Escribí la semana pasada sobre la propensión que muestra la Dra. María Elena Álvarez Buylla, directora del Conacyt, a imitar al Presidente en el gusto por declarar públicamente culpable, desde el poder, a quien contradiga sus emociones privadas. Comento el segundo de tres casos.
En julio de 2018, la Dra. Beatriz Xoconostle fue nombrada directora del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), un Centro Público de Investigación (CPI) del Conacyt que desde 1979 estudia bioquímica, biotecnología, biología molecular y otorga posgrados.
Xoconostle, investigadora de relieve, fue la primera mujer en dirigir el CICY y la Agencia Informativa Conacyt celebró mucho su nombramiento (véase cicy.mx) en un boletín del 17 de enero de 2019. Y curiosamente ese mismo día, Álvarez-Buylla —que había tomado posesión apenas seis semanas antes— la orilló a renunciar voluntariamente.
De acuerdo con el Dr. Alejandro Díaz, director de los CPI del Conacyt, en una relatoría grabada ante el personal del CICY que circula en las redes, Álvarez-Buylla le “dijo exactamente” a Xoconostle: “Hay esto en la Función Pública (SFP), me lo han hecho llegar y para que se facilite la investigación lo mejor sería que tú pensaras en retirarte para que pudiera la Función Pública realizar su labor”.
Asombra que se ignorase la presunción de inocencia de Xoconostle, y que se le sentenciara sin juicio previo, y que no pudiese defenderse de acusaciones cuya naturaleza ignoraba, y que su buena fama quedase averiada frente a sus subordinados y sus pares. Y asombró, claro, que el nuevo Conacyt emplease un recurso tan del viejo PRI.
Y más asombra la prisa del proceso (lo único que se aparta de su carácter kafkiano): recién estrenada en diciembre de 2018 como titular de la SFP y a pesar de la larga pausa del fin de año, la Dra. Irma Eréndira Sandoval detectó en Xoconostle a su primera corrupta, y le halló culpa suficiente como para avisarle a su amiga, la Dra. Álvarez-Buylla, quien ipsofacto graduó la sospecha a hecho probado y procedió a señalarle “la conveniencia” de renunciar “por el bien del Conacyt y el mío propio”, como narró la inculpada.
Ignoro si hizo algo malo, y si la SFP y el poder Judicial y el Conacyt actuaron de acuerdo a sus respectivos y muy abudantes marcos legales. Supondré que sí, pues de otro modo estarían traicionando la Cartilla Moral que blasona El Supremo Científico Patrio.
La duda vendría, en todo caso, de un hecho documentado: la postura científica de Álvarez-Buylla es radicalmente la opuesta a la de Xoconostle, pues la jefa aborrece a la biotecnología y la subordinada la practica. Un debate entre ellas, de 2013 en Canal 11 (visible en YouTube), es mucho más que elocuente.
Claro, se trata de una intensa discusión científica, pero se pensaría que en México el Conacyt es, precisamente, donde debería enriquecerse y resolverse. Y ya no será así, pues la máxima autoridad científica del país empleó su poder político y administrativo para cancelar ese debate científico, sin ciencia, y de pasada para darle una buena lección a quienes crean importante sostenerlo.
Y punto.
(Es claro que discutir las posiciones e ideas de la Dra. Álvarez-Buylla le suscita una ira similar a la que sus “adversarios” le producen a su Jefe Supremo. Supongo que en mi calidad de Investigador Nacional en el SNI, que depende del Conacyt, podría ser sujeto de “investigación”. Mi expediente, por si se ofrece, es el 5732.)
@GmoSheridan