La semana pasada se dio a conocer en los medios de información que un pequeño grupo de miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) envió al Conacyt la carta formal para que la Junta de Honor de ese sistema, compuesta por sus pares académicos, se pronuncie sobre posibles faltas a la integridad científica en la modalidad de plagio que consideramos cometió el académico Alejandro Gertz Manero, miembro del SNI.

Como recordará el lector, al académico Gertz (que ahora es también el fiscal general de la República) las Comisiónes Evaluadoras le negaron el ingreso al SNI a lo largo de 10 años, por considerar insuficientes sus calificaciones académicas y aun por detectar algún plagio en obras que presentaba como avales de su mérito. El académico Gertz juzgó que el rechazo no obedecía a su insolvencia académica, sino a que se le había discriminado. Llevó entonces su queja ante el Consejo para prevenir la Discriminación, el Conapred, que también lo rechazó. Pero cuando el académico ya era además el fiscal, el Conapred por fin lo declaró discriminado y convocó a Elena Álvarez-Buylla, directora de “el Conacyt de la 4T” en cuyo nombre aceptó tal discriminación, por lo que dispuso que se creara una “Comisión Especial” fuera de reglamento que reparase “el daño”, cosa que hizo nombrando por fin a Gertz miembro del SNI con el nivel más alto, declarándolo autor de una “obra notable”.

¿Cómo podría ser “notable” una obra plagada de plagios? La denuncia pública en ese sentido, apoyada por múltiple evidencia, también circuló en los medios. Y después el grupo de investigadores redactamos una carta pidiendo el juicio de la Junta de Honor y la hicimos pública por si otros miembros del SNI quisiesen firmarla. Tanto la carta como las pruebas pueden leerse en la prensa, por ejemplo en “Grupo de académicos formaliza denuncia contra Alejandro Gertz ante el SNI por plagio”, que publicó EL UNIVERSAL y se lee en línea:

https://www.eluniversal.com.mx/cultura/investigadores-solicitan-al-sni-que-revise-el-plagio-que-habria-cometido-el-alejandro-gertz

El pequeño grupo recibió unas 70 firmas más, que se anexaron al expediente que ya se envió la semana pasada al Conacyt por medios digitales e impresos. Al día de hoy son casi 150 las firmas de investigadores de todas las áreas y de todas las posturas críticas y políticas imaginables que firman la carta, que se lee aquí y aún puede firmarse:

https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSdnfabjPqcHDbCUKGTYyuMDXlUJ-dlg48xLnQWw_DVRqWPEPA/viewform

Ahora hay que esperar a que la Junta de Honor se reúna y emita su juicio, y que después el Consejo General del Conacyt (que preside Álvarez-Buylla) actúe con la severidad con que lo ha hecho en años pasados, ante casos similares.

Se trata, pues, de un pequeño acto de rebeldía, esa facultad que Albert Camus definió como la paradoja de saber decir NO y SÍ al mismo tiempo: NO a lo que la persona considera un agravio contra los valores que cree justos, y SÍ a la lealtad que supone creer en esos valores, defendiéndolos.

Somos pocos frente a los 30 mil miembros del SNI, pero también sabemos que contamos con la simpatía de muchísimos entre ellos hacia este pequeño gesto. Este pequeño NO que decimos ante un enorme acto de poder, un acto que al devaluar la justicia con que los pares evalúan su trabajo académico, agravia aquello a lo que siempre decimos SÍ: el amor al conocimiento y al estudio serios, es decir, al SNI como vigía de la calidad del trabajo universitario y autónomo en México.

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