orgullo, tan nuestro, de ser mexicanos. “Si algo identifica a nuestro país en el mundo es su música”, declaró el entonado Líder Máximo. “De aquí sale la música más bella del mundo”, declaró el cantautor Manzanero. “México es el país de los mejores autores en español”, sentenció la compositora Beatriz Gutiérrez Müller, cuyas canciones inspira el Líder y acompaña al piano el cantautor.
Durante el banquete, Manzanero —autor del famoso cuanto enigmático verso: “Sin hacer más comentarios: somos novios”— entonó en elegantes corcheas una de las cosas más bonitas que se le han dicho hasta la fecha a nuestro Líder Máximo: “Nos está usted dando la nómina del saber y la nómina de la credibilidad”. Vi gente votar y sí estabas tú.
Luego fue el turno al bat del Líder Máximo, quien tomó la palabra y procedió a perdonarle a Manzanero haberle cantado a otros presidentes. Si lo hizo fue porque los compositores “tienen que obtener ingresos: componen por necesidad.” Ahora en cambio, cantan porque “son gente creativa e inteligente, también tienen mucho corazón y mucho humanismo”, dijo; cantan porque si bien “habrá cada vez más bienestar material, también habrá bienestar del alma, espiritual, y esto tiene que ver con el arte, la música, las composiciones.”
La SACM fue creada hace 75 años por compositores como Tata Nacho, Consuelito Velázquez, Agustín Lara y Gabilondo Soler, Cri-Crí. Nada mal. Luego acabó en manos de un señor Carlos Gómez Barrera, que la presidió 27 años. Y luego éste se la heredó a un lirida conspicuo, Roberto Cantoral, autor de canciones famosas (entre ellas el “Himno de la Policía Judicial”), que se apropió de la SACM durante 25 años, junto con su escudero Manzanero.
A su lamentable deceso, como ordenan los cánones priístas, la SACM quedó en manos de su hijo, Sr. Roberto Cantoral Zucchi, que es su actual director, y quien continúa laborando de la mano con su presidente, el afinado Manzanero.
Hace tiempo, en un artículo titulado “La cueva de Alí Babá” (en línea), el compositor Mario Lavista explicó la operación política de la SACM. Los que quieren presidirla se organizan en una planilla y gana la planilla con más votos. Hasta ahí todo está bien. Lo formidable es que en la asamblea el 95% de los votantes pueden votar contra la planilla de Manzanero y perder. ¿Cómo? Pues con nuevas y mejores emociones.
Resulta que si las canciones de un compositor son famosas su autor tiene derecho a mil votos. Estas canciones famosas se clasifican como canción diamante, canción rubí y así el resto de la joyería. Obviamente 38 boleros de Roberto Cantoral y 35 baladas de Manzanero son canción diamante y sus autores tienen miles de votos, mientras que si es usted uno de los miles de autores de canciones jerarquía piedra pómez (o autor de música de concierto), no tiene ni siquiera un voto.
El resultado de este procedimiento sigilosamente democrático es que en la historia de la SACM sólo ha habido dos elecciones: todas las demás han sido reelecciones de los mismos líderes, que son líderes por necesidad, porque tienen mucho corazón y mucho humanismo y porque, obviamente, su reloj no marca las horas.
Al terminar su discurso ante Manzanero y Cantoral y los demás electores diamante, el Líder Máximo entonó: “¡Que viva la música, que viva el arte, que viva México, que viva México, que viva México!”
Pues sí bemol.